martes, 21 de septiembre de 2010

¡Hello!


Hojeé una de esas publi-caciones denominadas “del corazón”, en las que agraciados, desconocidos y desocupados personajes llenan páginas de fotografías a todo color en impresionantes fiestas o en lujosas mansiones y lucen modelos de tal o cual afamado diseñador.

PEDRO TRUJILLO

Aparentan dibujar una sonrisa de simulada felicidad que más pareciera fingidamente interesada, para promover la adquisición de esas revistas y seguir haciéndose millonarios, mientras, en compensación, nos cuentan sus versátiles amores trimestrales, sus complicados embarazos de bebés rubitos con ojitos azules, o las tristezas que padecen cuando se divorcian. Un espectáculo picante de alegrías y penas que son simultáneas entre las decenas de páginas vacías de contenido, más allá de esa superflua y estéril existencia.

Encontramos también princesas y príncipes que nunca reinarán y que afanosamente buscan pareja en ese limitado círculo de frívolos aristócratas que se embarcan en sus veleros durante el verano o se deslizan con esquíes de marca por las pistas más famosas durante el invierno. Las menos jovencitas narran con detalle cómo se esfuerzan por decorar sus lujosas viviendas con ese toque de elegancia tan especial y burgués que las caracteriza, a costa, por supuesto, de la revista que les posibilita su azarosa y relajada vida. Caben igualmente, en ese conglomerado de farándula, los denominados artistas. Algunos tienen que ser identificados con la desconocida serie que hicieran, la película que alguna vez grabaron o el cuadro incompresible que pintaran, con el fin de que el lector no se pierda y pasen desapercibidos, salvo aquellas que enseñan alegremente sus retocados senos operados en cualquier afamada clínica norteamericana, mientras contienen la respiración para evitar en la instantánea esas partes que compusieron pero que regresaron a su sitio y afean la toma. O la más reciente historia del cantante famoso que se casa por la iglesia después de estar divorciado, tener cinco hijos y 20 años de convivencia con su pareja ¡Toma ya! ¿Qué otro humano puede conseguir tal favor religioso?

Un mundo contrahecho y artificialmente sostenido por los lectores de esos semanarios que promueven sueños lascivos e intentan transportarte a un paradisiaco edén donde los carros último modelo, los apartamentos lujosos o las casas con decenas de habitaciones y sus correspondientes cuartos de baño son una realidad. Vividores profesionales, sostenidos por aburridos trabajadores que envidian ese tipo de vida que nunca llegarán a “disfrutar”. En aquel instante pensé, ¿a qué hora trabajarán todos esos?, y ¿qué harán para mantenerse sin dar golpe si no son políticos? Al no encontrar explicación alguna, concluí en que son sus lectores quienes los sostienen al adquirir esas revistas. Construyen y, lo peor, financian un mundo ideal que nunca disfrutarán pero que le regalan a otros para que periódicamente les den envidia con sus fotos, sus lanchas y sus motos de agua o les refrieguen esas rubias angelicales o esos torsos masculinos musculados. Por cierto, nadie sabe muy bien dónde o qué estudiaron, y la verdad es que no importa mucho. De escarbar en su currículo es posible que no encontremos mucho contenido.

Supongo que todo eso tiene parte de culpa en que avancemos tan poco y vivamos una ficción que termina por opacar la realidad mucho más dura, pero más agradable, desafiante y emprendedora. Me rebelo y me niego a comprar semanarios que permitan vivir del cuento a tanto caradura y a otros que luego se reúnen en un estudio de TV a comentar a gritos lo que usted y yo leemos o meditamos en la soledad de nuestro cuarto de baño.

Artículo publicado en el diario guatemalteco "Prensa Libre", el día martes 21 de septiembre 2010.

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