martes, 21 de septiembre de 2010

Competitividad y gobierno


De acuerdo con la organización Foro Económico Mundial, Guatemala subió dos puestos para ocupar el número 78 de un total de 139 naciones encuestadas en materia de competitividad. Para seguir mejorando en ese ranquin y aspirar a elevar el nivel de vida de los ciudadanos, debemos ver hacia el Gobierno, para que deje de ser un lastre y se convierta en una vela.

JOSÉ RAÚL GONZÁLEZ MERLO

Por competitividad se entiende “el conjunto de factores, políticas e instituciones que determinan el nivel de productividad de un país”. ¿Qué debemos hacer para mejorar la productividad de los guatemaltecos? Una muestra representativa de empresarios respondieron que los factores más problemáticos para hacer negocios en nuestro país son: el crimen, la violencia, la corrupción, la inestabilidad política y la burocracia ineficiente (en ese orden). Mejorando esos elementos mejoramos más del 65 por ciento de los problemas que ellos encuentran para prosperar.

Las opiniones anteriores son relevantes. Solamente los empresarios pueden crear riqueza y empleo. Esa es la única vía para el desarrollo y la prosperidad de todos los ciudadanos. El problema es que el sector público no está cumpliendo con su parte. La única función legítima que pudiésemos esperar del Gobierno: seguridad y justicia no existen. Si un gobierno no puede proporcionar lo más básico en materia de servicios públicos, ¿qué podemos esperar de otras funciones que no son tan relevantes?

Guatemala ha progresado a paso de tortuga. En esta carrera por el desarrollo, otros países nos han rebasado. El problema no está en los ciudadanos. El guatemalteco cada día trabaja más y mejor. Sin embargo, los impuestos que le son confiscados no son usados con eficiencia y productividad. No es que el Gobierno de Guatemala sea relativamente pequeño. Es que es grandemente ineficiente y en esa ineficiencia se vuelve un lastre al desarrollo. Como quien dice que hemos avanzado no gracias a… sino a pesar de… el Gobierno.

Nuestra prosperidad depende de la calidad de las instituciones públicas. Ello pasa por el Organismo Ejecutivo, el Congreso, las instituciones de justicia y las instituciones políticas. Desafortunadamente, la experiencia nos ha enseñado que allí radica el principal problema. Nuestros políticos han tendido a ver la carrera de servidores públicos como la fórmula de enriquecerse personalmente con cargo al Presupuesto General de Gastos de la Nación. De ahí que el mismo sea el gran botín político.

Yo no tengo la fórmula mágica para cambiar lo anterior. Sin embargo, mientras ello siga siendo una realidad, los ciudadanos debemos forzar a que el Gobierno (y, por ende, el botín) siga siendo de tamaño limitado. Si el Estado es el lastre de nuestro desarrollo y competitividad, cuando más pequeño, mejor.

Artículo publicado en el diario guatemalteco "Prensa Libre", el día martes 21 de spetiembre 2010.

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