jueves, 23 de septiembre de 2010

Guerra imposible


Esa guerra perdida contra las drogas cada vez se acerca más a nosotros. Prueba de ello fueron los sucesos del 15 de septiembre en un centro comercial capitalino. Y seguirá de mal en peor mientras no se reconozca cuál es la raíz del problema. Para mí, la raíz es la prohibición al consumo de las drogas. Mientras esta no se elimine, seguiremos siendo la carne de cañón en una guerra perdida.

JORGE JACOBS A.

Esa guerra perdida contra las drogas cada vez se acerca más a nosotros. Prueba de ello fueron los sucesos del 15 de septiembre en un centro comercial capitalino. Y seguirá de mal en peor mientras no se reconozca cuál es la raíz del problema. Para mí, la raíz es la prohibición al consumo de las drogas. Mientras esta no se elimine, seguiremos siendo la carne de cañón en una guerra perdida.

Los argumentos a favor de eliminar la prohibición al consumo y distribución de drogas ya comienzan a hacer eco, incluso en México, donde esta “guerra” ya ha cobrado más de 20 mil vidas en poco menos de seis años, y costado muchos millones de dólares en gastos para sufragar dicha guerra.

Intentaré aquí resumir en muy pocas palabras los argumentos planteados por uno de mis maestros, Alberto Benegas Lynch, en su libro denominado La tragedia de la drogadicción. Una propuesta que les recomiendo a todos leer.

En primer lugar y por lógica, no es moral criminalizar lo que no constituye un crimen. En este sentido, no debe confundirse un vicio por el que una persona se daña a sí misma o a su propiedad con una lesión al derecho de terceros, a través de lo cual se daña a otras personas o a sus propiedades, y debe puntualizarse claramente que una cosa es el uso y otra el abuso, del mismo modo que no todos los que beben alcohol están en estado de delirium tremens.

En segundo lugar, la prima por el riesgo de operar en un mercado negro eleva el precio de la droga, generando abultados márgenes de ganancias, lo que desemboca en la creación de grandes, adineradas, poderosas y violentas redes de tráfico, en donde hasta los pushers o distribuidores al menudeo ganan miles de dólares semanales, haciendo que más individuos entren al negocio.

Tercero, el comercio en el mercado negro tiñe las actividades legítimas a través del lavado de dinero, lo cual oscurece las contabilidades y los registros de los negocios de una y otra característica. Estos inmensos flujos de dinero corrompen a autoridades policiales, jueces, gobernantes, militares y agencias encargadas de controlar el mercado de drogas, quienes se desvían, no solo de sus objetivos principales, que son prestar seguridad y justicia, sino que los corrompen al punto de que ni siquiera cumplen estas funciones y pasan también a ser parte del circuito criminal.

Cuarto, cuanto mayor es la persecución, más trabajo intensivo se hace en el mercado de drogas; cuanto mayor es la persecución en una zona, mayores son los estímulos e incentivos para la extensión del mercado a otras áreas; cuanto mayores son las dificultades para entrar la droga en un área, más intensiva se vuelve la actividad; cuanto mayor es la persecución, mayor es el número de gente violenta que se contrata en la actividad de las drogas; cuanto mayor es la persecución, mayor es el número de víctimas inocentes heridas y muertas.

Si se deja sin efecto esta llamada “guerra contra las drogas”, la eliminación del elemento crucial del “fruto prohibido”, la desaparición de los pushers y la no existencia de la publicidad constituyen tres factores que cambiarían lo que en la economía convencional se denomina “la función de la demanda”. La liberación del mercado de drogas no las propugnamos por razones primordialmente utilitarias, sino por motivos morales; es decir, no criminalizar lo que no constituye un crimen. Cada uno debe asumir la responsabilidad por lo que hace y, en una sociedad libre, el aparato de la fuerza que denominamos gobierno debe utilizar la violencia solo a título defensivo, nunca ofensivo.
Artículo publicado en el diario guatemalteco "Prensa Libre", el día jueves 23 de septiembre 2010.

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