martes, 21 de septiembre de 2010

Carta muy abierta a la Cicig


El nuevo comisionado, si es consecuente con lo que escribe, deberá empezar por disculparse con los guatemaltecos.
Estuardo Zapeta

Desde la idea peregrina de la “ciciacs” me opuse a ese experimento fallido de Naciones Unidas, y una vez convertida en versión más comestible, ya como “Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala, Cicig”, fue más vehemente mi crítica a este invento de la mente retorcida e improductiva de la burocracia internacional, bendecida por debiluchos políticos criollos que se desresponsabilizan de un trabajo que deben pero no quieren hacer.
El tiempo me dio la razón.

Hace unos días, Javier Ciurlizza, representante del Centro Internacional para la Justicia Transicional, expresó que el trabajo de la Cicig es un “laboratorio fascinante de lucha contra la impunidad.” (Tomo la cita del website de la Cicig.)

Eso somos para la Cicig, un “laboratorio” en el cual se han cometido muchos errores y menos ensayos, y en el cual no sé si está el Dr. Jekyll, Mr. Hyde, o “Frank-Stein”. O todo juntos.
He escuchado como la Cicig ha presentado “hipótesis” al estilo “Jóliwud,” o impunemente ha acusado a personas inocentes. Vaya si no hemos visto como la Cicig ha destrozado carreras, nombres, profesiones, personas, posiblemente entre algunos que, con o sin Cicig, deben ser perseguidos.

El website de la Cicig, una colección de alabanzas y de acciones inmaculadas, cita al gran Martin Luther King: “No me asombran ya los actos malos de la gente mala, sino tanta indiferencia de la gente buena”.

Parafraseo: “No me asombro de los errores de la Cicig, sino del silencio cobarde de los guatemaltecos.” (El mismo caso de Minugua, para más inri.)

El nuevo Comisionado, por lo menos, no trae trauma de “divo mediático”, como lo tenía “Castre-sarna”, quien se fue denunciando una fumada “conspiración” que era un exquisito invento digno de un guión para cine, pero no para luchar contra la impunidad. Ah, y con las porras de la “Suciedad Civil” tapaba sus metidas de pata.

Y ese es el reto del “nuevo comisionado” —cuyo artículo más reciente publica el 15 de este La Nación de Costa Rica, y “postea” la Comisión— salir del círculo y del circo mediático que al que este invento posmoderno y supranacional se había metido.

Uno de los errores garrafales de la Cicig ha sido tener una hipersensibilidad a la crítica. Hace unos meses, recuerdo, yo mismo, por mis críticas, fui considerado como parte de una “conspiración”, una estrategia, y una táctica para destruir a la Cicig. Gracias por el poder imputado, pero no lo tengo, Dios me libre, pero la Cicig no sé de dónde sí lo tiene; entonces puede deshacerme a mí y a cualquier periodista bajo el simple cargo de “críticos” y “complotistas”.

Ni mencionemos que puede implantar falsa evidencia para condenarme, o asociarme con cualquier cosa para culparme. Ganas, supongo, no le harán falta a los burócratas internacionales que ven en la Comisión casi el paso previo para la Secretaría General de la ONU, o masturbación parecida.

El nuevo comisionado, si es consecuente con lo que escribe, deberá empezar por disculparse con muchos guatemaltecos, o mejor dicho, con toda Guatemala, por los desmadres de su antecesor en nombre de la “comisión”.

No temí a la idea de la “ciciacs”, menos al experimento Cicig. Insisto, el tiempo me dio la razón.
Artículo publicado en el diario guatemalteco "Siglo XXI", el día martes 21 de septiembre 2010.

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