jueves, 30 de septiembre de 2010

El resultado de las elecciones parlamentarias del domingo en Venezuela bien podría ser el inicio del fin para esa utopía denominada “socialismo del si


El resultado de las elecciones parlamentarias del domingo en Venezuela bien podría ser el inicio del fin para esa utopía denominada “socialismo del siglo XXI”. A pesar de la gran campaña de Hugo Chávez y el manoseo de la legislación electoral para beneficio de su partido, el resultado le fue adverso. Lo que es más, esos dos factores hacen esta derrota más patética.


JORGE JACOBS A.

La no respuesta a la pregunta de la periodista venezolana Andreína Flores simplemente confirma lo importante que es esta derrota para el “comandante presidente”.

Según los resultados oficiales del Consejo Nacional Electoral (CNE), Chávez obtuvo 98 diputados, y la oposición, 67 —si se cuenta al partido Patria para Todos (PPT)—. Ahora bien, ese resultado no refleja la votación popular, ya que Chávez obtuvo cinco millones 399 mil 547 votos, mientras que la oposición obtuvo cinco millones 642 mil 553 —nuevamente, contando al PPT—. Si no se incluye al PPT, los resultados son 98 diputados para Chávez y 65 para la oposición, siendo los votos de la oposición cinco millones 312 mil 293; es decir, apenas 87 mil 281 votos menos que Chávez. Esta desproporción en los resultados de voto popular versus las curules obtenidas es una parte central de la derrota de Chávez.

En diciembre del año pasado, Chávez cambió la legislación electoral, de tal manera que le favoreciera a él en los lugares donde más apoyo tiene, y que complicara a la oposición en los lugares donde esta tiene más apoyo. La oposición denunció tal cambio, y Chávez y sus secuaces negaron que tuviera esa intención. Sin embargo, cuando los resultados de la elección hicieron evidente para todo el mundo el manoseo, Chávez no respondió.

Llegamos entonces a la conferencia de prensa del lunes, en donde la periodista venezolana Andreína Flores le pregunta: “¿Cómo se explica que con una diferencia de unos cien mil votos, la oposición haya logrado 37 diputados menos que el oficialismo?”. Esta pregunta lo sacó de sus casillas. Como suele hacer, despotricó contra la periodista, contra la oposición, contra el “imperialismo”, pero no dio una respuesta satisfactoria. Ante la evidencia tan clara, ni siquiera su proverbial labia pudo tapar el engaño y la mentira.

¿Y por qué digo “Chávez”, si eran elecciones parlamentarias y no presidenciales o un plebiscito?, pues porque el mismo Chávez lo hizo ver así y se dedicó a hacer campaña, como si él fuera el candidato y no los distintos candidatos a las curules. Y el resultado, por lo visto, también lo tomó como un plebiscito.

Lo cierto es que no logró su propósito de mantener una mayoría calificada en el Congreso, a pesar de utilizar todos los petrorrecursos del Gobierno para su campaña y los obstáculos legales y no tan legales que le puso a la oposición. Todavía controla con mayoría el Congreso, pero ya no puede pasar las reformas a la Constitución que se le antojen para simple trámite de sello.

Una nueva etapa empieza el próximo año en Venezuela. Si la oposición aprendió la lección de los últimos años y logra mantenerse unida, probablemente estemos presenciando el inicio del fin de esa ilusión del socialismo del siglo XXI. La corrupción, inseguridad, pobreza, apagones y decrecimiento económico que se viven hoy en Venezuela, a pesar de contar con el poder absoluto y recursos casi ilimitados durante los últimos cinco años, lo único que demuestran es el fracaso de la utopía de Chávez. Y debe ser un ejemplo para todos los países latinoamericanos de lo que nos espera si seguimos esa ruta.

Artículo publicado en el diario guatemalteco "Prensa Libre", el día jueves 30 de septiembre 2010.

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