jueves, 22 de septiembre de 2011

¿Qué frena nuestro progreso?

Ramón Parellada

Me preguntaron, ¿cómo veía los resultados de las elecciones y si creía que ahora tendríamos un cambio positivo para tener más prosperidad?. Respondo aquí.

Creer que con el cambio de Gobierno las cosas mejorarán es un error. Las cosas no se resolverán cambiando gobernantes ni diputados sino hay que hacer un cambio mayor en el sistema. Tal como se explicaba en el proyecto de cambio parcial a la Constitución de ProReforma(www.proreforma.org.gt) no se trata de cambiar al chofer del automóvil sino el automóvil. El sistema actual es cortoplacista y quienes llegan a él se adaptan al mismo como bomberos, apagando fuegos. No hay una visión ni actuación de largo plazo que es la que nos permitirá comenzar a progresar a niveles de generación de riqueza para todos.

Tenemos un congreso con personas que buscan sus intereses y los de sus representados. No es un acto irracional ni exclusivo de Guatemala sino que así ocurre en todas partes del mundo tal y como lo explica muy bien la Escuela de Public Choice. Todos son urgencias y cada oportunidad se la llevan los más listos. Parece que el pensamiento es que si no me lo llevo yo se lo lleva otro. Es una lucha por lograr obtener algo de lo poco que hay pero no de construir la base que genere riqueza para que en el futuro todos puedan disponer de más bienes y servicios, incluida la seguridad y la justicia.

El cambio de reglas del juego para lograr un progreso debe dirigirse hacia el fortalecimiento de un Estado de Derecho en el que todos seamos iguales ante la Ley, en el que se respeten sin excepción los derechos individuales como los de la vida, la propiedad y la libertad y en el que la certeza jurídica sea una norma y no una excepción.

Mi ejemplo favorito de certeza jurídica es el de los cepos. Hoy en día nadie se estaciona en un lugar marcado con una raya roja porque sabe con bastante seguridad que le pondrán cepo o retirarán su auto con una grúa. La certeza ante la Ley viene de aplicar el castigo al infractor sin excepción y no de tener infracciones muy onerosas. Lo mismo ocurrirá en el Gobierno cuando se tenga certeza jurídica en el sentido de que al atrapar a un delincuente sea debidamente juzgado y que se aplique la infracción correspondiente, sin excepción. También certeza jurídica implica estar seguro de que mi propiedad es mía y no sorprenderme porque pasó fraudulentamente a manos de otros.

Con estos cambios el país logrará disminuir su tasa de homicidio y otros tipos de delitos que frenan el desarrollo. Un país más seguro, donde la seguridad de mi propiedad, mi libertad y vida está mejor protegida permitirá atraer mucho capital que es la condición necesaria para la generación de más empleos productivos y permanentes. Un país donde la justicia no sea un sueño sino una realidad.

Un aspecto importante por resaltar es el de la carga fiscal. En la actualidad nos comparamos con países más desarrollados y concluimos que nuestra carga es baja. Falso. Esa comparación no es válida ya que debe hacerse entre nuestro país con su bajo nivel de riqueza y el de esos países desarrollados cuando tenían un nivel similar de riqueza. ¿Qué hicieron entonces para salir adelante? Sencillo, no tenían altas cargas tributarias sino muy bajas. Ni llegaban al 10% del PIB (Producto Interno Bruto).

Mi respuesta final a la pregunta de qué frena nuestro progreso es nuestra actual Constitución. Urge modificarla para crear un verdadero Estado de Derecho, fortalecer los derechos individuales, frenar la discrecionalidad de los funcionarios, simplificar la legislación, disminuir el gasto del Gobierno para que no sea una carga pesada y que quede balanceado a los ingresos tributarios.

Artículo publicado en el diario guatemalteco "Siglo 21", el día jueves 23 de septiembre 2011.

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