viernes, 23 de septiembre de 2011

¡Felicitaciones, otra vez, pueblo de Guatemala!

Armando de la Torre



¡Por esa nueva confirmación de tu madurez cívica!

El proceso electoral fue transparente; la afluencia de votantes, masiva; el conteo de los votos algo lento pero explicable dado las cinco boletas a contabilizar por votante; los debates con alguna más substancia que en elecciones anteriores; y el veredicto popular, lo más importante, en general bien meditado y bastante realista.


También lecciones de humildad para casi todos de los grandes egos de la vida pública, como el de la opción puntera en las encuestas, la del Otto Pérez Molina, y de su apadrinado para la alcaldía capitalina, tan forrado de millones para la campaña como ayuno de experiencia edilicia. Esto también se hizo extensivo a Álvaro Arzú, merecidamente reelecto, pero por un porcentaje no menos merecidamente disminuido.

Hubo, incluso, algunas propuestas de cierta originalidad, sobre todo por parte del menos esperado de los triunfadores: Manuel Baldizón. Hubo también sus ocasiones heroicas como en el caso de la candidata presidencial, Adela de Torrebiarte, ante los tribunales supremos del país, que fue coronada con la exclusión de la más ruidosa, vulgar e ilegítima de las candidaturas, la de la atrevida esposa de un Presidente sumamente débil de carácter.

Mis plácemes en especial para la presidenta del Tribunal Supremo Electoral, María Eugenia Villagrán, y el director del Registro de Ciudadanos, Miguel Solís Rojas.


Nunca faltan las plañideras, mujeres y hombres, que se quejan del entero proceso. Tampoco los resentidos contra el juicio popular; y uno que otro incidente lamentable en algunos rincones rurales –o en algún otro aledaño a la capital, como en San José Pinula– que no significaron una mácula importante para el entero panorama electoral.
Notable también fue el voluntariado de muchos jóvenes para las inevitables tareas de facilitación del ejercicio ordenado de los votos.


El resultado final con vistas a la segunda vuelta electoral ha sido probablemente para la mayoría sorprendente, pero que ahora nos permite un escudriño más a fondo de las respectivas personalidades y propuestas de los dos contendientes finales, como debe ser.


Hubo, eso sí, en mi opinión, omisiones criticables en la retórica de todos. Por ejemplo, la inminente dilucidación de nuestro diferendo sobre Belice en la Corte Internacional de Justicia de La Haya. También referencias al pésimo estado de la Nación con respecto a su infraestructura física y a la deuda pública que nos deja Álvaro Colom.
No menos, alguna iniciativa para que nuestros jóvenes –y provisionales– emigrantes puedan retener desde el extranjero, donde trabajan, su incorporación ciudadana para las votaciones. Y la discusión franca y abierta del principal de nuestros problemas sociales, la creciente deserción paterna por parte de hombres irresponsables.

Las únicas menciones que se hicieron a posibles reformas constitucionales las encontré improvisadas y peligrosamente ligeras, cuando hace poco más de un año la Legislatura saliente del Congreso tuvo a la mano por meses un proyecto serio, consistente y avanzado de las mismas y que engavetó torpemente.


En conjunto, un evento de talla histórica y una promesa de una Guatemala libre, próspera y justa que, sea dicho de paso, algunos gobiernos extranjeros, especialmente de Europa, parecen empeñados en no querer ver.
¡Felicitaciones, de nuevo, pueblo de Guatemala!


Artículo publicado en el diario guatemalteco "El Periódico', el día viernes 23 de septiembre 2011.

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