jueves, 1 de julio de 2010

Una semana convulsionada

En Guatemala se puede evitar el problema político sin cambiar la Constitución, otorgando Títulos de Usufructo del Subsuelo.

Ramón Parellada

El jueves de la semana pasada fue un día nefasto para las potenciales inversiones en Guatemala. Los titulares de todos los periódicos destacaban el cierre de la mina Marlin, pero además la renuncia del ministro de Energía y Minas, así como el de Finanzas. Estos dos se sumaban a la reciente renuncia del titular del Ministerio de Economía.

La renuncia del ministro de Finanzas nos tomó por sorpresa. Su sustituto es otra persona íntegra que también comparte la ideología del actual Gobierno, pero tendrá que lidiar para evitar el inminente déficit fiscal. Esta renuncia crea mucha incertidumbre en el país.

La dimisión del ahora ex ministro de Energía y Minas coincidió con el anuncio de la mina Marlin. Él fue un defensor sensato de la explotación de los recursos naturales no renovables, y no dejo de pensar en que esto pudo haber influido en su salida.

El cierre de la mina Marlin es político. No hay ni una sola prueba que demuestre que está contaminando el medioambiente. Esto es preocupante, porque el mensaje que se envía a potenciales inversionistas es que no vengan a invertir en Guatemala pues no se van a respetar los compromisos adquiridos y además se cambiarán las reglas del juego.

Considero que el tema de fondo de quienes se oponen a la explotación de recursos naturales no renovables radica en el porcentaje de regalías que reciben el Gobierno y la comunidad. Lo cierto es que si se cambian las reglas del juego se deben hacer para las nuevas inversiones, no para las que ya se han establecido, y hay que velar porque no causen un desincentivo en la actividad que se pretende explotar para beneficio de todos, desde los propietarios de la empresa explotadora, trabajadores, dueños de los terrenos, comunidades e incluso el Ejecutivo.

Considero que los activistas e incluso algunos obispos se han centrado en el aspecto económico de las regalías y que la crítica a la explotación a cielo abierto es sólo una excusa para alcanzar su objetivo. Mejor deberían ser claros y decir que este es el punto que les molesta y no estar usando otros argumentos que no son ciertos (al menos hasta ahora no se han comprobado) para alcanzar lo que desean.

El problema de Guatemala es que el subsuelo es del Estado, y como lo que es del Estado es de todos, al final resulta que lo que es de todos no es de nadie en particular. En los países donde el dueño del subsuelo es el mismo que el de la superficie se evitan todos estos problemas políticos. La gente puede opinar si una empresa está dañando los derechos individuales ajenos pero no puede opinar sobre lo que el propietario quiera hacer en su propiedad.

En Guatemala se puede evitar todo el problema político sin cambiar la Constitución, otorgando Títulos de Usufructo del Subsuelo a los propietarios de la superficie de esos terrenos.
Considero que esto daría mucha mayor seguridad a los inversionistas, generaría mayores ingresos a los propietarios de los terrenos (aumentaría el valor de las propiedades) y comunidades y disminuirían los conflictos causados por la indefinición de la propiedad de un recurso que puede resultar ser muy valioso para el desarrollo de los guatemaltecos.

Mientras tanto, los mensajes de la renuncia de ministros afines al gobierno y del cierre de la mina Marlin son negativos y alejan las inversiones del país. Estas acciones nos seguirán manteniendo pobres, como siempre.
Artículo publicado en el diario guatemalteco "Siglo XXI", el día jueves 01 de julio 2010.

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