jueves, 22 de julio de 2010

Libre comercio con Dominicana en peligro


“…el ser humano vive mejor cooperando pacíficamente en sociedad que si estuviera sólo o aislado...”

Ramón Parellada

El libre comercio entre República Dominicana y el resto de países centroamericanos está en peligro, debido a las acciones ilegales que la Dirección de Aduanas de ese país ha emprendido contra toda importación de productos fabricados en la región centroamericana.

No es de extrañar que de nuevo un gobierno ceda a las presiones de algunos grupos de industriales que en búsqueda de proteger su propio negocio traten de evitar la competencia. Importadores dominicanos de productos centroamericanos han comenzado a recibir notificaciones en las que deben pagar un impuesto de importación retroactivo y una multa que es 10 veces el valor de ese impuesto. De acuerdo con el Tratado de Libre Comercio no deberían pagar ni un centavo.

Lo que me temo es que pueda venir una guerra de revanchismo y represalias por parte de los gobiernos de Centroamérica y se tomen medidas similares, con lo cual el problema se agravaría aún más. Ha llegado el momento en que los ministros de la región unan sus voces a favor del libre comercio y que se respete el Tratado de Libre Comercio con Dominicana. Al fin y al cabo, todos nos beneficiamos, especialmente los compradores y consumidores finales en República Dominicana por tener acceso a precios menores y una mayor variedad de productos. Y si no, ¿para qué firmar tratados?

El Dr. Manuel Ayau en Guatemala siempre estuvo claro con el tema. El libre comercio beneficia a todas las partes involucradas. Por ello, ha sido un defensor incansable de la eliminación del proteccionismo en cualesquiera de sus expresiones. Muchos de sus escritos se pueden ver en Tópicos de Actualidad del CEES (Centro de Estudios Económico-Sociales) y en especial en un libro que publicó bajo el título de Un juego que no suma cero que además ha sido publicado en inglés y se puede conseguir electrónicamente.

Las ventajas del libre comercio y la división del trabajo con el consiguiente intercambio se las debemos particularmente a Adam Smith. En su libro Una investigación sobre la naturaleza y las causas de la riqueza de las Naciones, en 776, explica los mecanismos coordinadores de la cooperación social y la división del trabajo. Quienes participan de la división del trabajo se proveen bienes y servicios en forma recíproca mejor que si no existiera esta división de trabajo. “El uno provee al otro de lo que necesita, y recíprocamente, con lo cual se difunde una general abundancia en todos los rangos de la sociedad”.

Después de Smith, otro economista, en 1814, enunció una ley económica o principio que describe la razón por la cual el ser humano vive mejor cooperando pacíficamente en sociedad que si estuviera solo o aislado; incluso si una de las partes es menos productiva en todo con respecto a los demás. Se trata de David Ricardo, y el principio del que hablamos se denomina la Ley de Ricardo o Ley Ricardiana de Asociación, más conocida como Ley de Costos Comparativos. Otro economista, Ludwig von Mises, la llamaría simplemente Ley de Asociación. Esta ley nos describe cómo la división del trabajo y el consecuente intercambio es más productivo que la producción autártica (sin intercambio).

La conclusión es que la productividad del conjunto (división de trabajo e intercambio) es mayor que la productividad individual autártica, y que hasta el más ineficiente y menos capaz de todos los que participan en el intercambio gana y beneficia a los demás, siendo útil a la sociedad.

Artículo publicado en el diario guatemalteco "Siglo xxi", el día jueves 22 de julio de 2010.

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