jueves, 29 de julio de 2010

Escuelas económicas y la crisis

La tesis de Krugman es el equivalente a curar la drogadicción con más droga.

Federico Bauer Rodríguez

Mi columna anterior generó la mayor cantidad de comentarios electrónicos de todas las que he publicado. Muchos de esos comentarios se refieren a mi “atrevimiento” de criticar al economista Paul Krugman (keynesiano), en relación a su propuesta de seguir incrementando el gasto público, con el fin de salir de la crisis global, especialmente la europea.Esta crisis fue causada por el manejo irresponsable de las finanzas públicas, por lo que hasta los gobiernos socialistas como el de Rodríguez Zapatero, están tomando las medidas de austeridad más adecuadas, con el fin de no llegar a una situación como la de Grecia, en donde ha habido consecuencias muy negativas.

La tesis de Krugman es el equivalente a curar la drogadicción de una persona dándole más cocaína u otro narcótico similar. Las críticas a mi columna, como siempre, fueron ad hominem y no a lo que escribí.Con el fin de mantener el carácter académico de mi columna, me voy a permitir hacer una breve historia de cómo las distintas escuelas económicas influyen en la situación actual. Veamos:Si nos vamos unos cuatro siglos atrás, cuando la economía no era una ciencia formal, nos encontramos con los escolásticos tardíos, también conocidos como Escuela de Salamanca, quienes dentro de sus escritos sobre filosofía y moral, nos introducen conceptos de teoría del valor y de teoría monetaria, que a finales del siglo XIX se iban a convertir en principios fundamentales de la ciencia económica. Desafortunadamente para la humanidad, los escolásticos no nos legaron un cuerpo de principios económicos integrado, el cual hubiera evitado muchos desaciertos posteriores.

Luego, hace un poco más de dos siglos, los ahora llamados clásicos, Adam Smith, David Ricardo, et al., nos trajeron un aporte muy valioso en relación al daño que causa el mercantilismo a las ventajas de la división del trabajo y la Ley de Asociación, y en la gran prosperidad que se logra con el libre comercio. Intelectualmente, aquí podemos decir que nace la globalización económica.Desafortunadamente, los clásicos ignoran la teoría subjetiva del valor, y su trabajo intelectual se apoya en la teoría objetiva del valor, también conocida como valor-trabajo.

Medio siglo más tarde, Karl Marx y Federico Engels, arman una doctrina económica que ellos califican de “científica”, basada en la teoría del valor-trabajo de los clásicos y del determinismo histórico (similar a la Escuela Histórica de Prusia). La genialidad de estos dos soñadores, ninguno era economista, fue relacionar la historia y la sociología con la economía, con el fin de que sus tesis fueran aceptadas, aunque sus fundamentos estaban equivocados. Actualmente, la doctrina marxista es a la economía lo que la astrología es a la astronomía. En lo personal yo considero el marxismo como una religión (con sus slogans incendiarios) para los ateos, pero este es tema de otra columna.

Llegamos a 1871, año en que simultáneamente tres economistas –Menger, Jevons y Walras– de distintas escuelas, descubren (posiblemente leyeron a los escolásticos) la teoría subjetiva del valor y la publican de una manera académica, realizando un cambio fundamental en la manera de entender los principios económicos; tan importante, que hoy se le conoce como la Revolución Marginalista. La teoría del valor subjetivo también es conocida como Teoría de la Utilidad Marginal, y es aceptada por todas las escuelas económicas. Podemos decir que aquí nace la economía como una ciencia social formal. Continuaré en la próxima.

Artículo publicado en el diario guatemalteco "El Periodico", el dia jueves 29 de julio 2010.

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