miércoles, 14 de julio de 2010

¿“Imperialismo” de lo económico?


En las épocas se ha manifestado entre los pensadores cierta preferencia por alguna metodología especializada del saber.

Armando de la Torre

Gerald Radnitsky unos años atrás hizo público su asombro, con un título parecido al que encabeza este breve comentario, ante la enorme importancia metodológica que ha adquirido la disciplina económica en los análisis académicos de las demás ciencias sociales.

En todas las épocas se ha manifestado entre los pensadores cierta preferencia por alguna metodología especializada del saber. Los griegos, por ejemplo, de Sócrates y Platón en adelante, tendieron a considerarlo todo desde su subordinación al ángulo para ellos prioritario de la ética. Los modernos, en cambio, a partir de los logros de Galileo y Newton, hubimos de tender por centurias a privilegiar sobre los de las demás ciencias muy particular el enfoque de la Física mecánica. Hoy, en cambio, se antepone la metodología desarrollada para el estudio de los fenómenos derivados de la escasez de recursos y de sus usos alternativos (la economía) a cualquier otra.

Adam Smith abrió el camino. Desde entonces, más allá de lo que desde ese mismo ángulo han incorporado sociólogos, historiadores y psicólogos a sus respectivas disciplinas, se adentran también las especializaciones en las ciencias naturales (la tesis de Radnitsky). Y así tropezamos a cada paso con que químicos, biólogos, y aun astrofísicos, se atreven a sondear las más complejas interacciones de materia y energía hasta en los espacios siderales desde perspectivas de escasez y eficiencia.

Al Derecho, y a la consiguiente impartición de la justicia, le ha llegado su turno.

Siempre se ha sabido de la estrecha relación entre las realidades “económicas” y las normas jurídicas por las que se rigen desde los tiempos de Hammurabi. Su área más representativa podría identificarse como derecho mercantil, pero también se podría incluir en ella otros muchos tópicos del derecho civil, y aun del derecho penal, sobre todo desde cuando la moneda empezó a penetrar las instituciones jurídicas romanas hacia el siglo III antes de Cristo. El régimen de las obligaciones, la propiedad, los contratos, la herencia, responde a una estrecha correlación entre lo económico y lo jurídico.

Pero lo de hoy, lo que se ha dado en llamar análisis económico del derecho, es del todo nuevo. A su raíz se pretende una fusión revolucionaria de enfoques contrapuestos.

La rama del derecho (Ius) en el Occidente, desde los supuestos del derecho consuetudinario romano, pareció contrastar con la de la economía tal cual se la ha entendido desde Adam Smith y David Ricardo. Se las veía como ramas mutuamente autónomas del conocimiento, práctico en el uno, teórico en la otra. La primera se remitía a los hechos sólo ex post facto (los datos “positivos” según August Comte). La segunda empero, la economía, los pondera “ex ante”, en el intento de anticiparlos.

El movimiento contemporáneo de análisis económico del derecho ensaya conjugar ambas visiones, con el propósito de coadyuvar a la mayor creación de riqueza posible o, a la inversa, a la mayor reducción de sus costos. Se entiende, claro está, que a mayor eficiencia productiva, mayor justicia.

Tal propuesta ha provocado entre nosotros un interesante debate. Ante tal criterio en apariencia “economicista”, Humberto Grazioso, brillante profesor emérito de Filosofía del Derecho en la Universidad Francisco Marroquín y “iusnaturalista” de pura cepa, objeta que el bien de la justicia es por naturaleza anterior y superior a cualquier consideración exclusiva de eficiencia económica al producir y, por lo tanto, que permanece enteramente irreducible a la misma.

Otras eminencias guatemaltecas, Edwin Melini, Eduardo Mayora, hijo, José Luis González Dubón, Alejandro Baldizón et alii, y el juez y autor argentino, Ricardo Rojas, que nos honra con su visita por estos meses, parecen inclinarse a lo contrario.

En el debate, los identificados con la mayoritaria corriente jurídica positivista brillan por su ausencia...

(Continuará)

Artículo publicado en el diario guatemalteco "Siglo XXI", el día domingo 11 de julio 2010.

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