viernes, 16 de julio de 2010

“Salud y educación gratuitas”

Precio cero no implica costo cero; Jezabel no lo entendió así y terminó mal.

Karen Cancinos

“Denuncian escasez de recursos” era el título de una pequeña nota en un matutino. Se refería a la exigencia del Colegio de Médicos al Ministerio de Salud y otras dependencias gubernamentales para que doten de recursos a hospitales y unidades de atención especializada, que se encuentran en trapos de cucaracha, cosa que me hace preguntarme ¿y cuándo no han estado así?

Me llamó la atención el titular, no por el contenido del texto sino por la utilización irreflexiva que en el periodismo nacional se hace de ciertos términos. Escasez, por ejemplo. Escasez no es carestía: una de éstas, y aguda, es la que se observa en los hospitales en estos días. Escasez es un hecho de la vida, que encaramos todos. Sí, hasta los ricos, pues escasez tampoco es pobreza. El más que pudiente Donald Trump tiene un día de 24 horas, y se ve en cada momento de su existencia haciendo escogencias. De no haber escasez no tendríamos que elegir nada en ningún momento pues todo nos sería dado, pero entonces estaríamos en Jauja o en el Paraíso que el buen Señor nos ha prometido. Pero mientras nos encontremos en este valle de lágrimas la escasez es una constante, de manera que “denunciarla” es como despotricar contra el hecho de que tenemos dos ojos y no cuatro o uno solo, al mejor estilo ciclópeo.

A la par de esa misma nota, había otra, muy cortita menos mal, en la que se consignaba la visita de la cónyuge del Presidente en la entrega de instrumentos para medición de peso y talla, vaya usted a saber en dónde y cuándo. En fin, el punto es que las palabras de la señora Torres, citadas en el pequeño texto, me parecieron fabulosas. Me explico. A veces la gente dice o hace cosas que sirven de contraejemplos. Y Sandra se pinta sola para eso. Leer sus declaraciones, además de divertido, es muy aleccionador si de hacer análisis de las taras que aquejan a la casta politiquera iberoamericana se trata.

Vea si no esta perla salida de su boquita: “Ellos no quieren aceptar que por primera vez en 50 años la salud y la educación son gratuitas, sin cobrar un centavo. Si no se declara esto, hoy estaríamos a un paso de la privatización de estos servicios”. Quizá alguien que la aprecie podría explicarle que la salud y la educación no son jamás gratuitas: formar una sola enfermera, un técnico laboratorista, un médico, un maestro, acarrea costos, y elevados. Alguien los paga, y el hecho de que no sea la gente que se beneficia de sus servicios quien lo haga, no significa que conocimiento y tecnología brotan de la yerba o caen de los árboles.

Además, cada consulta realizada en un hospital, o cada lección impartida en una escuelita, no implica solo la existencia de capital humano, sino también de capital físico. El cirujano sin su instrumental quirúrgico no es tal, y el más inexperto maestro en la aldea más remota del país recurre a algún material didáctico, por rudimentario que sea. El bisturí y la tiza no son “gratuitos”, ni se hace uso de ellos “sin cobrar un centavo”, como demagógicamente afirma Torres.

Por alguna razón he pensando en Jezabel. ¿Recuerda, lector, a la reina inicua del Antiguo Testamento? La malvada pensaba que decretar precios cero significaba reducir costos también a cero. Consiguió la viña que su endeble marido quería, sí, pero a un costo altísimo para todos, comenzando por ella.

Artículo publicado en el diario guatemalteco "Siglo xxi", el día viernes 16 de julio de 2010.

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