viernes, 10 de febrero de 2012

Gallina de huevos de oro


Estuardo Zapeta

Cada día la gallina ponía un huevo, y desde el primer hallazgo, los granjeros la cuidaron, le daban alimento, agua, y el heno de su nido fue mejorado.

La historia es tan antigua, pero la verdad encerrada en ella es tan actual, tan profunda, y tan sabia, que no contarla estos días en que la “Gallina de los huevos de oro” está en peligro de ser destazada, y sus pedazos devorados por políticos rapaces, sería una irresponsabilidad de parte mía.

La fábula, atribuida a Esopo, un liberto, con una mente brillante, en la versión original es relatada con Gansos, pero dado que la comprensión de los políticos es tan reducida, por ALAGARTADOS, mejor la cuento con gallina.

Algo extraño sucede en la granja del relato, una de las gallinas empieza a poner huevos raros, tan raros, que marido y mujer se quedan con la boca abierta por no poder creer lo que sus ojos ven. Los huevos eran de oro puro.

Los granjeros creyeron que esta era un error de la naturaleza, pero no. La gallina era normal.

Cada día la gallina ponía un huevo, y desde el primer hallazgo, los granjeros la cuidaron, le daban alimento, agua, y el heno de su nido fue mejorado.

Todo bien, hasta que un día la avaricia toco el corazón del granjero. Y pensó: “¿Por qué debo esperar cada día la llegada de un huevo. Será mejor matar a la gallina y sacarle todo el oro que lleva adentro. Así me haré rico más rápido . . .”

El granjero consultó con su esposa, a lo cual ella respondió con duda: “¿Será?” Y el granjero no sitió el apoyo de tan sabia mujer, ya que ella dudaba de la decisión insensata del hombre.

Pero como el granjero era cuasi político Chapín, primero no le hizo caso a su mujer, segundo fue vencido por la avaricia, y tercero procedió a matar y abrir a la bondadosa gallina, suponiendo él que con eso obtendría todo el oro más rápido.

Y cuál fue la sorpresa que además de tripas, estiércol, y vísceras, no encontró el bendito oro que por alagartado dijo que iba a obtener de las entrañas del animal. Tanto granjero como esposa y familia terminaron en la calle de la amargura, lamentándose él por qué había hecho semejante insensatez.

Algo similar sucede hoy con el gobierno y el aumento de impuestos porque creen que destazando a los tributarios, individuos y empresas, van a obtener más recursos más rápido.

Todo lo que necesita la gallina de los huevos de oro –léase nosotros los tributarios—es condiciones para producir los huevos de oro, no que nos destacen por la avaricia de algún burócrata que mal aconseja al Presidente.

Las condiciones de seguridad, certeza jurídica, respeto a los contratos, pero sobre todo el respeto a la Vida, Propiedad y Libertad, sin cargas innecesarias, son prerrequisitos para reactivar esta economía alicaída.

El desconocimiento de algo tan elemental es lo que lleva a los gobiernos a cometer insensateces que luego debemos pagar los tributarios. Sólo las condiciones mínimas harán que la gallina siga dando los huevos de oro. Ponerle más cargas a este animalito sólo hace que “otras” gallinas huyan, y otras simple y sencillamente busquen otros “gallineros.”

Esopo dejó una gran lección económica, no verla es un error que se pagará muy, pero muy caro. Y destazar a la gallina sólo trae maldición a “la granja”, al granjero, a la familia, y a esta gran Nación

Artículo publicado en el diario guatemalteco "Siglo 21", el día viernes 10 de febrero 2012.

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