viernes, 3 de febrero de 2012

De “La Bolsa” al “Canastón Pérez”


Karen Cancinos

Los recipiendarios de la ayuda gubernamental no son víctimas. Ni extraterrestres.

Ayer, Siglo.21 y otros diarios publicaron en primera plana los “hallazgos” de la administración actual sobre la Bolsa Solidaria (según el jocoso tendero, la tal Bolsa será sustituida por un “Canastón Pérez”). Que si era un mecanismo electorero, que si desviaba fondos públicos para proselitismo oficialista, que si corruptela, que si clientelismo. Pues todo eso noticia no es, pero me parece muy bien que abusos y delitos sean señalados, y que se obligue a responder por su comisión a quienes sea menester.

Muy convenientemente, Rafael Espada se ha desligado de los desmanes de la UNE y ahora dice que “Sandra Torres y la Presidencia manejaban esos programas”. Bueno, en parte dice verdad: él estuvo muy ocupado cuatro años jugando al capirucho y al simulador de aviones, enamorando a su joven nueva esposa y fingiendo demencia ante la compra de ropa interior femenina y otras cosillas con fondos de la vice presidencia, supuestamente a su cargo. Tiempo no tuvo, el pobre, para hacer lo que debía.

Pero dejemos a este hombrecito bien apertrechado en el refugio que encontró en el PARLACEN, ese antro, y volvamos a la Bolsa Solidaria y demás proyectos del mismo jaez, de los que se ocupará ahora el llamado Ministerio de Desarrollo. Digamos para comenzar que el desarrollo –si por tal entendemos crecimiento económico y por ende mejora en los indicadores de nivel de vida de los ciudadanos– no se puede planificar, dirigir o ejecutar desde una oficina gubernamental, pero si lo que tal Ministerio pretende es limpiar el estropicio descomunal dejado por la campaña de la ex mujer de Colom, aceptémoslo.

Ahora bien, me gustaría explorar un poco las ideas de las que partirán los encargados de ese trabajo sobre el tema de la pobreza. ¿Se tratará de aliviarla o de “combatirla”? Como sea que le llamen a su visión, sugiero que tengan presentes un par de cosas. En primer lugar, deben adquirir una visión correcta sobre las personas susceptibles de recibir ayuda. Porque los izquierdistas sin luces los ven como víctimas, y los derechistas sin luces, como extraterrestres. Y no son ni lo uno ni lo otro, sino personas, con toda la dignidad que eso conlleva. Pienso que en cualquier política pública debe subyacer siempre una concepción antropológica que honre la humanidad, no que la denigre.

En segundo lugar, los nuevos burócratas deben tener claro que los programas destinados a paliar la pobreza son necesarios e importantes, pero tienen su debido lugar en situaciones de emergencia, y esta es por definición temporal.

Las casas caídas se reconstruyen, las cosechas perdidas se vuelven a plantar, la actividad que ya no tiene cabida en la vorágine mundial se reemplaza por otra más productiva… Claro que mientras se erige un nuevo techo, o sana la tierra erosionada o inundada, o se halla un nuevo rumbo laboral, la ayuda solidaria de los demás es bienvenida y aceptada por gente digna y de buena fe. Y por ese mismo sentido de dignidad, tal gente no está dispuesta a vivir permanentemente a expensas de otros. Por eso hay que considerar siempre a los recipiendarios de la ayuda gubernamental –focalizada y temporal, se entiende– no como bocas que engullen sino como

Artículo publicado en el diario guatemalteco "siglo 21", el día viernes 03 de enero 2012.

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