jueves, 2 de febrero de 2012

¿Engañados?


POR JORGE JACOBS A.

Durante varios días intenté comprender la lógica -si es que había alguna- detrás de los cambios propuestos al Impuesto Sobre la Renta (ISR), y debo confesar que no lo logré. Por más que lo intento no entiendo por qué ahora quieren incentivar que la gente y las empresas se regresen al problemático régimen optativo en lugar de pasarse al régimen general. ¿Será que hay gato encerrado? Debo empezar reafirmando la postura que he sostenido durante ya muchos años en contra del ISR. No cabe aquí la explicación pero los remito a un excelente artículo que Manuel Ayau publicó aquí mismo en Prensa Libre hace algún tiempo.

Dicho esto, reconozco que si va a existir un ISR, el régimen general actual es muchísimo mejor que el optativo. No solo es más fácil de pagar sino también de fiscalizar y ni la iniciativa privada ni el Gobierno desperdician valiosos y escasos recursos jugando al gato y al ratón para tratar de establecer cuáles son los costos y las utilidades “reales” de una empresa.

Por si esas ventajas no fueran suficientes, está la que para mí es la más importante: la privacidad. Los funcionarios de la SAT no debieran tener que estar metiendo las narices en cómo se utilizan los fondos de las empresas, pero el régimen optativo los obliga a hacerlo para determinar cuál es, según ellos, la verdadera utilidad de la empresa. En el régimen general, no tienen esa necesidad, lo único que debe preocuparles es que se facture todo lo que vende la empresa —y ahora, con la Ley Anti-inversión II, tienen más formas de hacerlo—.

Por esas razones creo que va en el mejor interés de todos, tributarios y gobernantes, fomentar el que más personas y empresas se adhieran al régimen general. Y por eso es que no entiendo las reformas.

Actualmente, con la tasa del 31% del ISR optativo y del 5% del general, el punto donde convergen ambos sistemas es en el 16.1% de utilidades. Si le descontamos un 25% para tomar en consideración los problemas y costos adicionales que se evita uno al estar en el régimen general, este punto baja al 12.1% de utilidades. Eso significa que si mi empresa tiene utilidades arriba del 12.1%, voy a pagar menos ISR en el régimen general. Para poner esto en perspectiva, históricamente en Estados Unidos las empresas han tenido un promedio del 6% de utilidad. Es decir, esa tasa todavía está alta, pero se puede considerar para evitar todos los problemas y discrecionalidad del otro régimen.

Ahora bien, con los cambios que pretenden subir la tasa del régimen general un 40% (al 7%) y bajar al 25% el optativo, esta cifra donde convergen los regímenes brinca hasta el 28%, y si le bajamos el 25% que mencioné antes queda en 21%, es decir casi el doble que en la actualidad. En pocas palabras, nadie en su sano juicio optaría por el régimen general, a no ser que tenga utilidades extraordinarias. O lo que es lo mismo, los incentivos están puestos para que todos nos pasemos al régimen optativo. ¿Por qué? No lo entiendo. A menos que sea cierto lo que dicen las “malas lenguas”, que es por puro prurito ideológico de algunos funcionarios para quienes el régimen general no es un “verdadero impuesto sobre la renta” y el otro sí.

¿Alguien le habrá explicado esto al presidente, o lo tienen engañado?

Artículo publicado en el diario guatemalteco "Prensa Libre", el día jueves 02 de febrero 2012.

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