jueves, 16 de febrero de 2012

Drogas: un necesario debate


Ramón Parellada

El presidente de Guatemala, Otto Pérez Molina, ha lanzado una invitación a sus homólogos de Centroamérica incluyendo a Panamá, Colombia, México y sobre todo Estados Unidos de América a debatir sobre la legalización de las drogas. Considero que es un comienzo para un debate necesario, ya que la prohibición actual ha sido un total fracaso.

El fin de semana pasado falleció la famosa cantante Whitney Houston. Tenía una voz privilegiada. Parece ser que era adicta a ciertas drogas legales y se cree que murió de una combinación de un ansiolítico en combinación con alcohol. Traigo esto a colación porque hay mucha gente adicta a drogas legales cuya adquisición se puede hacer libremente en algunos países o con prescripción médica en otros. Una droga para quitar el dolor también puede causar adicción y dependencia y nadie está hablando de prohibirlas pues, como muchas cosas de este tipo, usarlas correctamente son buenas también para la vida.

Nadie de los que yo conozco que defienden la legalización de la producción, transporte, distribución y consumo de drogas considera que llegar a drogarse y volverse adicto sea bueno ni deseable. Sin embargo, la prohibición no lo ha evitado. Además, cualquier persona puede adquirir marihuana, cocaína, éxtasis, y muchas otras drogas químicas peores en cualquier colegio o escuela (en Estados Unidos de América se pueden conseguir en casi cualquier escuela, especialmente las públicas), discoteca y en las calles. ¿Funciona la prohibición? No, claro que no.

Quienes defienden la prohibición que si se ha reducido el consumo de estas drogas. Sin embargo se siguen vendiendo y lo que no dicen es que ha crecido el consumo de otros tipos de drogas legales. El que se quiere drogar lo va a hacer de una u otra forma, con prohibición o sin prohibición. Sin embargo, al ser legal la venta, distribución, transporte y consumo se reducen los riesgos de productos verdaderamente letales (variación del ingrediente activo) para los consumidores y se elimina esa red de traficantes que a su vez se han convertido en criminales (asesinos) causando miles de muertes crueles y violentas en los países de paso para llevar la droga a su destino final.

Un amigo que descubrió que su hija estaba en drogas me comentaba: “Cuando la descubrimos con mi esposa no lo creíamos y nos entristecimos mucho pero jamás se nos ocurrió que tenía que llevarla a la policía y denunciarla, pues tenía cierta cantidad de droga en su dormitorio, sino que pedimos ayuda a expertos en adicciones para que la trataran de su enfermedad de adicción. Trabajamos como una familia unida y no queríamos al gobierno metido en nuestras vidas”. Con la prohibición muchos consumidores van a parar a las cárceles y no a centros de rehabilitación y ayuda. La prohibición no sólo no ayuda a estas personas sino que las criminaliza y les hace vivir un calvario adicional al que ya están viviendo por su adicción.

El argumento principal contra la legalización de las drogas sigue siendo moral; consumir drogas no es un crimen, pero dañar los derechos de terceros sí lo es. Por ello, si alguien quiere drogarse, al igual que emborracharse, tiene el derecho de hacerlo siempre y cuando no dañe derechos ajenos. Alguien me decía que entonces también legalicemos el asesinato, el robo, el secuestro, etc... No es lo mismo, porque estos casos sí son de daño a la propiedad o vida de terceras personas.

Bienvenida la valiente y audaz iniciativa de Otto Pérez Molina. Ojalá que el resto de presidentes de los demás países, empezando por Estados Unidos de América, quien es el principal impulsor de la prohibición, pierdan el miedo a debatir abiertamente este tema.

Artículo publicado en el diario guatemalteco "Siglo 21", el día jueves 16 de febrero 2012.

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