miércoles, 25 de enero de 2012

Rumbo económico: tres preguntas


Carroll Ríos de Rodríguez

La corrupción contamina el aparato estatal, en tanto el gasto público aumentó sustancialmente el año pasado.

Ya salió la edición 2012 del Índice de Libertad Económica, publicado por Heritage Foundation y The Wall Street Journal. Hoy existen otras mediciones más técnicas y precisas, pero a lo largo de 18 años este índice ha revelado tendencias que nos enseñan cosas valiosas. Me surgieron tres preguntas interesantes tras enterarme de que, con un punteo global de 60.9, Guatemala retrocedió a la casilla 82 del total de 179 países incluidos en el estudio.

¿Por qué empeoramos? La mayoría de nosotros podría adivinar que nuestra calificación bajó debido a que no hemos logrado instaurar un verdadero Estado de Derecho. La corrupción contamina el aparato estatal, en tanto el gasto público aumentó sustancialmente el año pasado. Los derechos de propiedad siguen siendo precarios y los ciudadanos no tenemos acceso a justicia pronta y certera. Adicionalmente, el ambiente para hacer negocios nos coloca casi a la cola del listado mundial, en la posición 146, pues no avanzamos en la simplificación administrativa, la claridad regulatoria y la eliminación de trámites engorrosos.

¿Qué hacen bien los países exitosos? Curiosamente, mientras en 90 economías se registraron repliegues, 75 países cosecharon adelantos. De ellos, 73 son considerados países en vías de desarrollo. Por ejemplo, la República de Mauricio, en el océano Índico, es la primera nación africana de la región al sur del Sahara que se ubica entre los primeros diez puestos del índice. Es una economía insular pequeña, multicultural, con escasos recursos naturales. Mauricio está abierta a la inversión, la innovación, la diversificación de la economía, y el comercio internacional. Su régimen tributario es competitivo. Los autores del índice atribuyen su notable crecimiento en los últimos años a “un marco legal sensato y transparente que hace valer firmemente el Estado de Derecho!”. De hecho, concluyen que un continuado compromiso con el Estado de Derecho y los mercados libres ha permitido a países como Suiza, Nueva Zelanda y Australia, navegar la incertidumbre que sacudió a la económica mundial en los últimos años.

¿Para qué ser libres? La libertad económica no es deseable porque nos ayudaría a sacar una calificación superior en este índice, sino por los innegables beneficios para la población. Los países más reprimidos manifiestan una intensidad de pobreza, según los parámetros fijados por las Naciones Unidas, mucho mayor que los países libres. Crecen muy lentamente su rendimiento y el ingreso per cápita. Lamentablemente, en pleno Siglo XXI la mayor parte de la población mundial aún vive en regímenes reprimidos o con poca libertad.

La experiencia histórica, inclusive la crisis financiera mundial, aconseja una política económica menos represiva. Más que cualquier otro factor, la rápida expansión del poder gubernamental y del gasto público conducen al estancamiento, y hasta al deterioro económico. Con pasos sólidos en la dirección recomendada por la evidencia, la economía de Guatemala puede dar brincos notables hacia una mayor prosperidad generalizada.

Artículo publicado en el diario guatemalteco "Siglo 21", el día miércoles 25 de enero 2012.

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