martes, 31 de enero de 2012

Chalequismo y casquismo


Estuardo Zapeta

Eso del bendito chaleco parece una broma, o un “globito”, para quitar la atención de un tema fundamental –digamos, los impuestos.

Eso del bendito chaleco parece una broma, o un “globito”, para quitar la atención de un tema fundamental –digamos, los impuestos-- y llamar la atención a una banalidad en el tema de Seguridad, pero a mí sí me sirve cómo punto de análisis para poder rebatir las premisas acerca de como piensa un burócrata “genio” de la “ingeniería social.” Así que disfrutemos la lógica “chalequista”.

La premisa inicial puedo expresarla así: “Si todos los motoristas son obligados a vestir un chaleco de color uniforme y con los números de matrícula visibles, tanto en el chaleco como en el casco, entonces los ladrones serán fácilmente identificados y, con eso, se terminará la criminalidad contra los pilotos, las y los conductores de automóviles y cumpliremos con nuestro objetivo de seguridad ciudadana”.

Eso es, en el más feliz de los casos, un razonamiento ingenuo, pero prosigamos.

La primera suposición aquí es: “los ladrones vestirán chalecos que los identifiquen.”No se ría, por favor”.

Imagínese al ladrón temprano por la mañana, levantándose, desperezándose, esperando que su “chaleco” esté listo, planchado, oloroso, y su casco esté lustroso, brillante, sin sudor del día anterior, despidiéndose de su esposa y sus hijos, y prometiendo que regresará para la cena. Beso de despedida, la esposa le hace la señal de la cruz sobre la frente, lo bendice, arranca la moto, y a asaltar se ha dicho.

El cuadro opuesto sería el del ladrón en crisis. Léase: ladrón que se levanta, no tiene listo su chaleco, el casco está sucio, se le han caído los números de matrícula, la esposa ni se ha levantado, los hijos no quieren ir a la escuela, y él decide: “Hoy no tengo chaleco limpio, ni casco identificado, por eso no iré a robar, ni a matar pilotos, mi vida es un desastre”, y, acto seguido, rompe en llanto, y el hombre inconsolable ese día no lleva el sustento a su estable y funcional hogar.

Pregunto: ¿A quién, en la burocracia, se le ocurrió, primero, que los ladrones y sicarios motorizados utilizarían “chaleco y casco” identificados, y, segundo, que usarían chaleco y casco de su propiedad, si no entonces estarían “incapacitados” para ser criminales?

El burócrata, en general, sigue la lógica “latina” expresada arriba, pero hasta llamarle “lógica” es una ofensa, ya que es en realidad una falacia. Y así para los motoristas, así también para quienes tenemos un teléfono celular, o el caso de los que sí pagamos impuestos (la minoría), o para quienes fuman, y así podría continuar con ejemplos, pero baste el de los “chalecos y cascos” para ilustrar la estupidez extrema.

Esa política pública de “chalecos y cascos” como uniforme para motoristas con el fin de dizque combatir la delincuencia es un fracaso desde sus bases propositivas porque criminaliza a todos los motoristas suponiendo que así se diferenciará a los delincuentes en moto.

Y si todos los motoristas son criminalizados esa es una ventaja competitiva para el delincuente que atraerá a más delincuentes a motorizarse.

Artículo publicado en el diario guatemalteco "Siglo 21", el día martes 31 de enero 2012.

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