jueves, 12 de enero de 2012

La calificación


JORGE JACOBS A.

En los postreros días del gobierno de Álvaro Colom, ante la ausencia de reconocimiento alguno, él mismo se ha calificado con un 8 sobre 10 y hecho que le otorguen absurdamente “condecoraciones” oficiales como un tributo a su supuesta labor. Indigno, aunque adecuado, final para un desastroso gobierno al que casi todos los demás queremos sepultar en el hoyo más profundo de la historia. No me atrevería a calificarlo como el peor de la historia de nuestro país, ya que no viví bajo muchos de ellos, pero sí lo puedo calificar como el peor entre los que he vivido ya con un poco de conciencia de lo que pasaba alrededor mío.

Y más cuando uno recuerda cosas como que la campaña la ganó engañando a muchos con que “la violencia se combate con inteligencia”, y ya montado en el Guacamolón sacó las uñas, se rió de todos los ingenuos que le creyeron y dijo: “si quieren seguridad, paguen más impuestos, porque los que ya pagan los voy a usar para mis proyectos sociales”.

Dicho y hecho, la inseguridad siguió siendo el principal problema de todos los habitantes de Guatemala y unas 25 mil personas murieron debido, en parte, a la ineptitud de los funcionarios públicos, pero principalmente a su mala fe de desentenderse de esa que es la principal razón de ser de cualquier gobierno. Mucha de esa sangre recaerá sobre sus cabezas.

Colom también tiene el descaro de decir que en su gobierno no hubo corrupción, cuando es palpable para cualquiera con dos dedos de frente que se gastaron casi 50 mil millones de quetzales en infraestructura, y esta no se ve por ningún lado. ¿A dónde fueron a parar esos miles de millones de quetzales? Le puedo garantizar que no están en las carreteras.

La excusa, lamento y quejido de Colom estos cuatro años fue que no tenía dinero. Esa es una mentira. Su gobierno es el que más dinero ha recaudado en la historia, además de ser el que más nos ha endeudado. En todo caso, por lo menos en la infraestructura no puede argumentar que no se hizo porque no había dinero, ya que el dinero sí lo “ejecutaron”. Que no se vea dónde está es otra cosa muy diferente.

Colom se puede jactar, eso sí, de haber hecho la campaña política perdedora más cara de la historia, ya que despilfarró casi tres mil millones de quetzales para tratar de asegurar la continuidad del progreso de su familia, pero ni eso le funcionó, y al final fue un fracaso desde cualquier punto de vista: no logró que su partido siguiera en el poder, ni mucho menos el supuesto propósito bajo el cual escondía sus ansias de continuismo, a saber, sacar de la pobreza a la gente. Según las estadísticas más recientes, durante su gobierno el número de pobres, tanto porcentual como absolutamente, se incrementó.

A todo esto hay que sumar muchísimos escándalos más, que el espacio no permite enumerar. Gracias a Dios, ya se van. Lo único que queremos ahora es que les cuenten las costillas y que paguen los desmanes que cometieron.

Artículo publicado en el diario guatemalteco "Siglo 21", el día jueves 12 enero 2012.

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