martes, 17 de enero de 2012

Élites y Liderazgo


Estuardo Zapeta

No todas las élites están conformadas por “líderes”, ni todos los líderes pertenecen siempre a una élite.

En el discurso del presidente general Otto Pérez Molina en la Brigada Mariscal Zavala un tema surgió con fuerza como fundamento de “el cambio”: El liderazgo sobre valores y principios. Y en ese contexto me parece importante presentar estas ideas “crudas”.

No todas las élites están conformadas por “líderes”, ni todos los líderes pertenecen siempre a una élite. Esa premisa abre el debate ante una disyuntiva en la búsqueda de Liderazgo y Valores que aunados a un concepto Transformacional acerca de las bases del Liderazgo real, y que serían los abanderados del progreso de una nación.

Y es que el estudio de las élites demuestra que, a) son grupos conformados por intereses gremiales; b) forman un nivel de cohesión alrededor de objetivos generalmente gremiales; c) homogeneizan intereses en los participantes de un “sector” específico; d) terminan formando “frentes sociales” de protección gremial que se convierten en privilegios; y, e) compiten con los liderazgos legítimos en unos casos, y en otros cooptan el liderazgo para atraerlo hacia una causa gremializada.

Aunque el origen de una élite ha estado en el “mérito” –a eso conocemos como “meritocracia”--, el ejercicio de decisiones de una o varias élites en una nación es generalmente confundida con Liderazgo.

De acuerdo con Carlos Alberto Montaner una élite es “uno o varios grupos que dirigen y administran los principales sectores de una sociedad; son esos que actúan en nombre de ciertos valores, actitudes e ideologías, que, en el caso de América Latina, no favorecen el progreso colectivo. No existe un responsable individual, sino un gran número de personas que ocupan posiciones de liderazgo en los sectores público y privado quienes son los principales responsables de perpetuar la pobreza en la región”.

El argumento central de Montaner es que el subdesarrollo de América Latina se debe a un fracaso de las élites, y que éstas a su vez son el reflejo de la sociedad en la que se desarrollan, y que para fines de argumentación el autor divide en seis grupos: “política, militar, empresarial, religiosa, intelectual y los izquierdistas”.

He aquí la disyuntiva entre “liderazgo y élite”, y posiblemente ahí también está la confusión por la que se intercambian los conceptos en el discurso.

Una élite no es necesariamente un grupo de “líderes”, sino un grupo de personas que por sus logros y reconocimiento se aglutinan en la defensa de intereses colectivos.

El ex presidente del Gobierno Español José María Aznar señala que “el liderazgo necesita convicción y decisión. El ejercicio auténtico de liderazgo es el que combina convicciones fuertes con capacidad de decisión. Hay otros factores importantes. Está la capacidad de comunicación, que es indispensable en un mundo en el que hay que llegar a personas que viven en circunstancias tan diversas. Está la capacidad de formar equipos, está también la capacidad de persuasión. Pero por encima de todo esto están las convicciones y la capacidad de decisión”.

Aquí viene mi advertencia al presidente Pérez: No confunda una con la otra.

Artículo publicado en el diario guatemalteco "Siglo 21", el día martes 17 de enero 2012.

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