viernes, 12 de noviembre de 2010

Réquiem por la CICIG


El nacimiento inmune de la CICIG derrotó su misión, y se convirtió en el caso de “la impunidad de la antiimpunidad”.

Estuardo Zapeta

Ya escucho a los cargadores, la banda y las matracas, además de las lloronas (esas mujeres y a las locas de las ONG que dizque defienden los derechos e izquierdos humanos) contratadas para la ocasión. Sólo esperan que se desconecten los “aparatos” que mantienen vivo, pero en coma, a esa denominada “comisión internacional”, y no se ría, “contra la impunidad,” le dije que no se riera, “en Guatemala.”

Invento ese de las más desocupadas mentes; seguimiento ese de los más huevos tibios de Álvaro y achichincles que siempre andan luciendo de muy progres ellos ante la sacrosanta comunidad internacional, pero que de lucha contra la impunidad, o combate a grupos para-lelos, no hemos visto, pero ni el humito.

Y así, entre más penas y menos glorias, la tal CICIG empieza a desvanecerse, derrotada (no por los grupos para-lelos que ellos ya quisieran que los atacasen, ni por las “campañas de desprestigio” que dicen ellos que un grupo de “poder” les hace; ni tampoco por los “poderes fácticos” que siempre argumentan, pero que jamás muestran.

Vaya sorpresa, la Cicig fue autoderrotada desde adentro, desde su concepción, alumbramiento y subsiguiente aborto, porque toda su existencia ni sirve, ni cumple con las necesidades de Guatemala; su alumbramiento fue, además de innecesario, demasiado impune, y su existencia no es una lucha contra la impunidad, sino más parece una alcahuetería total a lo malo.

(Extraño que el caso de un presunto “acosador sexual” dentro de la CICIG, caso que no pueda ser ni discutido, porque el chichito presuntamente acusado de tal delito tiene, oh contradicción, “inmunidad” y es inim-puta-able. O sea, que cualquier miembro de la CICIG puede violar a media Guatemala, robar lo que quiera, asesinar, no pagar la renta y darle rienda suelta a la hilacha, que los guatemaltecos estamos indefensos frente a tal experimento fallido de las Necio-nes Sumidas).

El nacimiento impune, perdón digo inmune, de la CICIG derrotó su misión desde la concepción, para convertirse en el conocido caso de “la impunidad de la antiimpunidad”. Esto es, que creyéndose superior a la normativa guatemalteca, y aprobada como tal, ese ente termina siendo igual, o peor, que los impunes contra los que presuntamente pelea. Casos de contradicciones globalmente conocidos en esta línea son los de “racismo del antiracismo” y el del “terrorismo de antiterrorismo,” o sea que los “antiterroristas” terminan siendo más terroristas (y utilizando tácticas terroristas) que los terroristas que supuestamente iban a derrotar.

Y Dios guarde quién levante su voz contra el pecado original de impunidad de la CICIG, corriendo lo asocian con el “crimen organizado”, sin percatarse que “matando al mensajero no invalidan el mensaje.”

Entonces, la CICIG es un ente que nace infectado del virus contra el que debía pelear, y es ese virus el que al final lo mata, lo carcome y lo desintegra desde las entrañas, y lo único lamentable es que en su errático camino destruye a toda una nación, debilitando a las instituciones que se suponía debía fortalecer.

La CICIG debe cerrarse hoy, porque si sé que perderé mil y paro cuando voy por 200, entonces habré “ahorrado” 800. Y si la destrucción impune e institucional de la Cicig ya sabemos que será total, es moralmente imperativo detenerla hoy.
Curados estamos.

Artículo publicado en el diario guatemalteco "Siglo XXI", el día viernes 12 de noviembre 2010.

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