jueves, 18 de noviembre de 2010

La caída


Ante la indefendible situación en la que los miembros actuales y pasados de la Cicig se han puesto ellos mismos, nuevamente salen con las absurdas acusaciones de una “campaña de desprestigio” en su contra por parte de algunos columnistas. Como no tienen la decencia de hacer acusaciones directas, y como yo he sido uno de los columnistas que quizás más he hablado en contra de muchas de sus actuaciones, me permito transcribir aquí parte de un artículo que publiqué en este mismo medio el 27 de enero del 2004, en donde expongo por qué me oponía a la Ciciacs —precursora de la Cicig—.
JORGE JACOBS A.

Mis argumentos no han cambiado y la telenovela en que se encuentran actualmente confirma la razón que he tenido para oponerme, como verán, desde mucho tiempo atrás.

“Estoy en contra de la creación de la Comisión de Investigación de Cuerpos Ilegales y Aparatos Clandestinos de Seguridad (Ciciacs) porque creo que un error no se corrige cometiendo otro error. Sin embargo, quienes apoyan la creación de dicha comisión han recurrido al ponzoñoso argumento de que los opositores a la Ciciacs lo somos porque queremos defender a quienes conforman o han conformado esos ‘cuerpos ilegales’. Barajo.

“Ese tipo de argumentación maniqueista cae en el error de pretender que ellos son los únicos buenos de la película y, por tanto, todo aquel que se oponga a lo que ellos proponen de seguro tiene que ser o estar al servicio de los malos. El recurso a esta técnica para apropiarse de la ‘posición moral’ es usado habitualmente por quienes se consideran dueños de la verdad absoluta pero carecen de los argumentos para defenderla.

“Pues para su referencia, yo estoy tan en contra, si es que no más, de los ‘cuerpos ilegales y los aparatos clandestinos de seguridad’ como los impulsores de la Ciciacs. Siempre he propuesto y defendido el establecimiento de un estado de Derecho donde TODOS, sin excepción, vivamos sujetos a las mismas reglas generales y abstractas, y en donde NADIE sea superior a la ley.
Siempre me he opuesto al abuso del poder por parte de los gobernantes, pero también he dicho que la solución al problema no consiste en cambiar a quienes detentan el poder. Eso es irse por las ramas ya que, como dijo Lord Acton, ‘el poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente’, y, tarde o temprano, los reemplazos de quienes abusaban del poder se convierten ellos también en abusadores.

“La única solución efectiva en el largo plazo para evitar los abusos del poder es limitarlo, no cambiar a quienes lo detentan. En este sentido, la Ciciacs en lugar de limitar el poder a quienes abusan de él, lo que hace es crear un ‘cuerpo paralelo’ que tenga más poder que ellos, con autorización para estar por encima de la ley. ¡Adivinen en dónde termina la cosa!

“Estoy tan convencido de que hay que limitar el poder para evitar sus abusos, que creo que hasta el mismo Ministerio Público tiene más poder del que debiera y que, si cae en las manos equivocadas, se puede convertir en una verdadera amenaza para la sociedad. ¡Imagínese a la Ciciacs que estaría por encima del MP!”.

Continúo mi artículo diciendo que no defiendo al Ejército, ni tampoco baso mi postura en el nacionalismo —por razones de espacio no puedo transcribirlo completo—. Y concluyo el artículo en mención:

“En resumen, no estoy de acuerdo con la Ciciacs, como ha sido propuesta, porque viola la Constitución y, al hacerlo, otorga un poder tan discrecional a sus representantes que los convierte en un poder paralelo, así como el que pretende combatir”.


Artículo publicado en el diario guatemalteco "Prensa Libre", el día jueves 18 de noviembre 2010.

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