viernes, 19 de noviembre de 2010

Lecciones de Colombia (parte I)


Se pueden lograr objetivos estratégicos de seguridad integral ciudadana respetando los derechos humanos.

Estuardo Zapeta

Acompaño en Colombia a un grupo de Oficiales alumnos del Ejército de Guatemala, en donde soy instructor ya por varios años, y no puedo dejar de maravillarme de los logros de esta Nación, la cual enfrentando amenazas tradicionales y emergentes –muy parecidas a las enfrentadas por el Estado guatemalteco-- puede ser un gran espejo para la situación de Guatemala.

Nuestro objetivo es analizar aquí, por medio de la interacción con las Fuerzas Armadas, las diferentes formas, procesos, cambios, evoluciones, logros y también retrocesos y futuros retos que este país ha tenido en materia de “Seguridad Democrática”, como fue bautizado uno de los grandes pilares de la política pública bajo el gobierno del Sr. Uribe, y que –primera gran observación– tiene seguimiento durante la administración del presidente Santos. Del ex presidente Uribe percibo una gran presencia en términos de Liderazgo transformacional, y una especie de agradecimiento por parte de la población (Uribe entrega la Presidencia con altísimo nivel de popularidad, el cual siempre mantuvo).

Segunda observación: aquí la Policía es parte de las Fuerzas Armadas, y no un ente separado como lo tenemos en Guatemala. De hecho, “la Policía” es, por definición, aquí una organización militar respetada, y de eso la gran lección para Guatemala es que busquemos opciones en la militarización de la PNC, y no en la policiación del Ejército. Invirtamos el paradigma.

Tercera observación: las Fuerzas Armadas de Colombia –un modelo diferente al nuestro, ya que éstas son la suma de la Fuerza Aérea, más “la Armada”, más “el Ejército”, más “la Policía”, gozan del prestigio y la LEGITIMIDAD más alta, de acuerdo con las más recientes encuestas, superando a “las Naciones Unidas”, la Iglesia y los Medios de Comunicación. Ojo, el énfasis lo pongo sobre “legitimidad” ya que la “deslegitimación” del Estado es el objetivo estratégico de los adversarios de un Estado de Derecho, de un Sistema de Justicia funcional, y por lo tanto, de la mismísima Seguridad Ciudadana.

Cuarta observación: se pueden lograr objetivos estratégicos de seguridad integral ciudadana respetando los derechos humanos, con transparencia ante la comunidad y ante el mundo, y avanzar en el debilitamiento de los “narcoterroristas”, que es el caso aquí, y sobre eso lograr el crecimiento económico, atracción de capitales para inversión y el posicionamiento de una marca –Colombia en este caso– a nivel global. Colombia sigue demostrando ser uno de los destinos más atractivos para inversión de capitales cuando se le compara con los vecinos y la región.

En la línea de atracción de inversión, me sorprendió específicamente el caso de Minería y Energía, tanto en la forma en la cual estas industrias son percibidas como estratégicas para el desarrollo de Colombia, como la claridad mental en el liderazgo de las Fuerzas Armadas acerca de su rol en este eje de desarrollo nacional. De hecho, esta semana, los medios aquí publicaban los miles de millones de dólares que en materia de Energía empresas canadienses proyectan invertir aquí (un ejemplo habla más: una visita a la Catedral de Sal en Zipaquirá, una especie de “parque temático” que a la vez es una mina en funcionamiento, deja maravillado al visitante de cómo con Visión se pueden lograr objetivos de desarrollo).
Continuará . . .

Artículo publicado en el diario guatemalteco "Siglo XXI", el día viernes 19 de noviembre 2010.

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