martes, 26 de octubre de 2010

El Conejo y Stein contra Frank-Stein


Creo que la CICIG ha sido un “huésped” innecesario que ha destruido muchas vidas, y seguirá haciéndolo.

Estuardo Zapeta

Vaya paradoja. Dice el ex vicepresidente Eduardo Stein, uno de los impulsores del monstruo que hoy conocemos como CICIG, que su “engendro” necesita “supervisión” (El Periódico, 24-X-2010, págs. 16 y 17.)

La CICIG, el monstruo impulsado por el susodicho y Frank LaRue –de ahí que he apodado a ese mamarracho “Frank-Stein”– según el Dr. Stein, hoy “debe tener una línea de supervisión”.
Hoy sí verdad, pero no cuando el monstruo destruyó vidas, carreras, nombres, familias; ahí sí no necesitaba esa “línea de supervisión”.

Hoy que el monstruo ya les está tocando los talones y jalándoles las patas, ambos –Conejo y Stein– dudan, cuestionan, y hacen en sendos “campos pagados” llamados a la Justicia en el caso Vielmann.

El caso Vielmann alcanzará de una manera u otra, al Conejo y a Stein. Y eso porque el mismo Stein, como explica durante la citada entrevista de El Periódico (p. 16), “se ha proyectado la imagen de que este operativo [el de Pavón] fue una decisión unilateral del ex ministro Vielmann y ESTE TEMA FUE CENTRALMENTE DISCUTIDO Y DECIDIDO, porque había la necesidad de recuperar el penal bajo control de los presidiarios . . .” (énfasis agregado).

En un giro extraño en la historia de Frank-Stein, la misma CICIG tiene ahora una aceptación de la responsabilidad de presuntas “muertes extrajudiciales”, por las cuales Vielmann, en España, y Giammattei, en Guatemala, están ya en prisión preventiva.

¿Por qué no lo estarían también los autores intelectuales?

Dos opciones: o el monstruo mete a la cárcel pie con jeta a todos –Conejo, Stein, Vielman, Giammattei, Sperensen, y Figueroa– o a ninguno. Pero no puede estar con unos afuera y otros adentro.

Así las cosas, el mismo monstruo pierde credibilidad, y le pasará como en el caso Rosenberg, que se le vio listo y presto para sacar al mismísimo Gobierno, temporalmente, de un clavo, inventándose cualquier historieta animada. En este caso se ve ya un presunto voluntarismo por no afectar a uno de sus promotores, el Dr. Stein.

Curioso: en la novela de Mary Wollstonecraft Shelley, el monstruo Frank-Stein habla en Suiza con su creador. El monstruo ya ha matado al mismo hermano de su creador, y matará también al mejor amigo de éste, y en la noche de bodas, matará también a la prometida del diseñador de tan deleznable criatura. El padre del Dr. Victor Frankenstein es otra víctima mortal.

En el asesinato de William Frankenstein, el hermano del creador del monstruo, es acusada, sin pruebas, y ejecutada una mujer inocente, amiga de la familia.

Suiza, el monstruo, personas acusadas y ejecutadas sin pruebas, un monstruo suelto impune, un creador de monstruo que ahora pide “supervisión”, mmmmmmhhhh, todo esto me suena a una de las mejores historietas chapinas jamás contadas.

En la novela, Shelley se refiere al monstruo como “ser demoníaco”, “engendro”, “la criatura”, “horrendo huésped”, y creo que a la CICIG le lucen estas descripciones.

Artículo publicado en el diario guatemalteco "Siglo XXI", el día martes 26 de octubre 2010.

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