lunes, 11 de octubre de 2010

Blenocracia


A quienes deben pedir perdón y resarcir los daños causados es a las víctimas.

Marta Yolanda Díaz-Durán

O la gonorrea del poder ilimitado. Según la “Real Academia de la Cleptocracia”, la blenocracia (consecuencia del sistema mencionado), también llamada gonocracia es el “flujo mucoso ocasionado por la inflamación del poder, principalmente dentro de los sistemas socialistas. Se utiliza casi exclusivamente refiriéndose al uso del ser humano como medio, sacrificable, bajo la excusa de que el interés de la mayoría debe estar por encima de los derechos individuales”.

Los experimentos en guatemaltecos, llevados a cabo entre 1946 y 1948 bajo la responsabilidad del gobierno estadounidense del demócrata Harry S. Truman, deben ser condenados. Y todo aquel llevado a cabo en circunstancias similares en cualquier lugar. Aclaro: lo condenable no es la experimentación, la cual es necesaria para el avance de la civilización, sino la forma en la que se hicieron los experimentos citados. Primero, porque las prostitutas, presos, militares y enfermos mentales que fueron inoculados con sífilis, gonorrea y chancro, fueron engañados por los burócratas estadounidenses con la venia de empleados del Gobierno de Guatemala. Y segundo, porque no existe justificación alguna para que unos hombres sacrifiquen a otros, por más nobles que sean las intenciones ni la cantidad de gente que se beneficie con este sacrificio.

Tanto Barack Obama, actual Presidente de Estados Unidos, como Hillary Clinton, Secretaria de Estado, se disculparon. El primero, políticamente correcto, con Álvaro Colom, Presidente de Guatemala. La segunda, correctamente, con las víctimas y sus familiares. Por supuesto, Colom, al igual que otros politiqueros oportunistas y gorrones, no perdieron el tiempo en ver cómo sacan provecho de este lamentable hecho, solicitando una compensación para el abstracto Estado. Compensación que va a terminar en los bolsillos de quienes la administren.

Sin embargo, a quienes deben pedir perdón y resarcir los daños causados es a las víctimas. Y también deben pedir perdón los miembros del gobierno de Juan José Arévalo que todavía estén vivos por haber permitido tales experimentos. Por lo menos tres ministerios, o sus equivalentes a la fecha, estuvieron involucrados: el de Salud, el de Gobernación y el de la Defensa. Por cierto, al frente de este último estaba Jacobo Arbenz. ¿Cómo es posible que haya quienes, ante tan contundente evidencia, pretenden negar que los estudios conducidos por los burócratas gringos hayan sido del conocimiento del Presidente Arévalo?

La investigadora que hace este aberrante descubrimiento, declaró que los experimentos se hicieron en Guatemala, ya que las condiciones legales de nuestro país los facilitaban. Fue una negociación entre el Gobierno de Estados Unidos y el Gobierno de Guatemala. Y hago énfasis en esto, porque no guardo ningún sentimiento antiestadounidense. Al contrario, admiro a los padres fundadores y los creadores de riqueza de este país. Recordando a Ronald Reagan: “El gobierno no es la solución. El gobierno es el problema”.

Artículo publicado en el diario guatemalteco "Siglo XXI", el día lunes 11 de octubre 2010.

No hay comentarios:

Publicar un comentario