lunes, 31 de mayo de 2010

¿Matar a Colom?


No. Ni a Colom ni a nadie. La única excepción sería en caso de que mi vida o la de uno de mis seres queridos corrieran peligro.


Marta Yolanda Díaz-Durán


No. Ni a Colom ni a nadie. La única excepción sería en caso de que mi vida o la de uno de mis seres queridos corrieran peligro. Sin dudarlo ejercería mi legítimo derecho a la defensa. Y si en el ejercicio de mi derecho muere el atacante sería a consecuencia de su intento de causar daño a otros. Nunca sería intencional de mi parte.

Sé que hay quienes no comparten mi decisión. Pero también sé que a la hora de la hora no se atreverían a hacer nada. “Perro que ladra no muerde”, sentencia el refrán. Y así es. Lo mismo es aplicable a aquellos que me han amenazado de muerte. A mí y a amigos a los que admiro. A estos artilugios suele acudir gente pusilánime que, desde la oscuridad del anonimato que comparten con las ratas y las cucarachas, se envalentonan y creen que amedrentan a otros. Al fin, “el león juzga por su condición”, dice otro refrán, y creerán que todos somos cobardes como ellos. Se equivocan. Muchos damos “la cara y el nombre” y orgullosamente vemos de frente a quienes pretenden callarnos.

Después de casi 12 años ejerciendo el oficio de periodista de reflexión, como me gusta llamar a mi profesión, he aprendido muchas cosas, entre estas cuando se intensifica la carrera por llegar al poder. En Guatemala, donde hacer política se identifica con el juego sucio, una de las tácticas más usuales es la de intentar difamar por medio de campañas negras (como serán las limitadas mentes de quienes las utilizan), a quienes consideran un obstáculo en su camino. Un objetivo a desprestigiar es un competidor. Sin embargo, el peor, a quien más temen, es a aquel que no le interesa alcanzar el poder pero sí desea cambiar el estado actual de las cosas.

Y es al segundo grupo al cual pertenecemos académicos, periodistas, ciudadanos que desde nuestros espacios públicos y privados enfrentamos la situación y presentamos propuestas para cambiarla en beneficio de todos. Aun por el bien futuro de aquellos que en el corto plazo perderían sus privilegios. Y me refiero a la propuesta de cambios a la Constitución hecha por la Asociación Cívica ProReforma. Tal vez a los únicos que perjudicaría sería a los gorrones y saqueadores que pretenden lograr sus metas expoliando a otros por medio del uso ilegítimo del poder estatal.

Entre los más notorios y respetados impulsores del proyecto se encuentra el bloguero y periodista Luis Figueroa, probablemente el más leído e influyente en temas políticos y de actualidad. Recientemente alguien creó un grupo en Facebook llamado “Yo también quiero matar a Álvaro Colom” y puso como referencia el blog de LuisFi, “Carpe Diem”, quien en cuanto se enteró, además de denunciarlo, aclaró que él no tiene nada que ver con la propuesta. ¿Habrán sido un puñado de irresponsables los creadores del grupo o forma ya parte del intento de atacar a alguien que se opone frontalmente al abuso del poder? Figueroa, con quien comparto valores, nunca iniciaría ni promovería una acción como la mencionada.

Artículo publicado en el diario guatemalteco "Siglo XXI", el día lunes 31 de julio del 2010.

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