martes, 25 de mayo de 2010

Los precios sirven de algo

José Raúl González Merlo

Otorgar un subsidio de más de cien millones de quetzales, frente al aumento al precio de la energía eléctrica, es un grave error. A nadie le gusta pagar más por la electricidad, especialmente a aquellos de menor poder adquisitivo; pero mantener los precios artificialmente bajos es un desperdicio de fondos y un remedio peor que la enfermedad.

Los precios cumplen una importante función social. Frente a un mundo de bienes y servicios escasos, nos ayudan a hacer un uso racional de los mismos. Igualmente importante, les permite a los productores de esos bienes y servicios coordinar su producción. Si el Gobierno abarata artificialmente el precio de la electricidad, los usuarios continuarán consumiendo energía normalmente como si nada hubiese pasado. Es un error. La energía se ha vuelto más escasa y más cara de producir. Debemos consumir menos. Un aumento en su precio, por incómodo que sea, es la mejor forma para que cada consumidor adapte su consumo de acuerdo a sus posibilidades. Además, es la mejor forma de garantizar más competencia en el futuro.

Algunos equivocadamente creen que, por ser un producto de “primera necesidad”, la gente no puede disminuir su consumo de electricidad. Es otro error. Si algo nos dejó de lección el aumento en los precios del petróleo del año 2007-2008, es que los consumidores encuentran formas de ahorrar de acuerdo a sus circunstancias. Las estadísticas demostraron que frente a ese aumento en el precio de las gasolinas, se produjo una reducción de su consumo del 10 por ciento. El Gobierno se resistió a cometer el error de subsidiar o ponerle precios tope a la gasolina y ello facilitó que los ajustes fueran menos dolorosos y más eficientes para la economía en general.

Por otra parte, el procurador de los Derechos Humanos sigue robándose el show político interponiendo recursos legales para argumentar que el consumo de energía eléctrica es un “derecho humano”. Frente a esa equivocada forma de pensar, él también tiene la obligación moral de contribuir a que la energía sea “abundante y barata” y no simplemente interponer recursos legales notoriamente frívolos e improcedentes.

El ministro de Finanzas aún no sabe de dónde saldrán los Q116 millones ofrecidos por el presiente para el pago del subsidio. Luego de escuchar por años que al Gobierno no le alcanzan los fondos, es increíble que se pueda “encontrar” esa cantidad de dinero de la noche a la mañana. Seguir otorgando subsidios no solo tiene un alto costo de oportunidad, sino que provoca una falsa sensación de bienestar. Si bien es cierto tiene un alto valor político, en el mediano y largo plazo, la factura será peor al no racionalizar el consumo de un bien tan importante como la energía eléctrica.

Artículo publicado en el periodico guatemalateco "Prensa Libre"el día martes 25 de mayo 2010.

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