martes, 18 de mayo de 2010

Santa pesadilla

José Raúl González Merlo

Contrario a lo que ha ocurrido con otros trabajos que pretendieron facilitar el tráfico en la carretera a El Salvador, el reciente paso a desnivel de Santa Rosalía ha provocado serias quejas. Quizás sea un buen ejemplo de la equivocada lógica con la que los funcionarios suelen resolver los problemas públicos.

Para nadie es un secreto que el alto crecimiento demográfico ocurrido en el sector conocido como “carretera a El Salvador” ha puesto a prueba la débil infraestructura vial. Primero se derrumbó un tramo, lo que obligó a hacer un puente. Luego se realizaron diferentes pasos a desnivel para facilitar el acceso a colonias como Las Luces, o a San José Pinula, Fraijanes y Pavón. En cada una de ellas, los ciudadanos soportaron con estoicismo y esperanza las inevitables molestias, pensando que las mismas eran necesarias. ¿Qué tiene de diferente este último paso a desnivel? Las quejas que he escuchado se centran en que es una solución demasiado onerosa para la simplicidad del problema. Hay consenso respecto a que “algo había que hacer”, dados los accidentes fatales que habían ocurrido; pero el consenso termina cuando se implementa la solución. Para muchos, simplemente había que cerrar el cruce para obligar a dar vuelta en “U” en otros lugares más seguros y agregar un carril de aceleración para facilitar la incorporación de la colonia a la carretera. En vez de ello, se gastarán 26 millones de quetzales y seis meses de caos para cientos de miles de ciudadanos.

Allí comienzan las críticas. Se percibe que los beneficios de la obra serán obtenidos por un grupo relativamente pequeño de personas, mientras que el resto de ciudadanos afectados se sienten injustamente perjudicados. En todo caso, las autoridades competentes no han hecho un esfuerzo relevante por comunicar la justificación de la magnitud de la obra. Pareciera que creen que la misma “habla por sí sola” y que los ciudadanos agradecerán el puente, pero no es así. Esta vez es diferente. El sentido común dice que la lógica burocrática no tomó en cuenta soluciones menos onerosas y más simples, aunque menos espectaculares.

Las soluciones públicas suelen ser así. Se implementan sin que necesariamente se haga un análisis de sus costos y sus beneficios. Los costos tienden a ser subestimados o ignorados; especialmente el costo de oportunidad del tiempo perdido de los ciudadanos. No obstante, los esfuerzos oficiales por minimizar el caos, el paso por Santa Rosalía se ha vuelto una santa pesadilla. Y, como supongo que ya es demasiado tarde para rectificar, seguiremos viviendo esta pesadilla, con suerte, por seis meses más. Y cuando esta termine, la obra quedará como un monumento y recordatorio al equivocado criterio con el que se toman importantes decisiones en el sector público.

Artículo publicado en el diario guatemalteco “Prensa Libre”, el martes 18 de mayo de 2010.

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