martes, 18 de mayo de 2010

¿Y la “honorabilidad” de la CICIG?

Estuardo Zapeta

La culpa la tenemos los guatemaltecos por quedarnos callados, por ser serviles, malinchistas y macehuales.

Palabreja esa que ronda estos días por los corrillos del poder: “honorabilidad.” ¿Mmmmhhh? ¿de quién? Es mi primer acercamiento a esta petición un tanto vaga de lo que no se puede definir, pero que en teoría la “suciedad civil” pide a gritos en la selección del Fiscal General de la Nación.

Y la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) ha lanzado también el grito en la misma línea de pedir “honorabilidad” de los candidatos, de los postuladores, en fin, de todos los involucrados en el proceso.

¿Honorabilidad? Dice la “rial” academia que eso significa: “Cualidad de la persona honorable”. O sea, me quedo igual. Pero “honorable”, según la misma “rial”, significa “Digno de ser honrado o acatado”. Y esa es la definición que más me interesa, porque creo que es a esa a la que se refiere la tal CICIG.

Mi primer pregunta es si la tal CICIG es “digna se ser honrada y acatada,” y casi por inercia la respuesta es un rotundo “NO”. Este adefesio no merece ni su pendeja existencia, menos ser “honrada y acatada”.

¿Y los de la “suciedad civil”? Esos menos merecen “ser honrados”, y menos “acatados”. Esa gentuza vividora de la “suciedad civil” no pasa más allá de ser políticos frustrados que entre los mismos partidos políticos no servirían ni para agitar banderas o hacer “sanguches”, pero, oh casualidad, en la “suciedad civil” sí se sienten ellas y ellos todopoderosos.

Hijos de vecino que, igual que la basura esa de la Cicig, son dos males con los que debemos cargar los ciudadanos honrados. Ni la CICIG, ni la “suciedad civil” pueden pedir algo que ellos mismos no pueden dar, y cuestionarlos precisamente en ese punto —el de la “honorabilidad”— es una tarea ineludible para todo ciudadano que no sea presa del terror que esos entes infunden en la sociedad.

Pero pedir “honorabilidad” por esos entes es como que las personas que trabajan en “la línea” pidieran y exigieran la “virginidad” de su próximo vecino o vecina. (De veras, las personas de “la línea” son más “honorables” que la CICIG y que la “suciedad civil,” porque al menos en ese lugar las personas reconocen lo que son y no tienen problemas con serlo, y no fingen “virginidades ni honorabilidades” falsas, mientras que en la “suciedad civil” todo es una falsedad, hipocresía, conveniencias y “muchos dineros”, y no digamos en la CICIG).
Pero la hipocresía más grande es la misma CICIG, la cual se ha hecho un colocho en demandar procesos transparentes, pero ella misma no está sujeta a procesos de “fiscalización” frente al pueblo de Guatemala, es “todopoderosa”, y se siente la tatascana de “mayalandia”, a tal punto que no sólo quiere ponernos al Fiscal General, y también quiere ahora cambiarnos la Constitución. Ese es el colmo.

Pero la culpa la tenemos nosotros los guatemaltecos por quedarnos callados, por ser serviles, malinchistas y macehuales plegados ante un ente “de ocupación” como lo es la CICIG.
De dudosa honorabilidad, entonces, tanto “suciedad civil” como CICIG, son los menos indicados para pedir lo que ellos mismos no pueden mostrar. Y no estoy hablando de “virginidades”.

Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo XXI”, el martes 18 de mayo de 2010.

No hay comentarios:

Publicar un comentario