miércoles, 25 de abril de 2012

Tuvo una buena semana

Carroll Ríos de Rodríguez ¡Me cae bien el Papa Benedicto XVI! ¡Me cae bien el Papa Benedicto XVI! Parece que con su tímida sonrisa y su limpia mirada ha conquistado más gente, aunque algunos disienten de ciertas posturas suyas. No es un severo y frío intelectual. Evidencia de ello son las abundantes muestras de cariño que recibió, por distintos medios, con ocasión de su 85 cumpleaños, celebrado el pasado lunes 16, así como del séptimo aniversario de su elección como Papa, el 19 de abril. En las fotos publicadas, vemos a un pastor que se dejó festejar y querer, aunque intuimos que su preferencia personal es evitar ser el foco de tales atenciones. Poco a poco, el mundo va conociéndolo. Benedicto XVI se describe a sí mismo con humildad y sencillez en Luz del Mundo (2010), una larga entrevista que concede al reportero Peter Seewald. Allí, cuenta que, tras la muerte de su antecesor y amigo, su deseo era gozar de un poco de paz y tranquilidad. Lo añoraba desde antes de que lo llamara el Beato Juan Pablo II a Roma, para servir en la Congregación para la Doctrina de la Fe. Se considera como un profesor de teología que ha sido dos veces arrebatado de ese camino, y conducido por Dios hacia otros quehaceres. Lo primero que pensó al enterarse de que sería Papa, es que le caía la guillotina encima. Luego se puso en manos de Dios: “¿Qué estás haciendo conmigo? Ahora, la responsabilidad la tienes Tú. ¡Tú tienes que conducirme! Yo no puedo.” Por muy trabajador y centrado que sea un hombre, y S.S. Benedicto XVI lo es, cuesta ser Vicario de Cristo. “Pues veo que casi todo lo que tengo que hacer es algo que yo mismo no puedo hacer en absoluto. Ya por ese solo hecho me veo... forzado a ponerme en manos del Señor”, afirma el entrevistado. Seewald le recuerda una disertación suya de 1977, siendo Cardenal Ratzinger, donde afirmaba que el Papa debe ser el más pequeño entre todos. Benedicto XVI refuerza el punto: “Ser Papa no implica poseer un señorío glorioso, sino dar testimonio de Aquel que fue crucificado y estar dispuesto a ejercer también el propio ministerio de esa misma forma, en vinculación a Él”. Lo hace con autenticidad. Instaló su estudio completo en el Vaticano, porque “allí están todos mis libros, conozco cada rincón y todo tiene su historia”. Y ha puesto su estudio, y sus estudios, al servicio del Señor, pues piensa que “ya que Dios ha hecho Papa a un profesor, quería que precisamente ese aspecto de la reflexividad, y en especial la lucha por la unidad de fe y razón, pasaran a primer plano”. Su Santidad ha defendido consistentemente la sociedad libre, plural, moral y humana. Con profundo respeto y criterios razonables, cuestiona algunas corrientes actuales, como lo que ha llamado la dictadura del relativismo. Sostiene que las personas somos capaces de la verdad, y que debemos buscarla. La verdad no se impone; es tolerante. “Hay que aprender y ejercitar de nuevo la humildad de reconocer la verdad y de permitirle constituirse en parámetro”. A base de ejemplo, oración y erudición, soplando velas y sonriendo, contribuirá a “des-relativizar” el mundo... Artículo publicado en el diario guatemalteco Siglo 21, el día miércoles 25 de abril 2012.

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