miércoles, 18 de abril de 2012

Las bodas de oro de un libro


Carroll Ríos de Rodríguez

Es un texto clásico del análisis económico de las decisiones públicas (Public Choice).

Cumple 50 años El Cálculo del Consenso, Los Fundamentos Lógicos de la Democracia Constitucional, por James M. Buchanan y Gordon Tullock. Es un texto clásico del análisis económico de las decisiones públicas (Public Choice). De hecho, hay quienes dicen que la teoría del Public Choice arranca oficialmente en 1962, con la publicación de este libro. El aniversario será conmemorado durante el X Seminario Interuniversitario Economía para la Política, el cual se inaugura hoy. Además, el Centro para el Análisis de las Decisiones Públicas (Cadep) celebra el hecho de que ha organizado este seminario por diez años consecutivos, gracias al apoyo de las universidades nacionales.

En su influyente libro, Buchanan y Tullock intentan plasmar las ideas de James Madison y los padres fundadores de Estados Unidos en términos económicos. El subtítulo revela su objetivo: explicar la lógica de enmarcar la práctica democrática dentro de parámetros constitucionales. Las reglas son necesarias para guiar las interacciones políticas porque sólo así podemos predecir los actos de otros, y planificar a mediano y largo plazo. Un ejercicio democrático sin reglas sería inestable, arbitrario y hasta tiránico —desembocaría en la zozobra—. Parece elemental, pero solemos olvidar que las buenas reglas tenderán a producir buenos resultados. Las malas reglas rendirán malos resultados.

Entonces, ¿cuál es la mejor regla para tomar decisiones colectivas? ¿La regla del dictador, la mayoría simple, la unanimidad? Buchanan y Tullock afirman que, en un contexto constitucional, no hay una regla mágica que siempre sea la regla óptima. Los autores describen dos tipos de costos asociados a una decisión colectiva: los de toma de decisión y los externos. Se comportan en forma inversa. Los costos externos aumentan conforme baja el número de personas que deciden, siendo la decisión por una única persona la más costosa. Al no tener que consultar su postura, ella puede imponer altas cargas a los demás. Por otra parte, entre más personas deben ponerse de acuerdo antes de decidir, más altos serán los costos de toma de decisión. En cuestiones operativas, lo mejor será encontrar una regla de votación que minimice los dos costos; no se puede exigir unanimidad, ni dejar la decisión en manos de un dictador.

Nuestra apreciación de los costos cambia cuando encaramos asuntos constitucionales. Aquí preferimos ser consultados porque estas reglas nos afectan hondamente —preferimos reglas próximas a la unanimidad—. Años antes, el economista sueco Knut Wicksell escribió que el consenso es el único método que elimina los costos externos. Todas las decisiones en un mercado libre son unánimes, pues se llevan a cabo sólo las transacciones que son voluntarias y libres de externalidades, intuyó Wicksell.

Los guatemaltecos vemos nuestro sistema democrático como joven y frágil. Quizá si privilegiáramos el perfeccionamiento del marco constitucional, a partir de las intuiciones de Buchanan y Tullock, cosecharíamos resultados más esperanzadores.

Artículo publicado en el diario guatemalteco Siglo 21, el día miércoles 18 de abril 2012.

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