martes, 17 de abril de 2012

Adiós competitividad


POR JOSÉ RAÚL GONZÁLEZ MERLO

El ministro de Finanzas debe ser interpelado; pero no por las razones que argumenta el partido Líder. La razón relevante es su responsabilidad directa en la paralización y destrucción de la competitividad de nuestro comercio exterior como consecuencia de su nueva ley de aduanas. En la irresponsable carrera de aprobar la “Actualización Tributaria” no se midieron las consecuencias de imponer una ley improvisada e inoperante. En medio de todo lo malo, algo bueno tenía el funcionamiento de los puertos en Guatemala.

Se había avanzado muchísimo en hacer competitivo al país por medio de la simplificación de los procesos de aduana. Bajar los costos de logística y hacer más eficiente el comercio exterior, en ambas vías, es fundamental para mejorar la competitividad y las esperanzas de desarrollo de los guatemaltecos. En otras palabras, la cosa estaba funcionando razonablemente bien hasta que la nueva ley vino a destruir todo lo avanzado. ¿Contrabando? Claro que existía el contrabando. Sin embargo, ¿alguien es tan ingenuo de creer que con otra ley se acabará el contrabando?

Entra la nueva ley de aduanas justificada con el más infantil de los argumentos: “Somos el único país de la región que no tiene una”. Y, como era de esperarse, los burócratas hicieron algo a lo que ya nos tienen acostumbrados, cut & paste. La nueva ley viene con todo tipo de “controles” y nuevos requisitos que nadie, ni siquiera la SAT, entendía cuando entró en vigencia. Sin un reglamento que “aclarara” las dudas, el relajo fue total. Estos errores provocaron la paralización de las aduanas y lentitud en las importaciones y exportaciones. Al darse cuenta de lo que hicieron, el Gobierno entró a solucionar la hemorragia con una curita: se inventó la exoneración temporal de las nuevas y onerosas multas. Sin embargo, el problema persiste. Los nuevos requerimientos continúan haciendo el comercio exterior lento, ineficiente y caro. ¿Y el contrabando? Bien, gracias. Como siempre, solo los que cumplen con la ley sufren sus consecuencias.

El asunto es grave a pesar de la poca cobertura de los medios de comunicación. Las pérdidas por esta irresponsabilidad se estiman en miles de millones de quetzales. Ni los diputados ni el ministro de Finanzas parecen preocupados. Las “mesas de trabajo”, creadas con la participación de los afectados, para analizar los problemas no podrán hacer mucho porque la ley tiene que ser derogada. Eso pasa por aprobar “de urgencia nacional” una ley improvisada ¡que ni ellos mismos conocían! La responsabilidad política y económica del ministro de Finanzas es total e inexcusable. Es por ello que debe ser interpelado y destituido.

Si usted fuera un humilde tramitador que comete un error al llenar un formulario de aduana, la nueva ley le impone multas de hasta US$1 mil. Pero si usted es el ministro de Finanzas que promueve la aprobación, a la carrera, de una nueva ley de aduanas que termina costándole al país millones de dólares diarios en pérdidas, ¿cuál debe ser la pena? ¿Salir en caballo blanco por destruir la competitividad del país?

Artículo publicado en el diario guatemalteco Prensa Libre, el día martes 17 de abril 2012.

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