miércoles, 31 de agosto de 2011

Rejuvenecer el Congreso


Carroll Ríos de Rodríguez

Al igual que cualquier diputado nuevo, independientemente de su edad, los jóvenes electos enfrentarán una dura curva d e aprendizaje.

Es positivo que tantos jóvenes se interesen por ser diputados. No visualizo un Congreso poblado por ignorantes y mimados representantes jugando videojuegos en el pleno, pues la irresponsabilidad no está reservada para personas menores de 35 años… Podría equivocarme, pero la mayoría de los candidatos jóvenes da la impresión de aproximarse a este reto con una potente mezcla de idealismo y realismo. Una masa crítica de jóvenes electos, provenientes de distintos partidos, podría impulsar la siempre postergada reforma institucional.

Los jóvenes tienen un atractivo principal: es baja la probabilidad de que arranquen sus carreras políticas ya maleados. Si padecieron un romanticismo excesivo, durante los últimos meses han palpado cómo se libra el juego político de verdad. Habrán visto cosas chocantes que quisieran cambiar, mientras que los viejos zorros no se inmutan ante dudosas prácticas, ni se plantean un escenario distinto, pues sobreviven siendo ágiles operadores dentro del statu quo. Es menos probable que los jóvenes hayan comprado su puesto en el listado de candidatos, así como que su motivación sea el poder y la acumulación de bienes mal habidos. Su actitud tiende a ser humilde y cauta; se lanzaron al fuero público sabiendo que sus actos pueden estropear o avanzar su vida profesional, recién estrenada. Tienen mucho que perder.

Varios de estos jóvenes candidatos son universitarios, armados con conocimientos frescos del Derecho, la Política y hasta de Economía e Historia. Poseen destrezas para investigar y adquirir nueva información. Pueden comparar nuestra producción legislativa con alternativas teóricas y reales al nivel internacional. Pueden acelerar el uso de la tecnología para agilizar su trabajo y transparentar la comunicación con sus representados. Es lógico esperar de ellos pensamiento crítico y soluciones innovadoras. Anticipo que querrán hacer aportes concretos, en lugar de conformarse con ser títeres manipulados por sus líderes.

Al igual que cualquier diputado nuevo, independientemente de su edad, los jóvenes electos enfrentarán una dura curva de aprendizaje. No volarán solos. No se desvestirán de sus intereses personales, sus contactos, sus deudas y sus influencias para súbitamente volverse ángeles. Negociarán. Protagonizarán conflictos con otros diputados, incluso colegas jóvenes. Cometerán errores. Sus criterios y sus actos podrían ser incongruentes en un momento dado. Sospecho que los jóvenes detectarán sus fallos y se esforzarán por rectificar y volver a la carga; dicha actitud supera con creces la del veterano endiosado que se juzga omnicompetente.

Invito a los futuros diputados jóvenes a plantearse una agenda constructiva que priorice el respeto a los derechos inalienables de la persona, la cláusula del ocaso para ir derogando miles de leyes obsoletas, la simplificación administrativa para remover obstáculos innecesarios a la actividad económica, y mecanismos que transparenten y controlen el gasto público. ¡Quisiera poder votar por ustedes nominalmente!

Artículo publicado en el diario guatemalteco "Siglo 21", el día miércoles 31 de agosto 2011.

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