jueves, 4 de agosto de 2011

Una propuesta tributaria para 2012

Ramón Parellada.

Hace 8 años, el Centro de Estudios Económico-Sociales (CEES) hizo una Propuesta de Política Tributaria que considero que de haber sido adoptada hubiera tenido un gran impacto en el país a través de un mayor crecimiento económico.

Les comparto los principios que motivaron la propuesta del CEES de marzo de 2004. Este análisis debería ser tomado muy en serio por cualquier otra persona o grupo que quiera hacer su propia propuesta fiscal.

En primer lugar, una propuesta fiscal no puede basarse en un análisis estático. Eso no es realista, ya que el objeto de la misma es propiciar un cambio dinámico y enriquecedor para la sociedad, incluido el fisco. La economía no se ve como una fotografía sino como una película.

La economía siempre está en movimiento, es dinámica. Depende de las condiciones creadas para producir riqueza. Podemos lograr altos crecimientos económicos y mejorar el nivel de vida de todos, o por el contrario, empobrecernos. Esto último es lo que nos ha pasado en los últimos 30 años. Nos hemos empobrecido ya que aún no hemos recuperado el ingreso per cápita que teníamos en 1980.

Los objetivos actuales de una propuesta tributaria que sea dinámica y que pretenda crear crecimiento económico pasan por lo siguiente:

En primer lugar, resolver la crisis fiscal causada durante el actual Gobierno al presupuestar gastos mucho mayores a los que se esperaba recibir de ingresos tributarios. Así que se busca proveer al gobierno siguiente (el actual ya es historia) de esos recursos de corto plazo para que luego pueda alcanzar sus metas de largo plazo.

Segundo: se pretende lograr un crecimiento económico sin precedentes. Un proceso que permita aumentar el nivel de vida de todos.

Como tercer punto, evitar desincentivar la capitalización del país que es la principal fuente de empleo y de generación de ingresos tributarios.

Un cuarto objetivo pasa por simplificar toda la legislación tributaria para evitar las pérdidas en la recolección, reducir la evasión fiscal, y maximizar el ingreso neto del Gobierno, excluyendo impuestos con efecto en cascada.

En quinto lugar, y no menos importante, se debe velar porque el sistema impositivo sea económicamente neutro para evitar la ineficiencia causada por la desviación antieconómica en la asignación de los recursos del país.

El sexto y último punto debe ser evitar la discrecionalidad para no fomentar la corrupción.

La propuesta de 2008 se resumía en lo siguiente —un buen punto de partida para formular una propuesta para 2012—, abolir los siguientes impuestos: Impuesto Sobre la Renta (ISR), Sobre Productos Financieros, Impuestos específicos que producen poco, inflan la burocracia, y distorsionan la economía como los impuestos a las herencias, legados y donaciones, los de distribución de bebidas (cerveza, bebidas alcohólicas, bebidas gaseosas, vino, cemento y otros). Abolir en forma gradual, unos dos años como máximo, el impuesto específico a la distribución de petróleo y derivados del mismo. Eliminar todas las exenciones de la Ley del Impuesto al valor agregado y reducir en forma escalonada la tasa del 12% al 10%.

A la vez se debía congelar el gasto total del Gobierno, en aquel entonces en Q26,333 millones (el de este año el gasto presupuestado aprobado fue Q54,391 millones, ¡más del doble de hace 7 años!). La infraestructura sería autofinanciable y no tendría que invertir el Gobierno.

Esta es una propuesta realista y diferente, que rompe la inercia empobrecedora que arrastramos desde hace tres décadas. ¿Por qué no adoptarla y ser el Hong Kong de Centroamérica?

Artículo publicado en el diario guatemalteco "Siglo 21" el día jueves 04 de agosto 2011.

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