martes, 9 de agosto de 2011

El discurso indígena


Estuardo Zapeta.

El subdesarrollo está, principalmente, en nuestras mentes, y ese discurso lo mantiene pegado a una mentalidad derrotista.

Hace años escribí lo siguiente, y hoy lo sostengo:

El discurso indígena guatemalteco se ha caracterizado por una marcada explicación dialéctica de Guatemala, y una reducción de los Pueblos a dos vulgares clases sociales: los campesinos y los proletarios. Con esta misma explicación reduccionista, y bajo la bandera de la reforma agraria, el discurso indígena ha validado, a nivel internacional, principalmente, una supuesta lucha entre opresores y oprimidos, que en el caso del país se ha presentado recientemente como una lucha entre invasores e invadidos.

El discurso indígena actual colapsó identidad y economía para limitar a los indígenas a poco más que tribus de indefensos campesinos.

Ese discurso ha creado una víctima derrotada, incapaz y altamente vulnerable, lista para aceptar cualquier propuesta paternalista de nacionales o extranjeros.

Esta tónica derrotista es, obviamente, hija de la goma populista latinoamericana. El complejo de víctima étnica ha colonizado las mentes y ha producido un estancamiento intelectual.

El subdesarrollo está, principalmente, en nuestras mentes, y ese discurso lo mantiene pegado a una mentalidad derrotista.

Muchos de los vividores de la “industria del indigenismo” pontifican acerca de “nuestra realidad” cuando el mismo juicio de realidad es subjetivo.

Gritan igualdad sabiendo que la igualdad produce mediocridad. La misma madre naturaleza nos da la mejor evidencia en contra del argumento de la igualdad.

Y es precisamente cuando gritan (léase demandan) que se pegan los sindicatos y los grupos populares, los cuales, por haberse quedado sin discurso, han tomado la bandera del etnicismo para justificar un a lucha dizque revolucionaria, la cual ya no tiene sentido. Vaya amiguitos.

El discurso indígena debe transformarse en una seria propuesta de desarrollo nacional basada en el principio de libertad. Debe ser original y buscar su propio camino.

Este debe regresar a sus raíces de un discurso independiente que contribuye positivamente a la construcción de una Guatemala diversa pero unificada.

Curiosamente, parece que ese es el discurso que gana premios, y aplausos, pero no cambia nada. No entiendo cómo se premia la mediocridad y se ignora la inteligencia.

El camino de la libertad no trae premios. Lo que sí trae son resultados positivos para nuestro pueblo y oportunidades de desarrollo real en esta realidad multicultural llamada Guatemala.

Culturalmente, con nuestro énfasis en las diferencias, nos hem os transformado en victimarios raciales.

De discriminados nos hemos convertido en racistas y etnocentristas. Con la falsedad de lo puro estamos creando comunidades cerradas en un tiempo en que en el mundo se habla de apertura.

No hemos comprendido que lo puro no existe. Las culturas son dinámicas.

Soñamos con un pasado grandioso pero no hemos aterrizado en el presente. Mucho menos sabemos adónde queremos llegar.

Con un discurso cargado de portentos pasados nos hemos recreado como seres exóticos. Nos hemos olvidado de nuestra normalidad, de nuestra humanidad, de nuestra imperfección”.

Artículo publicado en el diario guatemalteco "Sigo 21", el día martes 09 de agosto 2011.

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