viernes, 4 de noviembre de 2011

Promesas democráticas


JORGE JACOBS A.

Promesas van, promesas vienen, y el domingo se detienen, pero lo más seguro es que, indistintamente de quién gane la segunda vuelta, los guatemaltecos seguiremos en las mismas condiciones. Esto es así porque el principal problema no son los candidatos a ocupar la Presidencia del Ejecutivo, sino el sistema bajo el cual vivimos, que prácticamente les permite hacer lo que se les da la gana, una vez electos. Es el problema de quedarnos en la democracia y no llegar a la República. Como ya nos debería haber quedado muy claro, las promesas de los políticos generalmente se quedan en solo eso:


promesas. El que mejor lo describió fue Alfonso Portillo, quien, ya en el ejercicio del poder, declaró claramente que los políticos son “vendedores de sueños”. En pocas palabras, van a ofrecer todo aquello que crean que es un anhelo de los votantes, con tal de convencerlos de que les premien con su voto, pero una vez electos, “si te vi no te conozco”.

De ahí que, ante la falta de planes concretos, de gabinetes desconocidos, de muchos, variados y contradictorios ofrecimientos, ¿qué puede uno creer que van a hacer?

No se necesita, por ejemplo, hacer un gran estudio cuali y cuantitativo para saber que en Guatemala la preocupación principal de la mayoría es la inseguridad. Cualquiera que haya vivido más de dos semanas en nuestro país lo sabe, probablemente por experiencia propia. Así que no nos debe extrañar que uno de los principales ofrecimientos sea el de la seguridad. Lo que nunca explican es cómo y con qué recursos lo van a hacer. El mejor (o peor) ejemplo de esto lo tenemos en los actuales gobernantes que ofrecieron “seguridad con inteligencia” y las dos han brillado por su ausencia. Y por si no fuera suficiente, ya electos tuvieron el descaro de decir que si queríamos seguridad que pagáramos más impuestos porque los que ya pagábamos los iban a destinar a sus “proyectos sociales”.

Tampoco se necesitan los estudios para saber que la siguiente preocupación es la billetera. Y aquí también han ofrecido el oro y el moro, con tal de convencernos de entregarles nuestro voto. No es de extrañar que también caen en tantas contradicciones. Al final no importa si a uno le parece algún ofrecimiento de uno de los candidatos o un par de los del otro, ya que, para principiar, con los demás ofrecimientos neutralizan cualquier beneficio que aquellos pudieran producir, y al final uno nunca puede estar seguro de que vayan a cumplir con lo que ofrecen o simplemente nos están “vendiendo sueños”.

Por eso es que en lo que debemos enfocarnos es en encaminarnos hacia una verdadera república, en la que a los gobernantes se les limite el poder y no puedan pasar por sobre los derechos de nadie. Para que no tengamos que desear que llegue el “menos peor” y rogarle a Dios que su administración no sea “tan mala”, sino que estemos seguros de que, aunque el primer mandadero —mandatario, le dicen algunos— sea el peor que pudiéramos tener, las instituciones limitarán el daño que este pueda hacernos.

Artículo publicado en el diario guatemalteco "Prensa Libre", el día jueves 03 de noviembre 2011.

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