martes, 17 de agosto de 2010

Pavón, en la “memoria histórica”

La población no ve en el caso “Pavón” muertes extrajudiciales.
Estuardo Zapeta

El editorial de Prensa Libre pedía, septiembre de 2006, exigía casi, una toma pronta y total del centro de “rehabilitación” (no se ría, no es sarcasmo) Pavón, y sendos reportajes dominicales revelaban todos los desmadres de la “rehabilitación”.

Todo era una especie de danza sincronizada por la cual se vería el “clamor popular”, y las autoridades actuarían –y actuaron—en respuesta a esa ola de desesperación de la cual se venía escuchando.

La “toma” con todo y Pavo, se dio, y los editoriales de felicitación continuaron. De hecho, si mi memoria no me falla, hasta el mismísimo procónsul, James Derham, aplaudía a las autoridades por tales acciones, y los televotos ponían por encima del 99% la aprobación a tal acción decidida.

Todo era miel sobre hojuelas (para el récord: el único que se opuso a la toma de Pavón era nada más y nada menos que el “yeneral” Ríos Montt, quien argumentaba que los chicos de la “rehabilitación” –otra vez, no se ría, no es broma—habían perdido libertad y que estaban privados de sus derechos civiles y ciudadanos, pero no de sus derechos humanos. Por supuesto que la concurrencia abucheó al hereje).

Avanzaba entonces la formación de la “Ciciacs”, ahora Cicig. Y vaya ironía de la vida.

De hecho, yo bauticé a la “Ciciacs”, y luego a la “Cicig”, resultado nefasto del gobierno de “Frank (La Rue) y (Eduardo) Stein,” de ahí mi unión de “Frank” y “Stein”, en el monstruo de nuestra macabra historieta.

Por supuesto que todos los involucrados —Vielman, “Esperensen”, Giammattei, y Figueroa— temían represalias de las bandas del crimen organizado que habitaban placenteramente en los centros de “rehabilitación”.

Lo que no esperaban era que las “represalias”, sean o no políticas, viniesen de la misma “Cicig”, que el gobierno de ellos se esmeraba en promover, aprobar y dejar como bomba de tiempo para el siguiente gobierno.

Y qué importante es regresar a la novela de Mary Wollstonecraft Shelley, en la cual es el pueblo el que termina eliminando al “monstruo” espantoso que ese doctor loco creó, y de quien pierde control.

¿Será acaso el rollo de “Pavón” el fin de la “Cicig”?

Pregunto, porque en Guatemala habrá que hacerlo antes de afirmar. Pero qué me late que población empieza a notar que la “Cicig” no es tan “virgen” como “Frank-Stein” nos la vendió, ni tan santa, ni tan pura, ni tan casta, sino que es, como Minugua, una p... experimentada y traicionera, que siempre se irá con el mejor postor, y que de paso matará a sus creadores.

¿Por qué aventuro esta hipótesis del fin de la “Cicig”?, pues sencillo: la defensa de los delincuentes fue también la perdición de la Minugua, y, poco a poco vemos, que podría ser el fin de la “Cicig”.

La población no ve en el caso “Pavón” muertes extrajudiciales. Curioso: como en 2006 y los reportajes de Prensa Libre, la población verá una defensa del monstruo que aparte de feo, mató a su estúpido creador, y de paso los podría matar a ellos, y así, deciden mejor deshacerse del “monstruo.”

Y colorín colorado, el escenario está pisao.
Artículo publicado en el diaro guatemalteco "Siglo XXI", el día martes 17 de agosto 2010.

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