jueves, 26 de agosto de 2010

Ahora somos menos libres que antes


“…por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida...” (Don Quijote de la Mancha)

Ramón Parellada

A la hora de defender la libertad, pienso en la misma como un todo o nada. Como diría el premio Nobel de Economía, Friedrich Hayek, la Libertad es una sola e indivisible. Si bien, parte de esta libertad es la libertad de prensa o de expresión, al violarse se afecta toda nuestra libertad. Perdemos libertad si se viola la libertad de expresión, la económica o de movilidad o la que sea.

Traigo esto a colación por el caso ya conocido por todos debido a una demanda penal del vicepresidente, Rafael Espada, contra Marta Yolanda Díaz-Durán por el contenido de un artículo que ella publicó en el periódico Siglo Veintiuno hace casi un año, el 31 de agosto de 2009, cuyo título era El beso de Espada.

El asunto es que Marta Yolanda y su defensa legal solicitaron un amparo a la Corte de Constitucionalidad, porque el Vicepresidente, en su calidad de funcionario público, no podía demandar a nadie que hablara o escribiera de él de acuerdo al artículo 35 de la Constitución Política de la república de Guatemala se lee en dos párrafos lo siguiente: “No constituyen delito o falta las publicaciones que contengan denuncias, críticas o imputaciones contra funcionarios o empleados públicos por actos efectuados en el ejercicio de su cargo” y “…no constituye delito de calumnia o injuria los ataques a funcionarios o empleados públicos por actos puramente oficiales en el ejercicio de su cargo…”.

Esperaba que el caso terminara con la resolución de la corte aceptando el amparo, pero no fue así. Para sorpresa mía y de muchos, la Corte de Constitucionalidad, el pasado 10 de agosto, dictó sentencia declarando improcedente la acción de amparo.

Jamás dudé de la veracidad de Marta Yolanda, porque la conozco y sé que es una persona íntegra, pero pensaba que había sido imprudente al no poder revelar sus fuentes. El Vicepresidente podía haber actuado con más prudencia también en otras instancias, pero no podía jamás poner una denuncia penal sin violar nuestra Constitución. Hoy en día, Marta Yolanda ha demostrado que tenía la razón por la información que se ha conocido en el juicio del caso Rosenberg.

Aunque no tuviera la razón, el artículo en cuestión era opinable y Marta Yolanda no debió ser demandada penalmente. Es una columna de opinión y un funcionario público está sujeto a que se escriba de él como tal. El ejercicio de la libertad de expresión implica que todos tienen derecho a expresarse, aunque tengan las ideas más contradictorias que uno se pueda imaginar. Es parte de nuestra libertad y ese ejercicios nos hace llegar a discernir entre lo bueno y lo malo, lo correcto e incorrecto.

Este fallo demuestra el irrespeto que tenemos a nuestra constitución y lo fácil que es retorcer a favor de quien nos conviene una ley que debe proteger a los ciudadanos de los abusos de cualquier funcionario que temporalmente detente el poder.

Ahora somos menos libres que antes. ¿Nos atreveremos a denunciar en nuestros artículos de opinión lo malo que veamos de algún funcionario, aunque se corra el riesgo de equivocarnos? Esta resolución es una censura y una amenaza a futuras críticas contra funcionarios.
Termino con una cita de don Quijote:

“La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierran la tierra y el mar: por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida...”
Artículo publicado en el diario guatemalteco "Siglo XXI", el día jueves 26 de agosto 2010.

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