martes, 17 de agosto de 2010

Mi testimonio


Carlos Vielmann y Alejandro Giammattei no merecen ser llamados criminales o asesinos. Conozco a ambos desde hace décadas y son personas, imperfectas como cualquier otra, pero no merecen esas acusaciones. Si criminales convertidos en “testigos eficaces” serán sus acusadores, el testimonio de muchas más personas, sin registros delictivos, debería tener tanto o más peso en un “tribunal de justicia”.

JOSÉ RAÚL GONZÁLEZ MERLO

La toma de la cárcel de Pavón o la recaptura de reos fugados no puede ser una actividad bonita; es lidiar con gente violenta, convicta por los más horribles crímenes que no tienen un mínimo arrepentimiento de sus actos. Condenados que continuaban asesinando, extorsionando y secuestrando aún desde la cárcel de “rehabilitación” y que murieron en circunstancias extremas. Y con ellos ¿cuántos asesinatos, secuestros y extorsiones murieron también? ¿Cuánto sufrimiento de gente inocente dejó de producirse?

Yo no creo que el fin justifique los medios. Yo no creo que los linchamientos contribuyan a un estado de Derecho. Pero la mayoría de guatemaltecos celebraron la toma de Pavón, con todo y sus mortales consecuencias. Ese era el nivel de indignación y desesperación que se vivía en ese momento. Ni metiendo a los criminales a la cárcel se ofrecía seguridad para el resto de guatemaltecos. Las muertes, ahora llamadas “ejecuciones extrajudiciales” fue un precio que la sociedad toleró. No era la ejecución de disidentes políticos asesinados por su ideología como en la década de 1980. Murieron antisociales condenados, reincidentes sin arrepentimiento alguno.

Pero como la vida da tantas vueltas, la Cicig, la institución por la que Carlos Vielmann cabildeó para que viniera a Guatemala, ahora le acusa de asesino. Yo no creo que Carlos sea un asesino. Su mayor error fue no haber depurado suficientemente una estructura policial heredada.

Ahora, sus subalternos son acusados de otros crímenes salpicándolo injustamente. Conozco a Alejandro y a Carlos desde hace más de 20 años; mucho antes de que Carlos se convirtiera en mi pariente. Son personas de carácter con quien tengo diferencias, pero no son asesinos ni criminales. Son personas que eligieron el servicio público como una forma de sacar adelante a su país. Lo hicieron de la mejor forma que su entendimiento les permitió. La Cicig está agarrando el show equivocado.

Ese es mi testimonio. Y seguramente hay miles de otros guatemaltecos que estarían dispuestos a presentarse a los tribunales para testificar también en su favor. Si la “justicia” guatemalteca dará valor probatorio al testimonio de criminales convictos o confesos, convertidos en “colaboradores eficaces”, para comprar su propia libertad ¿por qué no dar el mismo o mayor valor probatorio al testimonio de ciudadanos cuyo único interés es que se haga justicia?


Artículo publicado en el diario guatemalteco "Prensa Libre", el día martes 17 de agosto 2010.

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