jueves, 10 de junio de 2010

¿Somos hormigas o cigarras?


¡Cómo sería el mundo si todos fuéramos responsables hormigas animadas por una visión de largo plazo!


Carroll Ríos de Rodríguez

Las crisis naturales, así como las creadas por el hombre, parecen invitar la planificación. Echamos la culpa del desplome de los mercados financieros, el desempleo, el colapso de Grecia, el profundo hoyo en la zona 2 y los trágicos deslaves a la “falta de planificación central”. Aunque sería absurdo acusar al Gobierno de provocar las erupciones volcánicas y las tormentas tropicales, sí le recriminamos la pérdida de vidas y bienes, porque no coordinó centralmente ciertos procesos, antes y después de la hecatombe. Y el Gobierno reacciona pasando nuevas leyes, aumentando el gasto público y los impuestos, e inventando burocracias.

Es bueno ser previsor y ordenado, y esperar que los demás también lo sean. Recordemos aquella fábula en la cual las laboriosas hormigas pueden afrontar el duro invierno, mientras la parrandera cigarra sufre porque durante los días soleados malgastó su tiempo bailando. ¡Cómo sería el mundo si todos fuéramos responsables hormigas animadas por una visión de largo plazo! Lamentablemente, muchos de nosotros, y los políticos electos, nos parecemos más a las cigarras. En tiempos difíciles nos apropiamos mediante la coerción gubernamental de la alacena de las hormigas. Para colmo, las cigarras-políticas se retratan, no como expoliadoras, sino como benefactoras de la sociedad.

Otra ilusión asociada con las crisis es pensar que el Gobierno puede ser tan eficiente como la hormiga. ¿Qué sustenta la expectativa de que la planificación central supera en resultados y calidad la planificación descentralizada? Esta pregunta inquietó a F.A. Hayek, quien valora la descentralización precisamente porque aprovecha los conocimientos dispersos de tiempo, circunstancia y lugar. Ningún ente central puede llegar a poseer, monitorear y controlar tanta información, ni siquiera con tecnología de punta. Aclara Hayek que no sólo obramos con información parcial, sino a veces, no podemos explicar por qué actuamos como lo hicimos. Y, aun así, el resultado agregado es eficiente. Vernon Smith, padre de la economía experimental y Premio Nobel en Economía de 2002, ha puesto a prueba esta idea en el laboratorio. Brindan a los sujetos estudiados un mínimo de información previo a ponerlos a intercambiar bienes. Diversos experimentos distintos llevan al Dr. Smith a concluir que la evidencia, “que al tiempo de redacción de este artículo consta de quizás 150 a 200 experimentos individuales realizados por muchos diferentes investigadores,… provee un apoyo inequívoco a la hipótesis de Hayek” (Smith, Markets as economizers of information, 1982).

La eficiencia es producto del orden institucional, que Hayek llama espontáneo. Vernon Smith incluso usa el adjetivo ecológico, para trasladar la imagen de que la sociedad es como un complejo y auto-regulado ecosistema. Deberíamos dirigir esfuerzos a fortalecer ese marco institucional que nos convierta en hormigas emprendedoras, responsables y productivas, capaces de afrontar los peligros y las crisis, e irle cerrando espacios a las cigarras que viven de rentas artificiales.

Artículo publicado en el diario guatemalteco "Siglo XXI", el día miércoles 09 de junio 2010.

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