viernes, 11 de junio de 2010

Papá no es desechable


Si usted es padre, o lo será, sepa que la celebración de la paternidad es mucho más que una ocasión comercial.

Karen Cancinos

Entre los mensajes que llegaron a mi buzón después de publicar un par de artículos en los que abordé la nueva ley de migración de Arizona, hubo uno de un estimable misionero estadounidense, residente en nuestro país. Este caballero ha vivido por décadas en el occidente guatemalteco rural, y comparte conmigo la preocupación por lo que atinadamente denominó “desastre sociológico”: la desintegración de las familias, ocasionada usualmente por la migración del padre al norte.

En estos días, he visto en las calles una valla en la que se ve un hombre joven, sosteniendo un bebé en brazos. El Día del Padre, anuncia sonriente, publicitando quién sabe qué. El punto es que me hace pensar en cuánto se ha dado en los tiempos que corren por disminuir la importancia de la paternidad, como si ésta fuese, o pudiera ser, desechable.

Se nos dice, por ejemplo, que papá y mamá son intercambiables, así que igual le da a Pepito tener dos de cada uno, o criarse con tres papis o mamis, o con uno, o con ninguno, que para eso está el gobierno.

Se nos dice que hay demasiada gente, así que más vale no reproducirnos; al cabo no somos más que una bola de predadores de la Madre Tierra, de manera que dancemos en círculos, descalzos, y pidamos perdón a la Naturaleza mientras nos aseguramos de no engendrar crías humanas. Eso sí, al sexo no renunciemos: disociemos cópula de procreación, faltaba más.
Derechos sí, obligaciones no. Placeres sí, responsabilidades no. Y si algo falla pues ahí está el aborto; total, la ONU está trabajando intensamente para que pronto podamos sustituir tan fea palabra con algún eufemismo con la etiqueta “derecho humano” por delante.

Se nos dice que cada quien puede definir su propio concepto de la existencia, del mundo, de los otros y de su relación con ellos. Por eso hay que liberarse de las bridas de civilización y tradición, cúmulos de meras supersticiones. ¿Matrimonio heterosexual y monógamo, familia basada en ese matrimonio? Bah, no son más que excusas para erigir y perpetuar la tiranía de unos sobre otros. Específicamente, la de los hombres blancos, ricos y capitalistas, sobre todos los demás.

Resulta sin embargo que yo no tengo empacho alguno para decir que el discurso políticamente correcto en el que vivimos inmersos es un volcán de bosta, así que celebro en este Día del Padre al mío y a todos esos hombres que no se rinden —ni lo harán— ante la devastación causada en nuestras sociedades por el relativismo ético, el racionalismo arrogante, el individualismo mezquino o el colectivismo mediocre.

Aplaudo a aquéllos que no han cedido ante la cultura envenenada actual que fomenta el desprecio por los débiles: no nacidos, pequeñines, ancianos, enfermos graves, mujeres embarazadas. Vitoreo a esos que se niegan a plegarse a la exaltación que se le hace a los desobligados. Felicito a los que sin aspavientos emprenden y perseveran en la aventura, muchas veces ardua, de criar y educar a los seres humanos que engendraron.

Si usted es padre, o lo será en el futuro, sepa que la celebración de la paternidad es mucho más que una ocasión comercial: constituye en realidad el festejo de una institución que está más allá de los caprichos de un grupo de presión y de los prejuicios de los amargados. Enorgullézcase: es usted imprescindible e insustituible para los suyos.
Artículo publicado en el diario guatemalteco "Siglo XXI", el día viernes 11 de junio 2010.

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