martes, 15 de junio de 2010

De “energías cósmicas” y otras hierbas


Estuardo Zapeta

Ha dado inicio en el Honorable Congreso la Mesa de Diálogo referente a la Iniciativa de Ley 3835 titulada “Lugares Sagrados de Pueblos Indígenas”.

Y no es necesario avanzar mucho en el análisis de esta propuesta para percatarse de que nace con una serie de inconvenientes, y que aun así, pasó el 19 de agosto del 2009 con “dictamen favorable” de las Comisiones de Pueblos Indígenas y la Comisión de Paz y el Desminado del Congreso.

La primera observación que hizo detenerme abruptamente durante la lectura de esta propuesta fue la referente a la “definición” de “lugares sagrados”, y de la cual dice: “Lo constituyen espacios naturales o construidos, considerados de confluencia de ENERGÍA CÓSMICA para la comunicación con los ancestros; son lugares especiales para la práctica y formación espiritual, filosófica, científica, tecnológica o artística de los miembros de los Pueblos Indígenas (Artículo 6, literal “d”, énfasis de quien escribe).

Primero, me parece una verdadera fumada de hierba verde una legislación acerca de las “energías cósmicas”, y que luego, como se desarrolla la Iniciativa, esa definición sea la que se aplique para determinar propiedad de un bien inmueble, por ejemplo, o de utensilios, o de máquinas o de fábricas.

Segundo, si la “energía cósmica” de la cual habla la Iniciativa puede ser legislada, no veo entonces cómo podría estar esa energía, digamos en un laboratorio en el cual se estén haciendo experimentos, ya que el laboratorio es un “lugar especial” para la práctica científica.
O qué decir de una fábrica o la tienda de aparatos eléctricos, la cual también sería un “lugar especial para la práctica” de tecnología.

Y qué decir de los terrenos de las universidades —algunas más “cósmicas” que otras— las cuales como “lugares especiales” podrían pasar a ser propiedad de las “Autoridades Indígenas, Consejos, y Guías Espirituales”, según esta normativa.

De hecho, la misma Universidad de San Carlos de Guatemala podría pasar, por el efecto de “vibración cósmica”, principalmente en el “iglú”, a ser propiedad de los “pueblos indígenas”, los cuales podrían reclamarla como “tierra ancestral” y tomarla en posesión “histórica”.
Supongo que la Usac, tan comprometida ella con las “causas sociales,” le entregaría sin mayores trámites (ni protestas) todos sus terrenos, o sea “lugares especiales” de formación filosófica, científica, tecnológica y artística, a cualquier grupo de “sacerdotes mayas” que, según la Iniciativa 3835, los pida, y eso incluye laboratorios, aulas, campos de ensayo y fincas demostrativas.

Tercero, yo, por ejemplo, tengo una ventaja: soy indígena, y como tal, y por la combinación de mi “signo” y “símbolo” de nacimiento dentro del calendario maya, ya le eché el ojo a unos terrenos ancestrales que están al final de la Avenida de Las Américas, ya que cada vez que paso por ahí me dan “vibras cósmicas” y seguro que esos terrenos son ancestralmente míos.

También tengo ya vistas una media docena de fábricas, dos universidades, y dos centros comerciales que podré reclamar por “vibración cósmica”, y ni le cuento del número de fincas y terrenos cósmicos allá por la costa, y por Alta Verapaz e Izabal, que me provocan “super, mega, hyper vibraciones cósmicas”. Y así, de manera “cósmica” mis activos crecerán.

Por último, bajo el manto de lo “sagrado” podemos terminar en la línea pero de lo “sangrado”. Ojalá los “narcos” no nos resulten también “cósmicos”, porque ahí sí estaríamos amolados todos.
artículo publicado en el diario guatemalateco "Siglo XXI", el día martes 15 de junio 2010.

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