miércoles, 2 de junio de 2010

Entre erupciones y tormentas



La llegada de la tormenta Ágatha saca a luz las deficiencias que tenemos para atender estas emergencias.



Verónica Spross de Rivera

La precariedad de nuestra infraestructura se pone de manifiesto cuando enfrentamos eventos de la naturaleza como erupciones y tormentas. La llegada de la tormenta Ágatha saca a luz las deficiencias que tenemos para atender estas emergencias. Posiblemente puede mejorarse en un sistema de alarma para prevenir tragedias, que en esta ocasión han resultado en la pérdida de casi cien vidas humanas.

El costo que se genera es importante, se manifiesta por medio de pérdidas de producción, cosechas que no fructificaron, comercio que dejó de hacerse, trabajo que no se generó. En fin, podemos contabilizar las pérdidas desde la infraestructura que debe repararse, viviendas que se dañaron o quedaron inservibles hasta lo que el agua se llevó…. Por otro lado, estas eventualidades muestran una falsa señal de reactivación económica, pero en realidad no se trata de creación de riqueza ni mejoría del bienestar, sino de dedicar recursos que se hubiesen destinado a otra prioridad si no se hubiera dado el daño.

Es de reconocer la unidad nacional y deseos de colaboración de la mayoría de personas de la sociedad. Muchas instituciones, preocupadas por quienes han perdido sus bienes, realizan colectas de víveres, enseres y ropa. Ello refleja un alto grado de compromiso hacia los demás. Muchas personas se vuelcan a participar en esfuerzos de ayuda, poniendo de manifiesto la capacidad de cooperación que tiene nuestra sociedad. Este afán de colaboración y ayuda mutua puede ser la semilla de un esfuerzo nacional para sacar adelante al país.

El Gobierno debe reconocer que en momentos como éste no se puede trabajar solo. Es una equivocación prohibir a los miembros del Aeroclub o a otras instituciones que colaboren llevando víveres a donde se necesitan. Las colectas espontáneas que se realizan en iglesias, comercios, colegios, universidades y en un sinfín de organizaciones que buscan colaborar deben llegar a quienes efectivamente lo necesitan. Y, el gobierno no tiene la capacidad de atender la emergencia con sus entidades. Sería muy egoísta pretender mantener el monopolio de la ayuda a los damnificados.

¿Será posible que la ambición de protagonismo político impida que se colabore con la reconstrucción y entrega de la ayuda humanitaria? En ocasiones anteriores en que hemos vivido los efectos de catástrofes naturales la unidad nacional ha sido un elemento fundamental que ha contribuido a levantarnos del suelo. Literalmente, cuando fue el terremoto de 1976, bajo el lema Guatemala está en pie, todos los sectores trabajaron de la mano para reconstruir el país. En pocos años se había logrado recuperar la infraestructura, pero especialmente se logró un sentimiento real de solidaridad que nos hizo fortalecer la nación. Después del huracán Mitch y de la tormenta Stan cientos de empresas, medios de comunicación y organizaciones sociales contribuyeron con la reconstrucción de escuelas y viviendas. Es momento de dejar a un lado los protagonismos y pensar en cómo ayudar a quiénes lo han perdido todo. La atención de las emergencias es uno de aquellos temas en los que hay espacio para los beneficios políticos, no personales.

Artículo publicado en el diario guatemalteco "Siglo XXI", el día miercoles 02 de junio 2010.

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