miércoles, 16 de junio de 2010

¡Gracias, héroes!


Ni las declaraciones del Dr. Castresana ni el Mundial de Futbol nos hacen olvidar a los damnificados por la tormenta Ágatha.

Carroll Ríos de Rodríguez

Ni las declaraciones del Dr. Castresana ni el Mundial de Futbol nos hacen olvidar a los damnificados por la tormenta Ágatha. Mientras algunas entidades, como la CEPAL, evalúan la magnitud del desastre, ya surgieron múltiples esfuerzos de auto-ayuda, así como atinadas iniciativas privadas. Las lluvias continúan y sentiremos sus efectos también en el mediano y largo plazo. Reconstruir llevará meses, y habrá que hacer un mejor trabajo en comparación con el realizado luego de que nos visitó Stan hace cinco años. Sin embargo, la más importante lección de las dos tormentas es que hay guatemaltecos talentosos, quienes en libertad optan por aportar su tiempo y conocimiento a la solución de los problemas que enfrentan nuestros compatriotas. La clave es aprovechar esta riqueza al máximo: ¡no entorpecer, sino “dejar hacer”!

No solemos contemplar la maravillosa orquestación de estos espontáneos esfuerzos. Las parroquias e iglesias, universidades y colegios, clubes, asociaciones y empresas nos instan a colaborar. Cada ente identifica una o más comunidades beneficiarias, con las cuales usualmente ya existen lazos. Se puntualizan acertadamente sus carencias y se pide justo lo necesario: agua pura, frijoles ya preparados, medicamentos, los servicios de doctores e ingenieros, etc.. Equipos de voluntarios, incluyendo niños, clasifican y agrupan lo donado. Se coordina el transporte (lo recolectado no se deja pudrir) y la labor con otros grupos. Existe una confianza mutua que facilita el proceso; se cometen menos errores que en esquemas centralistas y cerrados.

En el gran rompecabezas los pilotos asociados al Aeroclub juegan un papel vital, sobre todo en las primeras horas después de la tormenta. Completan, verifican y diseminan la información que recopilan CONRED, las municipalidades y otros. Pueden accesar lugares inundados, y evacuar y reubicar a poblaciones en riesgo. Salvan vidas arriesgando la propia. Además, distribuyen enseres a familias incomunicadas. Muchos pilotos han adquirido valiosa experiencia porque volaron durante y después de Mitch, Stan y ahora Ágatha. Poseen, por tanto, una visión panorámica de la situación. Pueden asesorar las acciones de prevención e interconectar al voluntariado para añadir eficiencia a sus respectivas iniciativas.

De allí la indignación colectiva que nos invadió al saber que, por motivos políticos, inicialmente se impidió a estos pilotos-héroes hacer lo suyo. La magnanimidad de unos exhibe la mezquindad de otros. Como escribió el obispo anglicano Brooke Foss Westcott: “Las grandes ocasiones no hacen héroes ni cobardes; simplemente los revelan ante los ojos de los hombres. Silenciosa e imperceptiblemente, cuando despertamos o dormimos, nos volvemos fuertes o débiles; y al final una crisis viene a mostrarnos en qué nos hemos convertido.” En Guatemala hay muchos héroes —humildes, anónimos, innovadores, curtidos— que pueden y quieren dar mucho más de sí, y no sólo hoy. Sepan esto: los vemos, los valoramos, y los exhortamos a seguir adelante sin amedrentarse.
Artículo publicado en el diario guatemalteco "Siglo XXI", el día miercoles 16 de junio 2010.

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