viernes, 29 de junio de 2012

Más fascismo entre nosotros

Luis Figueroa
Muchos políticos, funcionarios y “empresaurios” quedaron pupusos de plata. El mercantilismo y el corporativismo tienen raíces en común; y una de ellas es la idea de que el estado paternal tiene la responsabilidad de cuidar de todos, incluso de las utilidades de las grandes empresas, con las cuales puede participar. Es una idea importante en el pensamiento de Bismark en el siglo XIX y de Mussolini en el siglo XX. No hay que perder de vista esta perspectiva ahora que el equipo del presidente Otto Pérez propuso una reforma al Artículo 125 de la Constitución, que le dará al Gobierno la facultad de participar hasta en 40 por ciento del patrimonio de las empresas que exploten recursos naturales no renovables, y abarcaría a las compañías mineras y petroleras. Esto permitirá que capitales privados gocen del privilegio de contar con un socio inmensamente poderoso; y, adivina tú, quiénes van a ser los perjudicados. Sobre todo cuando, después de esta, venga la idea de empresas mayoritariamente estatales. El monopolio estatal de las telecomunicaciones era una fuente escandalosa de corrupción e ineptitud. Igual cosa eran (¿o es?) el gigantesco instituto de electrificación; y la empresa de aviación (que no tenía aviones propios) y la empresa naviera (que nunca tuvo barcos, ni alquilados). Guatemala nunca tuvo muchas empresas estatales, pero tuvo una lechería y una comercializadora de granos, con las cuales se enriquecieron quién sabe cuántos funcionarios. Tuvo un comisariato del Ejército que debe haber producido quién sabe cuántos millonarios. Tuvo bancos (y tiene) que fueron (¿o son?) piñatas. El sistema estatal de pensiones es saqueado cada tanto. ¿Confías en que las empresas estatales (municipales) de agua son ejemplos de buen servicio y de probidad? La empresa estatal de ferrocarriles era piedra de escándalo y de ella no quedó más que chatarra… y quién sabe cuántos nuevos ricos. Las empresas estatales hicieron que muchos políticos, funcionarios y “empresaurios” quedaran pupusos de plata a costillas de… ¿adivina de quién? Si la Administración quiere resolver el problema de la conflictividad por la minería, ahora que quiere modificar la Constitución, mejor que explore la idea de reconocerles a las personas su derecho al subsuelo y sus frutos, en vez de recetarnos mercantilismo y corporativismo fascista. luisfi61.com Artículo publicado en el diario guatemalteco El Periódico, el día viernes 29 de junio 2012.

Relaciones “cívico-militares”

Estuardo Zapeta
El antimilitarismo, dada la realidad de Guatemala, ha pasado a un plano casi de inexistencia y en su lugar hemos volteado nuevamente nuestra mirada a nuestras Fuerzas Armadas, que, nos guste o no, es el último bastión social que queda después del fracaso de las otras instituciones de gobierno. El “chafa” —y tomo aquí la definición de Francisco Pérez de Antón— no es ajeno al “pachuco”, porque al final todo “chafa” es “pachuco”. (“Chafa” era un adjetivo utilizado para denominar a los militares en otros tiempos, y “pachuco” era el adjetivo que militares utilizaban para definir a los “civiles”.) Las solicitudes de presencia militar en áreas rurales siguen aumentando tanto como las solicitudes desde áreas urbanas, y eso hace que, por fin, consideremos al Ejército de Guatemala como lo que es: una institución legítima de servicio que junto con la comunidad deberá ser fortalecida para potenciar la organización comunitaria. A eso se le llama empoderamiento. A todos los ciudadanos nos conviene un Ejército fortalecido. Pero fue el gobierno de Óscar Berger el que atentó contra el Ejército y contra la población. Muy mal asesorado, dicho gobernante que nunca sobresalió por su capacidad intelectual y menos por su visión estratégica, siguió el erróneo consejo de reducir y casi eliminar el Ejército. Hoy estamos pagando muy caro el presunto “ahorro”. Y lo más curioso de esa insensatez fue no solo la pasión con la que, tanto Berger como el entonces vicepresidente Stein (ahora asesor del presidente, general Otto Pérez Molina, vaya vueltas de la vida) le entraron al asunto, sino también que todo lo hacían “en nombre y en cumplimiento de los acuerdos de paz”. De hecho, contrario a la argumentación de Berger y Stein, en ese entonces, el Ejército es la única institución estatal que ha cumplido con los malogrados “acuerdos de paz”, y no solo eso, sino que ha ido más allá de ese cumplimiento llegando del punto, peligroso para Guatemala, de su casi desaparición. La población está enviando los mensajes claros y directos al Gobierno: debe fortalecerse al Ejército, y potenciarlo para el servicio, y servir en el proceso, al mismo tiempo que se restituyen ese concepto fundamental de “relaciones cívico-militares”. El reto de la seguridad será factible con el liderazgo de la institución cuya cultura organizacional, de casi siglo y medio, es reconocida y apoyada por la población a la que sirve. El pueblo de Guatemala sigue creyendo en su Ejército, eso es lo que dicen las muchas solicitudes de “destacamentos militares”, y esa confianza es una gran oportunidad de gobernabilidad para el presidente Pérez, quien debe regresar a su discurso de “Seguridad” que le dio la confianza del pueblo, y dejar de lado insensateces como las ya malogradas “reformas constitucionales”. El Presidente tiene hoy de frente a la nación una oportunidad de oro para enderezar la senda que sus antecesores equivocaron. Unidos Ejército y Pueblo somos fuertes y grandes. Artículo publicado en el diario guatemalteco Siglo 21, el día viernes 29 de junio 2012.

jueves, 28 de junio de 2012

Sobre las reformas constitucionales

Ramón Parellada
Por fin se conoce el proyecto de Reforma a la Constitución Política de la República de Guatemala que el Ejecutivo ha circulado para que los analicemos. En este y otros artículos comentaré sobre el mismo. Hoy me limitaré a hacer algunos comentarios generales. La propuesta se divide en cuatro partes: fortalecimiento de la justicia y seguridad, fortalecimiento de la transparencia y rendición de cuentas, fortalecimiento del sistema político y fortalecimiento del sistema fiscal y financiero. En primer lugar, veo una propuesta con graves errores. Digo errores, porque considero que hay buena intención atrás de las propuestas. Sin embargo, estos errores son de tal magnitud que pueden llevar a Guatemala a un caos total. Con una omisión de una palabra en un artículo, éste puede interpretarse de una forma contraria a la intención y tener un significado adverso a lo que se pretendía lograr. Para muestra un botón. El artículo 125 se titula Explotación de los recursos naturales no renovables. Sin embargo, en el contenido que se cambió, se lee que el “Estado tendrá siempre el derecho de adquirir hasta el cuarenta por ciento de las empresas explotadoras de recursos naturales, existentes o en las que por aumento de capital o circunstancia análoga, se disminuya su participación”. El punto que quiero resaltar es que todas las empresas de Guatemala explotan recursos naturales; por lo tanto, todas las empresas son sujetas a ser expropiadas legalmente hasta en un 40% por parte del Estado. Si lo que pretendían era que fueran los recursos naturales no renovables, a alguien se le olvidó colocar el “no renovable” en este artículo. Ahora bien, aun si tuviera esta distinción, ¿a cuenta de qué el Estado tendrá “siempre” el derecho a expropiar hasta el 40% de estas empresas? No solo no cumple con su función primordial de justicia y seguridad y de garantizar los derechos individuales a la vida, la libertad y la propiedad, sino que ahora viola el derecho de propiedad contradiciendo uno de los derechos individuales más importantes para lograr el progreso económico. Esto generará una estampida de inversiones del país hacia el extranjero. En segundo lugar, esta propuesta terminará siendo modificada y al final, con influencia de los políticos de turno y las negociaciones de políticos partidistas terminará saliendo otra cosa muy diferente de la que tenemos ahora en nuestras manos. De hecho, solo con ver los errores que trae esta propuesta se nota que deberá revisarse nuevamente su redacción. En tercer lugar, en vez de mejorar el sistema de justicia y fortalecer la separación de poderes, así como lograr una mayor despolitización de la elección de magistrados de la Corte Suprema de Justicia, de jueces y de magistrados de la Corte de Constitucionalidad, se hace lo contrario dándole una enorme injerencia al Ejecutivo a la hora de elegirlos y lo mismo a la Universidad de San Carlos, que estará en todas las comisiones con un poder mayor al que tenía antes. Pareciera que la propuesta es una copia modificada de la propuesta de cambio constitucional hecha por la Usac, URL y Asíes en donde a mi juicio no resuelven el problema de fondo sino que es superficial. De hecho, ¿por qué titubear para elegir vitaliciamente y por sorteo a los jueces y magistrados tal y como propone ProReforma (www.proreforma.org.gt)? La razón de elegirlos de por vida es disminuir las presiones políticas, aunque nunca se pueda garantizar absolutamente esta influencia. ProReforma hizo un excelente trabajo para disminuir los peligros de una politización en la elección de jueces y magistrados y garantizar una verdadera separación de poderes. La propuesta del Ejecutivo está politizada. Artículo publicado en el diario guatemalteco Siglo 21, el día jueves 28 de junio 2012

Paquetazo constitucional

POR JORGE JACOBS A.
Ahora que ya se conocen las reformas constitucionales propuestas por Otto Pérez Molina y sus asesores, con mayor seguridad puedo decir que no estoy de acuerdo con ese paquetazo constitucional y sostengo que si se van a hacer reformas a la Constitución, las que deben hacerse son las de ProReforma. Luego de ser invitado esta semana a una presentación de las reformas y participar en la sesión de dudas y sugerencias, estoy convencido de que no puedo apoyar estas reformas. Estoy también más convencido que nunca de que la propuesta que se debe apoyar es la de ProReforma. Creo importante recalcar que debemos ser conscientes de la importancia y trascendencia que una reforma a la Constitución tiene. Si hasta con la legislación ordinaria se debe ser muy cuidadoso de considerar todos los efectos que la misma puede tener, no solo sobre un grupo de personas sino sobre todas las personas y no solo en el corto plazo sino también en el largo plazo, para los cambios a la Constitución se debe ser todavía mucho más minucioso en ese análisis, lo que considero no se ha podido hacer con la referida propuesta, ni siquiera por los mismos que la están proponiendo. ¿Y cómo me atrevo a declarar semejante cosa desconociendo el proceso que han llevado? Simple: el mismo presidente indicó que le han dedicado mes y medio a este proceso. Es imposible, en tan poco tiempo, considerar todas las consecuencias que pueden tener. Para su referencia, la elaboración de la propuesta de ProReforma le llevó a un grupo de personas más de 10 años. La mejor prueba de esa falta de consideración de todas las probables consecuencias me la dieron ellos mismos durante la presentación a raíz de un tema relacionado con la libertad de expresión que yo saqué a relucir con una de las reformas, el cual, a juzgar por su reacción, ni siquiera les había pasado por la mente. Quiero creer que, por lo menos en el caso del presidente esto es cierto, aunque tendría serias dudas en considerar que más de alguno de sus asesores sí lo había pensado y no había dicho nada para que se aprobara así y después aprovecharse de ese “error”. Pero esta es solo una probable consecuencia —entre muchas otras que la misma oración podría tener en toda la actividad productiva del país— de un solo párrafo de las reformas. ¿Cuántas miles de otras más se les habrán pasado por alto? Y lo que es todavía más inquietante, ¿cuántas probables consecuencias sí consideraron ellos con estas reformas las cuales todavía no hemos podido descifrar? ¿La reelección? Está a la vuelta de la esquina como se le salió a uno de los asesores: “Solo tomará una reforma y no dos”. Entre las reformas propuestas por los acuerdos de paz —que el presidente y sus asesores confirmaron que en su mayoría se incluyen en estas reformas— y las demás añadidas por ellos, considero que, en general, estas reformas tienden a debilitar el poder de los ciudadanos y fortalecer el poder de los políticos. Lamento sinceramente que los políticos tengan una visión tan de corto plazo. Siguen sin entender que el poder es efímero y que 4, 8 ó 12 años más tarde, ellos y sus descendientes serán quienes deban sufrir —junto con todos los demás— los abusos de poder del dictador de turno. Artículo publicado en el diario guatemalteco Prensa Libre, el día jueves 28 de junio 2012.

miércoles, 27 de junio de 2012

Batalla de ideas

Carroll Ríos de Rodríguez
El presidente Barack Obama está enfrentado con la Iglesia Católica de Estados Unidos, y con otras iglesias, asociaciones e individuos, desde principios de año. Un controversial mandato que obliga a organizaciones propiedad de la Iglesia (universidades, colegios y hospitales) a pagar por contraceptivos abortivos y esterilizaciones, está en vigencia. El Gobierno luego sugirió que las agencias aseguradoras asumieran los costos de tales servicios, pero los líderes religiosos reconocieron la trampa: la salida no elimina el dilema moral, y el costo eventualmente recae en el empleador. Es una violación a la libertad religiosa, mantiene el presidente de la Conferencia Episcopal, cardenal Timothy Dolan de Nueva York. El tema es complejo porque el Gobierno es proveedor directo, financista y regulador de servicios de salud. Quizá esta batalla no hubiera surgido en un mercado menos intervenido. Pero dada la situación, la cuestión es grave: ¿Puede o debe el Gobierno obligar a alguien a proveer y financiar servicios que chocan con sus creencias? Aquí el Gobierno es el poderoso, el bully, no las organizaciones religiosas. Ellas coexisten en un sistema donde muchos oferentes prestan servicios a consumidores de abortos, contraceptivos y esterilizaciones. Escribe George Weigel: “Los contraceptivos son más fáciles de conseguir en Estados Unidos en 2012 que los cigarrillos y la cerveza. No existe una necesidad pública para presionar a instituciones e individuos que objetan en conciencia a proveerlos, amenazándolos con ruinosas multas financieras si incumplen la ley”. Y es que la legislación deja a dichas entidades dos opciones: infringir la ley o cerrar sus puertas. Puede ser exactamente lo que quiere Obama. Algunos piensan que su visión para transformar la sociedad estadounidense requiere desmantelar aquello que deslumbró a Alexis de Tocqueville: una cultura rica en asociaciones libres, seculares y religiosas. Nadie está obligado a unirse a otros en torno a ideas en común, pero tampoco tiene prohibido hacerlo. Una fuerte, plural y descentralizada sociedad civil no solo sirve para atender necesidades locales de forma eficiente, sino también reduce la dependencia del individuo en el Gobierno. Un boletín de la Conferencia Episcopal titulado “Protegiendo las Conciencias”, emitido este mes, afirma: “Lo que está en juego es si Estados Unidos seguirá teniendo una sociedad civil libre, creativa y robusta —o si solo el Estado podrá determinar quién puede contribuir al bien común, y cómo deben hacerlo”. Para hacer conciencia sobre la importancia de la libertad religiosa entre la ciudadanía, hace unos días inició la “Quincena por la Libertad”. Tocqueville y los padres fundadores sostenían que si esta peculiar estructura social se deteriorase, la república devendría en una aborrecida tiranía y la libertad personal desvanecería. Sin entidades intermediarias, la gente vuelve la vista al Gobierno como un paternal “solucionador”. Puesta en estos términos, la evolución de esta lucha de ideas nos atañe a todos. Artículo publicado en el diario guatemalteco Siglo 21, el día miércoles 27 de junio 2012.

El estudiante va primero

Verónica Spross de Rivera
A lo largo de la vida es importante ver el bosque y no solo el árbol que tenemos enfrente. De lo contrario podemos perder el sentido de integralidad que un bosque representa. En nuestro caso pareciera como si la actual reforma de la formación inicial docente se ha convertido en un árbol que no nos permite ver el bosque, que sería la reforma integral del sistema educativo. Esta semana celebramos el Día del Maestro reconociendo a quienes hacen una buena labor en las aulas. Mas no debemos perder de vista que los alumnos deben ser siempre el centro de las acciones en el sistema educativo. Actualmente eso no parece ser así. Los indicadores muestran que no estamos cumpliendo con el objetivo de formar a los guatemaltecos adecuadamente. En nuestro país alcanzamos en promedio 5 años de escolaridad, situación que nos pone en franca desventaja en relación con nuestros vecinos centroamericanos. Por otra parte, solamente el 7% de los estudiantes sale preparado en matemática cuando se gradúa de la secundaria. El resto no logró adquirir las competencias esperadas en la materia. Como resultado, muy pocos pueden asistir a la universidad o consiguen un buen empleo. Los sistemas educativos de alto desempeño se focalizan de manera intensiva en el desempeño del estudiante. Todos los recursos y acciones están alineados para apoyar las políticas públicas y los programas que refuerzan el aprendizaje de todos los alumnos. La mejora requiere seleccionar, contratar, educar, formar, desarrollar y apoyar a los maestros. La evidencia internacional indica que son los docentes el factor más importante para el aprendizaje de los estudiantes. Un estudio realizado en Estados Unidos en Tenesí y Dallas evidenció que si se pone a alumnos de habilidad promedio en manos de los mejores maestros terminarán dentro del 10% superior en cuanto a resultados del alumnado, mientras que si se les deja en manos de maestros del quintil inferior en cuanto a capacidad los alumnos de ellos terminarán al fondo de la tabla. Un estudio del Banco Mundial de 2011 mostró que los avances en la cobertura de la primaria no son suficientes y que necesitamos fortalecer la educación secundaria. Entre las acciones recomendadas el estudio sugirió evaluar y fortalecer las competencias de nuestros docentes tanto de primaria como de secundaria. Paralelamente al fortalecimiento de la profesión docente se necesita realizar diversas acciones que promoverán conjuntamente un sistema educativo de mayor calidad, traducida en mejores resultados en los aprendizajes y preparación de los alumnos. Preal enfatiza en que los sistemas educativos exitosos definen un número reducido de objetivos claros, medibles y de alta prioridad, enfocados en los resultados de los estudiantes. Además de fijar objetivos debe desarrollarse una estrategia global que incluye cambios en la legislación, el financiamiento, el currículo y los sistemas de rendición de cuentas y los informes públicos (documento No. 40 de la serie Políticas). En nuestro caso, además de plantear una reforma al sistema de formación inicial docente se necesita seleccionar mejor a quienes se contrata para dar clases, así como evaluar su desempeño. Además, se requiere mayor liderazgo en las escuelas, implementando la carrera del Director Escolar. También es recomendable fortalecer el modelo de gestión, desde el nivel central, pasando por las direcciones departamentales y llegando al nivel de distrito. La reforma del sistema de supervisión es clave para convertirse en uno de acompañamiento pedagógico efectivo hacia las escuelas. Poner al estudiante y su preparación en el centro del sistema educativo debe ser el faro de luz que oriente. Artículo publicado en el diario guatemalteco Siglo 21, el día miércoles 27 de junio 2012.

martes, 26 de junio de 2012

De pollitos y gallinas

PEDRO TRUJILLO Hay que analizar si la actuación de los normalistas —y quienes les apoyan— es realmente normal. No recuerdo ningún caso de impúberes que en Europa o USA tomaran escuelas y tuvieran al país en jaque mientras autoridades y adultos discutían pueriles planteamientos. Aquí, sin embargo, el Gobierno, ¡bien gracias!; los sindicatos magisteriales, interesadamente callados mientras reelegían —una vez más— a Joviel Acevedo —¡tanto discutir sobre la reelección presidencial!—, y la sociedad en general, perdida en otros planteamientos porque la verdad es que nos pela lo que pase; de ahí el futuro que nos espera. En resumen: un montón de niños y niñas menores de edad, financiados por inescrupulosos anónimos y becados los estudios con dinero público, toman escuelas, impiden que sus compañeros asistan y, para colmo, ni siquiera serán afectados por las reformas que “combaten”. Con ello se consiente, como es habitual, que grupos de presión terminen decidiendo —por encima del derecho individual y del interés colectivo— qué hacer en el país. Lo sustancial —el respeto a los derechos— no se garantiza porque nos acostumbramos a que todo es dialogable y negociable, sin importar si es justo o legal. En este mimado conflicto medió, entre otros, la oficina de Derechos Humanos del Arzobispado, suerte de ONG que desconozco lo que pinta en todo esto, cuando más bien aunque debería dar algunas explicaciones por conductas ahora denunciadas ante el MP, como otras ONG similares. Vividores y farsantes —defensores de “derechos humanos” de unos pocos— se dejan ver en situaciones que les generan publicidad y quizá recursos financieros, aunque huyen de los problemas reales que deberían afrontar. Promueven y potencian a gallitos peleones que luego veremos, seguramente, “estudiando” en la Usac y cometiendo similares desmanes, tal y como la realidad de cada día demuestra; estarán al frente de ocupadores de fincas, de opositores a la minería, a las hidroeléctricas o serán vividores en ONG justificadoras de bochinches. Tenemos lo que nos merecemos por cobardes y por permitir que esas cosas ocurran. No se trata de enviar a la PNC a que los saquen a cachiporrazos, pero sí de responsabilizar a los progenitores de las conductas inapropiadas de sus hijos, que es lo que la ley hace con quienes son menores y, consecuentemente, irresponsables de sus actuaciones. Se ha ignorado la responsabilidad de los padres, permitido violentar los derechos de otros estudiantes, despreciado lo que la mayoría del país quiere: una reforma educativa, y pisoteado toda la lógica de actuación en un estado democrático donde los derechos individuales deben ser inviolables. Contentos con la “negociación” tenida, como si de una victoria se tratase —cuando es un fracaso más—, asistimos a otro triste capítulo de la historia de este país. Tardaremos en evolucionar porque nuestra forma de ser y de pensar no está por la labor, y contra esa concepción mental se requiere un desafío personal al que pareciera no estamos dispuestos. ¡Pues nada!, a seguir cohibidos, coartados y acobardados, como gallinas, y que los pollitos nos pongan en fuga, mientras nos quejamos en privado de lo que no tenemos pantalones de decir o exigir en público. Estoicamente consentimos a todos esos vividores del conflicto que nacen precisamente ahí, porque no se les educa y se les hace aprender que jamás se debe violar, bajo ningún concepto, el derecho de nadie, y que quienes quieran ejercer los suyos, deben respetar los de los demás ¡Luego tenemos mareros de 9 años y no sabemos el porqué! Artículo publicado en el diario guatemalteco Prensa Libre, el día martes 26 de junio 2012.

Los alquimistas

JOSÉ RAÚL GONZÁLEZ MERLO El alquimista era un personaje que pretendía encontrar la fórmula para convertir el plomo en oro. Una actividad obviamente fracasada. Sin embargo, hay alquimistas modernos: son los que creen que imprimir dinero sin respaldo, para financiar el gasto público, es fuente de prosperidad. Lamentablemente, hoy, al igual que ayer, ni la charlatanería alquimista ni la falsificación oficial de moneda nos sacarán de pobres. Juan Luis Font, Gustavo Berganza y Édgar Gutiérrez han escrito, en sus columnas de opinión, su escepticismo con la prohibición constitucional que impide al Banco de Guatemala imprimir dinero para financiar gasto público. Se dice que ese “candado” limita la capacidad del gasto público. Que el Gobierno pierde una fuente “barata” de financiamiento. Que culpa de ello, el Gobierno tiene que emitir bonos para cubrir su déficit fiscal, lo que representa un “negocio muy conveniente” para los banqueros locales. La solución, aprovechando las pretendidas reformas constitucionales, sería eliminar esa prohibición. “La historia ya es otra” —dice Édgar— “los aprendizajes de las crisis han abierto nuevas puertas”, agrega. ¿De veras? ¿Será que acaso hemos aprendido algo? No lo creo. La mayoría de guatemaltecos no habían nacido para recordar el último año de gobierno de Vinicio Cerezo. Yo sí. Recuerdo que su irresponsable gasto público fue financiado con emisión de dinero sin respaldo. Entre 1989 y 1990 el Banguat aumentó en el 90% la cantidad de dinero en circulación. Esa masiva falsificación, para el financiamiento del déficit, provocó la inflación más alta de nuestra era moderna: 80% acumulada en esos dos años. El impuesto inflacionario destruyó el patrimonio monetario de todos los guatemaltecos. A raíz de eso, ciudadanos prudentes promovieron la mentada prohibición constitucional. Las bajas tasas de inflación, de ahí en adelante, son consecuencia directa de una histórica decisión correcta. Por otra parte, si les molesta que los banqueros queden “pupusos de pisto”, la solución es fácil. Los gobernantes deben abandonar ese irresponsable comportamiento y adoptar una política de disciplina fiscal. ¿Quién es más mula? ¿El banquero que deja pasar la oportunidad de invertir en deuda pública, o el Gobierno que deja pasar la oportunidad de gastar lo que no tiene, endeudando al país? Respuesta: el más mula es el ciudadano que cree que los políticos, en ausencia de normas, se pueden comportar de manera responsable. No. La historia sigue siendo la misma, señores. En la medida en que los gobernantes de turno no tengan límites, se comportarán de manera irresponsable. Vean a Zimbawe, que rompió el récord mundial de hiperinflación hace apenas cuatro años, siguiendo nuestros mismos pasos de 1990. No, no hemos aprendido nada, porque si de verdad hubiésemos aprendido algo no estaríamos pretendiendo revivir un concepto a todas luces caduco y peligroso. La prohibición constitucional debe continuar por el bienestar de todos los guatemaltecos; especialmente de los más pobres, que son quienes más sufren con el impuesto inflacionario. Artículo publicado en el diario guatemalteco Prensa Libre el día martes 26 de junio 2012.

Denunciar es deber ciudadano

Estuardo Zapeta La semana pasada, la del 18 de junio, recibí un mensaje directo por medio de Facebook, en el cual una estimada amiga me relataba cómo el bus donde ella viajaba de Guatemala hacia Quetzaltenango había sido asaltado desde San Lucas, Sacatepéquez, hasta El Tejar, Chimaltenango. Según el relato, los asaltantes subieron (“o el chofer los dejó subir”, como narró ella) a la altura de San Lucas. “Allí empezó nuestro infierno...; nos quitaron todo, nos llevaban encañonados, el bus avanzaba y nadie podía hacer algo... No podíamos llamar ya que nos quitaron a todos los celulares, dinero, bolsas, mochilas, billeteras, aretes, anillos, además de vivir ese infierno de la sola idea de a qué horas empezaban a violar a la primera mujer dentro de la camioneta en plena marcha”. El relato me lo envió, entiendo, más por catarsis, menos por denuncia, pero con tres rasgo fundamentales de descripción: 1. los asaltantes tenían, o debían tener, al chofer de cómplice; 2. el terror de la violación sexual, aparte del asalto, que pasa a segundo plano, es el tormento más violento que viven las guatemaltecas en estos casos; y, 3) denunciar parece tan poco fructífero que es mejor contárselo a un amigo, familiar, vecino, pero no a las autoridades. Yo creo todavía que denunciar es un deber ciudadano. Por eso, decidí pasarle toda esta información al Ministro de Gobernación vía SMS. No porque mi amiga recuperara sus “cosas”, sino porque denunciar, además de catártico, puede dar pistas a las autoridades de por dónde seguir cursos de acción en la estrategia de investigación. Los ciudadanos somos parte de la Inteligencia del Estado, de hecho, somos la principal parte de la estrategia de combate a la delincuencia. El Ministro me respondió escueta pero amablemente. Comprendo los grandes retos que tiene, pero mi punto es que este caso, el de la ciudadanía víctima de asaltos a buses extraurbanos, de largo recorrido, y con la presunta complicidad de los choferes, es y será siempre prioridad para un Ministro de Gobernación. El sábado, horas después de mi comunicación con el ministro Mauricio López Bonilla, recibo las noticias por Twitter y Facebook que una banda de asaltabuses había sido atrapada en San Lucas Sacatepéquez. Ayer, otro mensaje de mi amiga: “Esos desgraciados eran”. Hasta entonces yo no había contado a ella algo acerca de mis mensajes al Ministro. Ayer sí le conté. “Ojalá sigan así,” fue su respuesta con tono de alivio. La denuncia es un derecho que debe ejercerse. No dejemos que la delincuencia nos calle, ya que el silencio se convierte en cómplice de ellas y ellos. Ah, en el asalto del que fue víctima mi amiga, ella me cuenta que uno de los delincuentes era una mujer. Interesante, porque hemos visto cómo ha proliferado la participación de la mujer en la delincuencia. Pero son las víctimas las importantes. Y mi consejo es que sigamos denunciando. Callar es hacerle el favor a los delincuentes. Denunciar es ayudar a las autoridades para que ellos nos ayuden a nosotros. Es un “ganar-ganar”. artículo publicado en el diario guatemalteco Siglo 21, el día martes 26 de junio 2012.

jueves, 21 de junio de 2012

La libertad y la Constitución

Ramón Parellada A propósito de las modificaciones que este gobierno pretende hacer a la Constitución y que a estas alturas del debate todavía no son conocidas con detalle, releía algunos autores que han escrito sobre distintos temas de la historia de la humanidad y encontré algunas ideas básicas sobre lo que es una constitución. Comienzo indicando que la libertad para mí es una necesidad, tal y como lo indicaba Pierre Goodrich (un empresario ejemplar y fundador de Liberty Fund); no es un simple deseo; no es un sueño, es una necesidad del ser humano. En este sentido, el uso de la coerción o la fuerza o incluso intimidación sobre un individuo (característica de cualquier Estado con el monopolio de la fuerza) es el medio más imperfecto para poder alcanzar y garantizar la libertad. Y este Estado imperfecto se establece para preservar y garantizar la libertad de cada persona de la coerción por parte de otros miembros de la sociedad incluidos a quienes gobiernan. Lord John Emerich Dalberg-Acton, en su libro Ensayos sobre la Libertad y el Poder, en su capítulo II titulado La historia de la Libertad en la antigüedad entendía la libertad como “…la seguridad de que todo hombre estará protegido para hacer cuanto crea que es su deber frente a la presión de la autoridad y de la mayoría, de la costumbre y de la opinión.” Tan importante es la libertad, que decía que “el mejor criterio para juzgar si un país es realmente libre es el grado de seguridad de que gozan las minorías”. Nos explica Lord Acton que el objetivo de la constitución política para los griegos “no era defender el predominio de cualquier interés, sino, en todo caso, prevenirlo, proteger con igual celo la independencia de los trabajadores y la seguridad de la propiedad, mantener a los ricos a salvo de la envidia y a los pobres a salvo de la opresión”. En cuanto a la libertad, continúa Lord Acton indicando que “…no es un medio para alcanzar un fin político más elevado. Es por sí misma el más alto de los fines políticos”. La Constitución debe contener leyes generales, abstractas y de aplicación universal que protejan y preserven la libertad. Si se pierde ésta entonces deja de cumplir con su función. Debe prevenirnos contra gobiernos despóticos y líderes populistas que gobiernen arbitrariamente. Debemos aprender de la historia. No queremos repetir las tiranías totalitarias ni de derecha ni de izquierda, no queremos nacionalismos ni racismo ni intolerancia religiosa. Queremos, como dice Isaías Berlin en su libro Árbol que crece torcido, un “equilibrio precario que evite el advenimiento de situaciones desesperadas, de alternativas intolerables”. No podemos repetir esos extremos donde un grupo se impone a otro por la fuerza justificando los medios por cualquier fin arbitrario. Por ello, garantizar la libertad de las personas, de todas, como una necesidad, viene del derecho natural y debe ser el objetivo primordial de cualquier constitución. Digo todo esto, porque al querer modificar nuestra Constitución surgen inevitablemente aquellos grupos políticos o grupos con intereses particulares que restringen la libertad con tal de lograr sus fines. Es aquí donde veo una gran superioridad de la propuesta a los cambios parciales a la Constitución por parte de quienes estamos defendiendo y apoyando ProReforma (www.proreforma.org.gt). Y temo que quienes la siguen criticando lo hacen por fines políticos e intereses particulares, tratando de imponer sus criterios sobre la preservación de la libertad y la defensa de la propiedad y la vida de las personas para quienes la Constitución Política servirá de guía. Artículo publicado en el diario guatemalteco Siglo 21, el día jueves 21 de junio 2012.

¿Cuál competencia?

JORGE JACOBS A. A raíz de la visita, la semana pasada, de uno de los comisionados para la Competencia de México, se le ha dado énfasis en los medios a la “importancia” de la aprobación de una Ley de Competencia. Lo que necesitamos no es una Ley de Competencia, sino que se eliminen las trabas que existen para competir. Muchos justifican las leyes de competencia bajo el argumento de que los mercados son imperfectos y que, por tanto, es necesaria la participación de los reguladores para “reducir las imperfecciones”. De entrada, considero que quien argumente que los mercados son perfectos, no tiene la más remota idea de qué son. Por supuesto que los mercados son imperfectos. Son imperfectos porque no son más que el resultado de las cientos, miles o millones de transacciones que se realizan diariamente por cientos, miles o millones de personas involucradas en el comercio de algún tipo de producto o servicio. Las personas que participan en la toma de decisiones que sumadas constituyen un mercado son —como todo ser humano— imperfectas. Pero adicionalmente, ninguno tiene ni puede tener toda la información que existe sobre ese producto o servicio y las transacciones que del mismo se llevan a cabo cada instante. De ahí que la información no es perfecta, las decisiones tampoco lo son, y por lo tanto, los mercados resultantes no pueden ser “perfectos”. Lo que hace que los mercados funcionen es la información que transmiten a través del sistema de precios. A través de los precios, una persona en cualquier parte del mundo puede tomar decisiones aunque desconozca cuáles son todos los factores que en ese momento inciden sobre ellos. El punto no es que los mercados sean imperfectos, la pregunta del millón es ¿cuál es la alternativa? Lo que es válido para todos los participantes es todavía más válido para un regulador alejado de la toma de decisiones y que su dinero no está en juego en las mismas: no puede tener toda la información de lo que pasa. Con el agravante que las decisiones que él tome serán mucho peores que las que toman diariamente todos los involucrados, debido al poder que este tiene para alterar el sistema de precios. El argumento de que es para evitar monopolios o acuerdos de precios tampoco es válido. Para evitarlos, lo que se necesita es eliminar todas las barreras de entrada a una actividad. La única forma en que son sostenibles los monopolios o los acuerdos de precios es cuando se obstaculiza exprofesamente el ingreso de nuevos competidores. Si lo que realmente se quiere es que exista competencia, lo que se necesita es eliminar todas las trabas de ingreso a cualquier actividad económica. Si no existen barreras de ingreso, aunque haya un solo oferente, este no podrá incrementar los precios por mucho tiempo antes de que la competencia llegue. El último argumento es el más ridículo. “Somos el único país de la región que no tiene una ley de competencia y los europeos nos la exigen”. Si realmente quieren que exista competencia y los “fuerzan” a tener una ley de competencia, lo pueden resolver de manera fácil. Emitan una ley de competencia que tenga un solo artículo: “Se anulan todas las barreras de entrada para cualquier actividad económica”. Y ya estuvo. Cumplen con el requisito y realmente liberan la competencia. Todo lo demás es una quimera burocrática. Artículo publicado en el diario guatemalteco Prensa Libre, el día jueves 21 de junio 2012.

miércoles, 20 de junio de 2012

Ostrom, ciencia y verdad

Carroll Ríos de Rodríguez Hoy rindo tributo a Elinor Ostrom, quien falleció el 11 de junio. Es la única mujer que ha ganado el Premio Nobel en Economía; lo recibió en el 2009 con su amplia sonrisa y admirable sencillez. Asombra el hecho que Ostrom (1933-2012) no era economista, sino politicóloga, y que en círculos académicos figuraba más su esposo, Vincent, y otros colaboradores. Juntos fundaron un taller para el aprendizaje interdisciplinar en Bloomington, Indiana. De su ejemplo podemos tomar lecciones: era intelectualmente curiosa y una aguda observadora de la persona humana, sabía hacer preguntas incisivas, se compenetraba de los dos lados de cada debate, y antes de asumir una postura leía cuanta encuesta, estudio y teoría encontraba sobre el tema. Era como una artesana o una chef frente a la ciencia social: del proceso exploratorio, creaba una armoniosa ensalada, combinando ingredientes que otros científicos jamás hubieran unido. Su mente interdisciplinar era un arma de conciliación y encuentro. Explicar la verdad, la realidad tal y como la percibía, era tanto su motivación como un imperativo. ¡Qué diferente a tantos académicos a quienes poco les interesa que sus teorías coincidan con la realidad, o que se rehúsan a aceptar que existe tal cosa! Ostrom partía de la premisa de que existe una “naturaleza humana”, objeto de estudio de las ciencias sociales, pero intuía que cada persona es única e irrepetible. No somos autómatas preprogramados. No todas las personas hacen lo mismo en un dado escenario: aprendemos y nos adaptamos, podemos ser creativos o destructivos. Cómo reaccionamos en una situación depende en gran parte de las normas sociales en vigor y de la cultura de confianza que forjamos con quienes interactuamos. Por eso, Ostrom se resistía a las generalizaciones tipo aplanadora, y a las soluciones panacea. No se puede decir que la intervención gubernamental siempre va a ser la mejor forma de combatir la deforestación, por ejemplo. Cuando sobresimplificamos, perdemos de vista la capacidad de las personas de moldear soluciones específicas dentro de su comunidad. Cuando las normas sociales incentivan la confianza mutua y la reciprocidad, las personas colaboran efectivamente. Y cuando los arreglos institucionales funcionan, intervenir hace daño. A ella le gustaba imaginar órdenes policéntricos, coexistiendo unos con otros. En el taller que operó con su esposo Vincent, ella cultivó un ambiente acogedor, para así fomentar la cooperación y la reciprocidad. El taller creció más de lo que los Ostrom imaginaron. Abarcó temas empresariales, antropológicos y biológicos, además de los socioeconómicos que tenían previsto analizar. El particular estilo de aprendizaje de Elinor era colaborativo, aclara el economista Peter Boettke, un admirador. Llegó a ser tan productivo este formato académico que las personas que pasaban temporadas en Bloomington se mantenían siempre en contacto, aún estando lejos. A nosotros también nos hará bien acercarnos figurativamente a Bloomington, para conocer más a fondo la obra y vida de esta valiosa mujer. Artículo publicado en el diario guatemalteco Siglo 21, el día miércoles 20 de junio 2012.

martes, 19 de junio de 2012

Otra visión de la crisis

PEDRO TRUJILLO Me preocupa el reduccio- nismo que se ha hecho de la crisis europea, focalizado en el ámbito económico-financiero. Es cierto que existe una enorme deuda —sin cuantificar— en muchos países de la Unión Europea y no lo es menos que las soluciones para su refinanciación no son ni populares ni aceptadas. Sin embargo, si el problema fuera exclusivamente económico bastaría, simplificando, establecer y cumplir un calendario de amortización. Dicho de otra forma simplista, el tema económico es a fin de cuentas algo numérico que se puede afrontar con un plan rígido que optimice y contenga el gasto público. Si es así de “fácil” ¿por qué la resistencia a su implementación? La pregunta invita a reflexionar sobre la clave de la “verdadera” crisis. Hay dos generaciones de ciudadanos europeos educados, desde que nacieron, en una filosofía de asistencialismo estatal de la que no pueden zafarse por su enraizamiento. Desde la más tierna infancia, experimentaron la salud “gratis”, la educación “gratis”, el transporte público subvencionado, la ayuda para adquisición de vivienda, los préstamos a bajo interés; jugaron en parques públicos con múltiples diversiones, porque de lo contrario se cambiaba al alcalde hasta que alguno las instalara; tuvieron acceso a centros recreativos municipales donde —también “gratis”— disfrutaban de piscinas, canchas de tenis o campo de futbol y sabían a la perfección que si eran tres o más hermanos, el Estado les reducía sustancialmente el pago impositivo, además de otros beneficios como familia numerosa. La experiencia de vida les mostró que habían nacido en un espacio geopolítico en el que los consolidados derechos eran el preámbulo de cualquier solicitud, fuese racional o no. De las obligaciones jamás se habló en las escuelas, en las charlas familiares o en inexistentes foros que únicamente se organizaban esporádicamente para reclamar más derechos. Todo debía ser gratis y que pagaran otros que eran desconocidos para muchos e identificados, por los más ideologizados, como “los ricos”. Se gastó todo lo que se pudo; consecuentemente se robó todo lo que se permitió y consiguientemente se construyó infraestructura que, en el caso español, se identifica inútil y valorada en más de 10 mil millones de euros. El tiempo —que todo lo pone en su sitio— revela una deuda que comenzó, como aquella de la burbuja inmobiliaria, con unas decenas de millones para ir creciendo como bola de nieve y remontar la centena de miles de millones, sin ser la cifra definitiva. Llegó la hora de hacer cuentas y cada ciudadano tiene una deuda que ni siquiera imagina y mucho menos podrá pagar. Hablar de responsabilidad aparece inesperadamente y esas generaciones en su madurez deben abordar una discusión para la que no están preparados ni dispuestos. Entienden el endeudamiento, porque es algo evidente, pero achacan sus males a los gobiernos y a los políticos, sin darse cuenta de que ellos y sus padres fueron quienes los votaron y permitieron todo aquello, en la medida que ellos mismos disfrutaban de servicios “gratuitos” como los antes relatados. Son dos generaciones perdidas que deberán pasar para que otras nuevas entiendan que hay que hablar de derechos y de responsabilidades en forma simultánea y que nada es gratis, sino que en el largo plazo alguien debe hacer frente a los desmanes de otros. Matemáticamente se soluciona el problema en poco tiempo, socialmente requerirá de dos nuevas generaciones, es decir, 20 o 30 años más. Esto es la verdadera lección a aprender de la crisis, allí y aquí. Artículo publicado en el diario guatemalteco Prensa Libre, el día martes 19 de junio 2012.

Justicia deportiva

JOSÉ RAÚL GONZÁLEZ MERLO “justicia social” (en este caso “justicia deportiva”), nada. Nada porque gana la copa el equipo que demuestra tener los mejores resultados futbolísticos y no el equipo que más necesita ganar el campeonato. ¿No le parece que debería ser al revés? Si esa forma de “justicia deportiva” no le hace sentido, tampoco debería hacerle sentido la “justicia social”. Hay dos formas de ver la realidad. Una se preocupa porque el proceso sea “equitativo” sabiendo que los resultados serán diversos. La otra se preocupa por manipular el proceso buscando que los resultados sean “equitativos”. En la Eurocopa, los primeros buscarían que las normas fuesen conocidas y aplicadas igualmente a todos los equipos y que los árbitros fuesen imparciales. Los otros andarían buscando manipular las normas y especialmente al árbitro buscando la “justicia deportiva”. Es decir, como Alemania ha “acaparado” (ganado) tres veces la Eurocopa, este año la Fifa debería aplicarle un “impuesto progresivo” que redistribuya equitativamente los goles. ¿Les parece que Alemania arranque cada partido perdiendo 4 a 0? Por otra parte, como Hungría ha sido “excluida” de ganar la copa durante todos estos años, ese equipo debería comenzar cada partido con un subsidio (marcador favorable) de 4 a 0. Me imagino que le deben resultar evidentes las consecuencias deportivas de aplicar esa absurda política. Sin embargo, pareciera que el sentido común se pierde cuando los políticos hacen lo mismo en el ámbito económico. A los políticos les encanta usar la política fiscal, entre otras, como un arma contra aquellos que han logrado mejores resultados económicos, penalizándoles con impuestos progresivos. Dinero que, supuestamente, es usado para “redistribuir la riqueza que está mal distribuida” en aras de la “justicia social”. En la economía, como en el futbol, las normas y los incentivos son importantísimos. Si penalizamos a los mejores equipos a costa de los demás, la calidad futbolística caerá. Lo mismo pasa en la economía. Esa supuesta redistribución no da mejores resultados económicos, a menos que usted sea de los políticos que se beneficia de ellos vía la corrupción o que sea uno de sus clientes que reciben la ayuda. Sin mejores resultados económicos, el resto de ciudadanos salen perjudicados; especialmente los más pobres que aspiran a gozar de un ingreso estable. La moraleja es que es más importante crear un proceso “justo” que un resultado “justo”. El proceso debe ser regido por normas que se apliquen a todos por igual, sabiendo que los resultados no podrán ser iguales; en vez de seguir un proceso que se manipule arbitraria e injustamente para tratar de sacar resultados similares. ¡Es tan mala esta segunda opción que solo imagínese que quienes tienen en sus manos generar un resultado “justo” es la clase política! Así que en el futbol, como en la vida real, la clave del éxito es tener un proceso de alta calidad. Si no, que lo digan los alemanes, aunque este año le voy a España. Artículo publicado en el diario guatemalteco Prensa Libre, el día martes 19 de junio 2012.

Co-Operación Inter-Nacional

Estuardo Zapeta Hoy el movimiento indiano guatemalteco es un nido de corrupción, de buitres alimentados por la “co-Operación inter-Nacional”. Y ni el canibalismo ritual, ni la profundidad de la astronomía maya le llegan en voracidad ni en oscuridad. El denominado movimiento indígena, indio, maya, o como quieran llamarlo no es más que un juego de millones, un torcido monopoly de “diosas y dioses” baratos, que deben bailar el son de los ex poderes coloniales. Líderes, digo autodenominados líderes adictos a Europa, que si suplieran su adicción con dinero honradamente ganado, énfasis en honrado, pues sería una acción privada, pero en cuanto que usan a los otros “indios” para suplir su adicción, sus acciones son condenables. Sí, han inventado, para hacerse de ese sucio dinero, un nuevo “orientalismo”. Y utilizan las “armas de los débiles”, no para “nivelar” una lucha “asimétrica”, sino para mantener ese desnivel que permite a ellas y ellos obtener más dinero. A quienes más les conviene el mantenimiento de la “pobreza indígena” es precisamente a quienes viven de la discursividad de la “pobreza”. A más pobres, más ayuda internacional... Son millones, muchos millones. Y los líderes “indios” cayeron ante el encanto de tanto dinero. Pelean por ganárselo, pero más por gastárselo. Todo en nombre de la “etnicidad, los derechos indígenas, las reivindicaciones, la madre tierra, el padre sol, la tía tortilla, y los fantasmas de Tekún, de HunAjpú, e Ixbalmak´e”, y tanta mito-historia inventada para agradar a los europeos y sus euros y dólares. Los “indios” crean artefactos turísticos que les permitan “vender” su identidad. La identidad está en venta, sí, se le vende a la cooperación internacional que está urgida de “colocar” dinero donde sea, con quien sea, como sea, cuanto sea, pero “colocarlo” o sus puestos peligran. La cooperación internacional es un engañabobos. No ayuda en nada, coopera en menos, pero se mete en todo. Impone. Los “indios” guatemaltecos y sus inventos en “4-D”, léase “ dinero, desengaño, desorden, y dilapidación”, todo en nombre de la “identidad y los derechos”. La película tiene siempre el mismo argumento, cual novela mexicana, sí, el mismísimo argumento de vergüenza, de victimización, de lástima. La lástima paga, y paga bien, paga en euros. A más lástima, más dinero entra. La cooperación internacional, por su parte, Lords of Poverty, define discurso, intereses geoestratégicos, posicionamientos estilo core-periphery, y compra a sus aliados. Sí, los compra en una especie de “nostalgia colonial” que los autoderrota y creen que repartiendo dinero entonces calman sus dolores ancestrales. Pero lo único que muestra la “co-Operación inter-Nacional” en esos apoyos a “proyectos y programas”... “de desarrollo” (no se ría) es que también es tan corrupta como los “indios” que financia, porque ambos viven de los antivalores fundantes de la Cultura Indígena. Los líderes “indios” son, como dice Proverbios, aquellos que regresan al vómito de la “co-Operación inter-Nacional”, a las migajas caídas del banquete colonial, y arrastrándose tras unos euros, lo justifican. Artículo publicado en el diario guatemalteco Siglo 21, el día martes 19 de junio 2012.

lunes, 18 de junio de 2012

Ser consciente

Marta Yolanda Díaz Duran Vive despierto. Sé consciente, que es la manera correcta de ser humano. Tal y como nos recordó Fredy Kofman el pasado jueves en una reunión con catedráticos en la Universidad Francisco Marroquín, la acción humana, como la definió Ludwig von Mises, es acción con propósito. Con un propósito común a todos: ser felices. A diferencia del resto de especies, el hombre elige sus fines, es parte de nuestra naturaleza, no lo podemos evitar. Aun dejar que otros elijan por nosotros, es una elección porque lo permitimos y lo acatamos. La charla de Kofman me provocó muchas reflexiones, de las cuales hoy comparto algunas con ustedes. Solo los individuos pueden ser conscientes, no los colectivos. Los grandes avances de la humanidad serán siempre el producto de la mente y laboriosidad de personas concretas, las que logran trascender la mediocridad en la cual muchos eligen vivir. Las personas que comparten valores suelen encontrarse y luego alinearse alrededor de estos. Elegimos compartir con aquellos que coincidimos. Así, se caracterizan los grupos de gente. Suele ser cierto el refrán que dice: “Dime con quién andas y te diré quién eres”. El ser humano necesita elegir sus objetivos y sus valores. Es parte del ser consciente. Por medio de las elecciones que hace una persona podemos conocer cuál es su sentido de la vida. Las acciones sostenidas en el largo plazo, los hábitos de una persona (sus virtudes y, tristemente, también sus vicios) nos muestran quién es. Nosotros mismos nos descubrimos frente a los otros al elegir y actuar. En el mundo, son pocos los verdaderos ermitaños, los misántropos. El hombre, salvo contadas excepciones, necesita colaborar, cooperar y compartir con otros para alcanzar sus metas, para ser feliz. Pero lo anterior debe darse dentro de un marco de respeto a la vida, la libertad y la propiedad de los demás. Por supuesto, sobra decir que toda persona es libre de elegir con quiénes va a compartir su vida, y qué de su vida va a compartir con cada uno de aquellos a quienes eligió. Nadie debe ser obligado a dar lo que es suyo a otros. Tampoco debe ser obligado a compartir con aquél que no eligió libremente. Nadie debe ser obligado a mantener a su enemigo. Nadie debe ser obligado a trabajar para aquel que le desea y actúa para causarle mal: para destruirlo. Tenemos el derecho de defendernos de la agresión. No debemos obedecer las reglas que pretenden esclavizarnos. Debemos rebelarnos. El peor daño que provoca el Estado Benefactor/Mercantilista es el moral. La idea del gobernante actuando como padre de los adultos, distribuyendo lo que es de unos entre los otros a su gusto y antojo, presumiendo del supuesto bien que hace con lo que no es suyo, destruye el tejido ético de la sociedad. Ante este panorama, muchos optan por sentarse a esperar los restos de lo expoliado y con esas migajas sobrevivir, pero nunca vivir la mejor vida posible. Esa que solo se alcanza siendo consciente. Artículo publicado en el diario guatemalteco Siglo 21, el día lunes 18 de junio 2012.

viernes, 15 de junio de 2012

En el día de papi (y de mami)

Karen Cancinos Caso 1. Padres de familia lloriquean suplicando la intervención de la Procuraduría de los Derechos Humanos para que jale contundentemente las orejas al Ministerio de Gobernación. ¿La razón? Los policías antimotines hicieron su trabajo y desalojaron a los retoños de tan angustiados progenitores, por la fuerza, del puente El Incienso. Los nenes –unas decenas– habían bloqueado la vía, una de las principales de la capital, para “protestar” por una razón de lo más banal. Causaron un atasco descomunal, perjudicaron a decenas de miles de ciudadanos en su actividad productiva diaria, y ocasionaron que tres agentes hayan sido lesionados en el cumplimiento de su deber, uno de ellos severamente. Caso 2. En un colegio, el año pasado, tres jovenzuelos de 15 hostigan a una chica de 12. Para que dejen de molestarla, le aseguran, ella debe filmarse masturbándose y enviarles el video por BB. La joven cede. Sus padres la inscriben en otro establecimiento. Las autoridades del colegio expulsan a los tres pequeños patanes. Los padres de uno acatan la decisión y se lo llevan a otro colegio. Pero los progenitores de los otros dos van a chillar al MINEDUC para que sus hijitos terminen el año en el establecimiento. Los avalan (¡!) y el colegio se ve obligado a que los dos adolescentes se queden allí todo 2011. Este año, sin embargo, no admite su reinscripción. Uno se va. Pero los padres del otro llevan el asunto a tribunales asegurando que al chiquitín le ha sido conculcado su “derecho constitucional a la educación”. Ganan el caso y, para molestia y preocupación de muchos otros padres de estudiantes del mismo colegio, el chicuelo regresará, si es que no lo ha hecho ya. Tanto los padres de los alborotadores del Periférico como los de los acosadores de colegio elegante, son parte de una misma generación supongo, gente más o menos entre 35 y 45 años. La misma generación que no duda en proclamar con vehemencia que “los valores se han perdido”. Imagino que se refieren a valores sociales que compartimos no solo los de esa generación, sino también los mayores de 50 y los jóvenes sensatos. Valores como la responsabilidad (“da cuenta de tus actos”, “encara las consecuencias de tus acciones”). O como el autocontrol (“resuelve tus diferencias con otros civilizadamente”; “el berrinche es de niños; la fuerza bruta, de animales. Y tú a los 12, 15, 18, ya no eres lo primero, y en tanto ser humano, jamás has sido lo segundo”). O como la tolerancia (“no juzgues a los demás tomándote a ti como modelo”). Es una tamaña incoherencia gimotear por un lado que “ya no hay valores”, y por otro actuar precisamente para destruir todo aquello que decimos tasar muy alto: la convivencia pacífica, por ejemplo. Acudir a la PDH, o acometer un proceso desgastante y caro para defender lo indefendible, les hace un flaco favor a los vástagos de semejantes papis (y mamis). Lo peor es que están criando fierecillas que no sabrán seguir normas elementales de trato decente a los demás, salvajitos que luego echarán el país por el despeñadero. Mal, muy mal. A ver si este Día del Padre reflexionamos en que, a veces, el amor por los hijos debe necesariamente tomar la forma de correctivos y enmiendas drásticas. Artículo publicado en el diario guatemalteco siglo 21, el día viernes 15 de junio 2012.

Economía para dummies

Estuardo Zapeta Iniciemos por aclararle a las altas “autoridades” del país una suerte de definición para dummies acerca de qué es, qué estudia, y cómo se mide eso que ellos llaman “economía” y acerca de la cual pontifican como si se tratase de una fórmula mágica, alguna alquimia sideral, o de algún descubrimiento cósmico del cual ellos han obtenido el famoso “huevo filosofal”. Nada que ver. La economía, inicialmente y en un nivel muy, pero muy elemental, es el estudio de las decisiones humanas individuales con base en los recursos, la información y las necesidades de cada persona. Es una ciencia social y como tal está sujeta a las varias decisiones individuales, no a alguna “super-mente” estatal la cual definiría nuestra acción humana. Esas estupideces ya se probaron, se llamaba la “unión soviética”, y no funcionó, a tal punto que hoy los mismos individuos subyugados por tan estúpida idea de “control central”, son quienes más se burlan y celebran la desaparición de tal experimento fallido. En economía también se estudian los “costos” de las decisiones, de hecho, soy de la opinión que ese es el punto central del estudio económico a partir que las decisiones individuales asignan parte de los escasos recursos (todos los recursos son escasos) a una o varias necesidades, eso sí asumiendo el costo (la responsabilidad) de la decisión. Esto es algo muy sencillo, por cierto, y mi madre, mujer analfabeta, vendedora de mercado, entendía plenamente este concepto que las “altas autoridades” con poder o no entienden o no “quieren” entender. Y una de las razones para esa “incomprensión voluntaria” es que quienes deciden no son quienes pagan, mientras que en el mundo real, de a pie, en el mundo productivo, en mi mundo, sí entendemos el concepto de “costos” porque somos, los individuos, quienes pagamos el “costo de nuestras decisiones”, mientras que el político “traslada” el costo de sus estupideces a nosotros. La suma de eso que hacemos los individuos privadamente se conoce como “productividad”, y más de ésta, más entonces de eso –impuestos—que hace salivar a cualquier político. Por eso, quedé “boquiabierto, cabizbundo y meditabajo” cuando hace un par de días escuché a una “alta autoridad” exigir más recaudación tributaria. Esta “alta autoridad” no comprende que la tal “recaudación” es una consecuencia, un resultado, un indicador del nivel de “productividad” de quienes voluntaria y privadamente arriesgamos (decidimos) todos los días acerca de nuestro capital (recursos), y asumimos los costos de esas decisiones. Desde mi perspectiva, las leyes “anti-evasión y de actualización tributaria” enviaron una señal negativa a los individuos que hacen la productividad haciéndoles ver que “los costos”, impuestos principalmente, subirían. Cuando eso sucede los individuos deciden esperar, invertir menos, irse del país o simplemente terminar su actividad productiva. El Gobierno es ya uno de los “costos” más altos de la productividad, y cuando se anuncia que ese costo subirá aún más, la actividad económica se detiene, y eso produce menos tributos. Elemental, mi querido Watson. Artículo publicado en el diario guatemalteco Siglo 21, el día viernes 15 de junio 2012.

jueves, 14 de junio de 2012

¿Queremos una hiperinflación?

Ramón Parellada Con esto de la Modernización del Estado y la idea del gobierno de modificar la Constitución se escuchan ideas y rumores que lo dejan a uno nervioso. No suelo hacerle caso a los rumores pero cuando se escuchan con insistencia me recuerdan aquel dicho que reza: “Si el río suena es porque piedras trae”, y entonces les pongo algo de atención. El rumor consiste en querer eliminar el siguiente párrafo del artículo 133 de la Constitución Política de la República de Guatemala: “Con la finalidad de garantizar la estabilidad monetaria, cambiaria y crediticia del país, la Junta Monetaria no podrá autorizar que el Banco de Guatemala otorgue financiamiento directo o indirecto, garantía o aval al Estado, a sus entidades descentralizadas o autónomas ni a las entidades privadas no bancarias. Con ese mismo fin, el Banco de Guatemala no podrá adquirir los valores que emitan o negocien en el mercado primario dichas entidades. Se exceptúa de estas prohibiciones el financiamiento que pueda concederse en casos de catástrofes o desastres públicos, siempre y cuando el mismo sea aprobado por las dos terceras partes del número total de diputados que integran el Congreso, a solicitud del Presidente de la República”. Este párrafo ha salvado a Guatemala de una hiperinflación. Y no lo digo por asustar sino porque creo que esta prohibición ha evitado que los gobiernos desde el de Ramiro de León Carpio a la fecha no han podido hacer uso del Banco de Guatemala para financiar sus excesivos y deficitarios presupuestos. La principal fuente de inflación e hiperinflación en todo el mundo ha sido originada por la emisión que los Bancos Centrales han creado para financiar al Gobierno Central. Este párrafo le pone un candado a esta posibilidad y con ello frena hasta cierto punto la emisión monetaria inflacionaria. Además, elimina también hasta cierto grado las presiones políticas sobre el manejo de la cantidad de dinero que en los sistemas monetarios de Banca Central posee la Junta Monetaria. Digo hasta cierto punto, pues la Junta Monetaria consta de ocho miembros, de los cuales hay tres ministros del Gobierno en turno, el de Finanzas, el de Economía y el de Agricultura más un miembro del Congreso de la República. Hay un miembro de las asociaciones de Comercio, Industria y Agricultura, uno de los bancos del sistema, uno de la Universidad de San Carlos y el presidente del Banco de Guatemala. Al no poder tomar ninguna decisión sobre financiar al Gobierno se elimina una de las presiones políticas más fuertes sobre la Junta Monetaria, la cual podrá controlar mejor la cantidad de dinero y evitar la inflación. No siempre se logra evitar la inflación. De hecho, considero que hemos tenido altas tasas de inflación a pesar de este candado pero reconozco que sin la prohibición podríamos estar mucho peor. La inflación es un impuesto oculto causado por el aumento en la cantidad de dinero más allá que su demanda. Como la emisión monetaria es potestad del Banco de Guatemala, entonces la inflación es causada principalmente por esta entidad. No lo vemos, pero lo sentimos cuando entre las consecuencias de la inflación notamos que los precios se encarecen día a día por razones que no responden a fluctuaciones en la oferta o la demanda de los productos, lo que sería natural, sino porque cada día hay más quetzales para los mismos bienes y servicios. Lo sentimos, porque cada día vale menos nuestro quetzal en comparación con esos otros bienes y servicios. Cuando nuestros ahorros ya no compran lo que compraban hace un año o hace diez años. Cuando esos ahorros de tantos años quedan destruidos. Me pregunto: ¿Quién está detrás de una potencial hiperinflación? Artículo publicado en el diario guatemalteco Siglo 21, el día jueves 14 de junio 2012.

Depende de qué reforma

JORGE JACOBS A. La semana pasada argumenté que no estoy de acuerdo con que se convoque a una Asamblea Nacional Constituyente porque esta implica una amenaza directa a los derechos individuales que la actual Constitución protege. Sí estoy de acuerdo en que se tienen que hacer reformas a la Constitución, pero no cualquier reforma. La que yo apoyo es la de ProReforma, que los diputados han tenido durmiendo en el Congreso. Porque estoy convencido de que es necesario reformar el sistema para encaminarnos hacia un verdadero estado de Derecho, lo que desde hace años he apoyado, y lo sigo haciendo, que es la propuesta de ProReforma. Esta es una ponencia muy bien pensada, a la cual un grupo de intelectuales le dedicó 10 años de preparación. Adicionalmente, en ProReforma seguimos el camino establecido por la misma Constitución, consiguiendo el apoyo no solo de los cinco mil ciudadanos que la Constitución requiere, sino de más de 73 mil ciudadanos que la apoyan y por lo mismo firmaron la solicitud presentada al Congreso. Lamentablemente los diputados, sabiendo que afecta sus intereses de corto plazo, han preferido tenerla durmiendo el sueño de los justos y no presentarla, como es su obligación, para que la población decida si le parece o no. Y digo específicamente que afecta sus intereses de corto plazo, porque aunque ellos no lo entiendan o no lo quieran reconocer, en el largo plazo, todos, incluyendo los mismos políticos, estaríamos mejor si se logra cambiar el sistema a manera de que se respeten los derechos individuales de todos y que el sistema de justicia funcione de una mejor manera a como lo hace en el presente, con los incentivos actuales. Y aunque sé los beneficios potenciales que la propuesta de ProReforma podría tener, tampoco soy partidario de imponerla sobre otras, como pareciera ser que a los políticos les interesaría hacer con sus propuestas. Considero que los ciudadanos guatemaltecos son los verdaderos mandantes y en quienes realmente radica el poder y, por lo mismo, deben ser ellos quienes decidan libremente si quieren que se hagan reformas y qué reformas quieren que se hagan. Por eso, considero que los diputados están obligados a presentar ante la ciudadanía las propuestas planteadas cumpliendo el procedimiento establecido por la Constitución y que sea la ciudadanía que decida lo que desea que se cambie. No faltará quien argumente que la ciudadanía se va a “confundir” con varias propuestas y que por ello es mejor que los diputados hagan un “chirmol” de las mismas, de acuerdo con lo que ellos consideren mejor, y que la ciudadanía entonces solo tenga que decir sí o no a una sola propuesta. A lo que yo argumento que no podemos menospreciar a la ciudadanía, creyendo que son borreguitos que no entienden las propuestas. Muchos de los ciudadanos podrán no tener educación formal, pero eso no quiere decir que no entiendan nada o que no tengan sentido común. Así que, si los políticos quieren cambiar la Constitución, que propongan sus propias reformas, pero consulten todas las propuestas a la ciudadanía y que sea esta la que decida. O qué, ¿le tienen miedo a que los ciudadanos decidan? Artículo publicado en el diario guatemalteco Prensa Libre, el día jueves 14 de junio 2012.

miércoles, 13 de junio de 2012

El Arzobispo y los nacimientos

Carroll Ríos de Rodríguez Sumo una voz, un tanto distinta, al coro de despedidas ofrecidas al arzobispo Rodolfo Quezada Toruño. Corresponde a los historiadores del futuro poner en perspectiva el actuar de monseñor Quezada, como pastor y como ciudadano. En este contexto, es marginal el gesto amable que tuvo conmigo, pero se los comparto porque yo aprendí de él. Así que en pleno junio, deseo contarles que a monseñor Quezada le encantaban las fiestas navideñas. Hace diez años recibí una inesperada carta de felicitación firmada por monseñor Quezada. Resulta que mi columna navideña le había traído recuerdos de su infancia. Yo había dedicado el artículo a narrar el proceso de elaboración del nacimiento en nuestra casa. Nos damos a la tarea en familia, grandes y pequeños, con lo cual el resultado no podría incluirse en una revista de decoración. Gracias al poderoso engrudo, las manitas laboriosas terminan mezclando los aserrines de colores chillantes unos con otros, y todo a nuestro alrededor queda cubierto de aserrín, piedrín y musgo. Describí nuestra ecléctica colección de figuras, tres cuartas partes zoológico, con varias piezas rotas y remendadas. Pero el caos y las imperfecciones valen la pena: nada supera esas caritas satisfechas al contemplar la obra terminada, espiarlos jugando con los camellos a escondidas, y verlos desarrollar una amistad natural con el Niño Jesús. Conocí personalmente al Arzobispo poco tiempo después. Él reiteró su mensaje y me dijo riendo: “Yo también soy columnista ¡en un diario popular!”. En ese breve intercambio percibí el genial sentido de humor que tantos han comentado. Y volvió sobre el tema en su carta pastoral en ocasión del Adviento (2002): “Una Navidad sin Jesús como centro no tiene sentido… [no] hay que menospreciar las costumbres populares. Al contrario, hay que valorarlas y fomentarlas. Me refiero concretamente a la costumbre de hacer “nacimientos” o “pesebres”, a nuestras tradicionales “posadas” y a las cada vez más populares “pastorelas”. Dicha misiva pastoral terminaba exhortando a los padres de familia para que asumamos nuestro papel de primeros educadores, también en materia de fe. De este breve intercambio extraigo tres duraderas lecciones. Primero, la familia integrada, unida por el amor sincero y por pequeñas costumbres familiares, es un tesoro. ¡Revalorémosla! En Guatemala aún poseemos el sentido de familia nuclear y extendida; defendamos estos valores a capa y espada contra la marea relativista. Segundo, nuestras bellas tradiciones no sólo nos brindan oportunidades para compartir con seres queridos, sino nutren nuestra vida interior. Bien vividas, nos llevan a la reflexión sobre aquello que celebramos. Tercero, sabiéndonos hijos de Dios, debemos hacernos niños ante Él... sencillos, humildes, cariñosos, esperanzados, optimistas y alegres. Esto no lo dijo el Arzobispo, pero brillaba en sus ojos: la Navidad le provocaba placer porque sabía vivir una niñez espiritual a lo largo del año. ¡Gracias, monseñor Quezada, y hasta pronto! Artículo publicado en el diario guatemalteco Siglo 21, el día miércoles 13 de junio 2013.

lunes, 11 de junio de 2012

El problema del engañado

Marta Yolanda Díaz Duran El pasado martes 5 de junio, publiqué en las redes sociales que frecuento (Facebook y Twitter) una idea que hace tiempo habita en mi cabeza. Compartí con otros cibernautas lo siguiente: “El problema no son los mentirosos. El problema son aquellos que les creen. Aquellos que por miedo a vivir plenamente se acomodan y se dejan engañar”. Pese a que el pensamiento y el orden de las palabras son míos, casi inmediatamente empecé a recibir comentarios sobre una canción de Ricardo Arjona que decía algo similar. Mi respuesta a quienes me informaron sobre lo escrito por nuestro compatriota fue la misma en todos los casos: que no conocía la canción de Arjona. Reconozco sus logros y la tenacidad con la cual ha buscado sus sueños y los ha hecho realidad. Una actitud loable. No obstante, su música, en la mayoría de los casos, no es de mi agrado. Bien dijeron los escolásticos: “Los gustos no son discutibles”. Agregué en mi respuesta que el contexto en el cual ambos habíamos identificado un problema era distinto. Yo me refería al ámbito político, y él al ámbito sentimental. Además, podría asegurar que no somos los únicos que hemos dicho algo similar. Sin embargo, curiosa como soy, después de responder a las personas que amablemente se habían comunicado conmigo, volé a YouTube a buscar la canción de Arjona, en la cual encontré otras afirmaciones que, pienso, podemos aplicar igualmente a nuestra esfera pública, no solo la privada: “El problema no es que mientas, el problema es que te creo… El problema no es cambiarte, el problema es que no quiero… El problema no es que duela, el problema es que me gusta… El problema no es lo que haces, el problema es que lo olvido… El problema no es qué digas, el problema es lo que callas”. ¿Necesito explicar por qué lo anterior también describe en gran parte la relación entre los políticos y muchos de los ciudadanos? ¿El autoengaño del gobernado que acepta las mentiras del gobernante? “Puedes ignorar la realidad, pero no las consecuencias de ignorarla” escribió Ayn Rand. Por eso, la condena del engañado es vivir desencantado. Vivir con temor y a la espera de un cambio que no vendrá. Culpando a otros de su fracaso. Renegando de quienes lo engañaron en el pasado, pero cayendo en las mismas trampas en el presente. Total, cree que es más fácil que otros se encarguen de satisfacer sus necesidades. Que se responsabilicen los demás de su existencia. La verdad del engañado es que se engaña a sí mismo. Quiere ser engañado. Sus motivos son variados. Le gusta ser engañado por desidia, porque desea que otros se encarguen de sus necesidades. Le gusta ser engañado por miedo a asumir las consecuencias de sus acciones: por miedo a ser responsable. Le gusta ser engañado por envidia, por sentirse incapaz de lograr sus objetivos y de alcanzar los éxitos que otros han conseguido, ya sea en el ámbito material o en el mundo intelectual. El engañado es masoquista: le gusta ser engañado. No se engañe. Artículo publicado en el diario guatemalteco Siglo 21, el día lunes 11 de junio 2012.

jueves, 7 de junio de 2012

ANC: Aquí No Cuentan

JORGE JACOBS A. Que no lo engañen. No es por la “modernización” del Estado, ni por el beneficio de las “mayorías”, ni por ayudar a los más pobres, ni por las amenazas del crimen organizado, ni porque los guatemaltecos estemos mejor. No es por ninguna de esas razones por las cuales los politiqueros quieren que se convoque a una Asamblea Nacional Constituyente, (ANC). La verdadera razón es porque no les gusta que la Constitución le ponga límites a su actuar y quieren quitarle todos los candados posibles para enseñorearse de los guatemaltecos, pero especialmente de su dinero. Esa es la triste realidad. Hay que entender que el concepto detrás de las constituciones es limitar el poder de los gobernantes para que no pasen por encima de los derechos de los habitantes de un país. En pocas palabras, es una camisa de fuerza que limita lo que los políticos pueden hacer para que no se enseñoreen de un país. Es la principal garantía que tenemos los habitantes de un país de que los políticos no se aprovecharán del uso de nuestros recursos para convertirnos en súbditos y esclavos. Y estas garantías están establecidas principalmente en la primera parte de la Constitución, la parte “dogmática”, la cual no puede ser modificada sino por una Asamblea Nacional Constituyente. De ahí que no nos debe extrañar que los politiqueros quieran aprovechar esta oportunidad para hacer cambios aquí, que es donde pueden librarse de algunos de esos candados que tanto les pesan. Hay que hacer notar que la ANC solo es necesaria para cambiar el capítulo de los “Derechos Individuales”, por lo que la pregunta del millón es: ¿por qué les interesa a los políticos que se puedan cambiar los derechos individuales consignados en la Constitución? Yo creo que ninguna consideración actual es lo suficientemente grande como para arriesgar que nuestros derechos individuales sean manoseados por los políticos de turno. Si al tema de seguridad se refiere, ya tenemos el ejemplo que ni a los políticos ni siquiera a los magistrados de la Corte de Constitucionalidad les ha importado violar los derechos individuales consignados en la Constitución, al aprobar y sostener violaciones a los mismos, como por ejemplo la intercepción de llamadas telefónicas. Si no les ha importado pasarse la Constitución por el arco del triunfo en aras de la “seguridad”, ¿qué podemos esperar que no hagan cuando tengan a su disposición poder eliminar cualquier derecho de los ciudadanos que a los políticos les estorbe? ¿Se necesitan cambios a la Constitución? Definitivamente. Pero no cualquier cambio y especialmente no aquellos que puedan reducir nuestros derechos individuales. El convocar a una Asamblea Nacional Constituyente es completamente inaceptable desde ningún punto de vista. No se necesita para reformar lo que los políticos dicen que quieren reformar. No deje que los politiqueros lo engañen con ese cuento y al final le digan lo que para ellos representa una ANC: los ciudadanos y sus derechos Aquí No Cuentan. Articulo publicado en el diario guatemalteco prensa libre el día jueves 07 de junio 2012.

Modernización del Estado

Ramón Parellada A la fecha todavía no sabemos qué es lo que el gobierno actual entiende por “Modernización del Estado” y las modificaciones que con tal objetivo se pretende hacer a la Constitución de nuestro país. Estoy de acuerdo en no convocar a una Constituyente para no cambiar el cuerpo dogmático de la Constitución. Existe un trabajo bien sobre los cambios que se deberían hacer. Es la propuesta de ProReforma (www.proreforma.org.gt ). ProReforma es una propuesta hecha por personas que no buscan el poder; es un movimiento cívico y no político. El Congreso debe someter a consulta popular la propuesta concreta de ProReforma y que el pueblo decida. Lo más democrático que puede haber es que los ciudadanos decidan con su voto. La idea de la reforma a la Constitución por parte de quienes se involucraron en ProReforma surgió de estudios serios donde se identificó, como causa de nuestro estancamiento económico, la falta del derecho. Si, así como se escucha, la falta de derecho implica violaciones continuas a los derechos individuales como el derecho a la vida, la libertad y la propiedad. Si bien estos derechos están definidos con claridad en el cuerpo dogmático de la misma Constitución, el resto de la Constitución no establece bien los mecanismos para que puedan garantizarse y por ello se reforma del resto de la Constitución precisamente para reforzar la división de poderes a modo que los gobernantes no abusen sin freno alguno, más bien para limitarlos y proteger a los ciudadanos, sin excepción, de los abusos del poder del gobierno de turno. ProReforma rechaza la creación de privilegios para unos a costa del resto de la población. Las leyes deben ser generales, abstractas y de aplicación universal y precisamente esto es, entre otras cosas, lo que se pretende defender en el Senado. Se propone un sistema bicameral, aunque con diferencia al que existe en otros países del mundo, ya que el Congreso y el Senado formarían este sistema pero el Congreso seguiría haciendo las funciones que actualmente tiene, es decir, actividades políticas y legislación del momento mientras que el Senado solo se preocuparía que la producción de leyes por parte del Congreso no contradigan a la misma Constitución en cuanto al concepto de ser leyes generales, abstractas y de carácter universal. Los guatemaltecos estamos cansados de tanto abuso por parte de nuestros gobernantes. Muchas veces ellos abusan sin que tengan esa intención, pues el sistema los absorbe de tal modo que paran haciendo lo que no quieren. Pues bien, estas actuaciones impiden el crecimiento económico del país. Después de 32 años no hemos logrado alcanzar el nivel del PIB/per cápita que llegamos a tener en el año 1980. Increíble pero cierto. Lo perdido ya es historia, pero no podemos perder otros 32 años. Para evitarlo debemos crecer económicamente a tasas aceleradas. Al darle una relevancia especial a los derechos individuales, ProReforma conecta esta protección con el crecimiento económico. Una reactivación económica sin precedentes, es decir, obtener tasas de crecimiento del PIB/per cápita del orden del 10% anual o cercano, parte de esta defensa para garantizar la vida, la libertad y la propiedad de los individuos. Esta garantía es una necesidad del ser humano, no una opción ni un deseo. Sin esto no es posible resolver el problema de inseguridad ni de falta de justicia que nos agobia día a día. De la misma manera, este es el punto de partida para acabar con la impunidad que nos corrompe. Solo así el nivel de inversiones per cápita se incrementará a tal punto que se aumentarán las oportunidades para todos los guatemaltecos y el crecimiento económico se disparará. Articulo publicado en el diario guatemalteco siglo 21, el día jueves 07 de junio 2012.

miércoles, 6 de junio de 2012

La Constitución es información

Carroll Ríos de Rodríguez La Constitución Política de la República es información. Aun una mejora notable a la misma implica costos, porque todo cambio de reglas destruye información. Nos ocurre cuando cambian la vía en calles altamente transitadas. Al principio no sabemos en qué dirección conducir y se producen choques, confusión y contratiempos. Nos toma tiempo internalizar las nuevas disposiciones y habituarnos a los cambios. Es por eso que no son indiferentes las reformas concretas impulsadas, ni el proceso utilizado para enmendar la Constitución. Incurrir en los costos debe valer la pena: debemos cosechar beneficios reales y valiosos. Si nuestra Constitución fuera un cuerpo humano, diríamos que no da lo mismo cambiar uno de sus varios brazos, que trastocar el corazón. Los Títulos I y II constituyen el corazón de la Constitución, porque orientan el quehacer del Estado a la protección de la persona humana, y enumeran nuestros derechos y obligaciones como individuos. Gracias a estas macroreglas, sabemos qué esperar del Estado y de otros ciudadanos; la convivencia social adquiere predecibilidad. El poder temporal en manos de los gobernantes se delimita y el carácter republicano del sistema de gobierno queda establecido. De ahí que la Asociación ProReforma eligiera deliberadamente dejar intacto el corazón de la Constitución; deformar esta parte acarrearía graves consecuencias para nuestra sociedad. Sin embargo, dado que la Constitución es extensa y desarrollada, pasa de lo macro a lo micro y contiene artículos ambiguos o que se contradicen entre sí. Sí tiene sentido enmendar estas partes, con el fin de fortalecer tanto el Estado de Derecho, como la coherencia interna y la claridad de la carta magna. La pregunta es: ¿cómo garantizamos que un proceso de reforma rinda el resultado deseado? Quien diseña y aprueba el conjunto de reglas debería colocarse tras “el velo de la incertidumbre”, dicen John Rawls y James M. Buchanan. Debe simular que no sabe qué lugar ocupa en la sociedad; de lo contrario estará tentado a procurarse ventajas especiales en ley. Es necesario abstraerse para crear normas constitucionales generales y abstractas. También es necesario resguardarse de las presiones que vienen de otros individuos y sectores que reclaman prebendas. En otras palabras, los mejores contratos sociales emanan de contextos protegidos del cabildeo, la negociación y el trueque de votos propios de la política. Elegir representantes a una Asamblea Nacional Constituyente magnifica, no restringe, esta dinámica negociada: el resultado allí será forzosamente un gigantesco compromiso, un fiambre de tratos especiales. Tampoco podemos esperar un texto armonioso si las autoridades disponen hacer una ensalada de los proyectos de reforma constitucional que ya están sobre la mesa. Vista desde cualquier ángulo, la propuesta de enmienda parcial de ProReforma sigue siendo la alternativa más sensata. Yo quisiera tener la oportunidad de votar a favor de ella en una consulta popular. Artículo publicado en el diario guatemalteco Siglo 21, el día miércoles 06 de junio 2012.

martes, 5 de junio de 2012

Piratas del Caribe

PEDRO TRUJILLO Ni cambio de legislatura ni renovación del Congreso ni Constituyente ni leches. ¡Esto tiene difícil solución! La razón principal es que muchos cerebros tienen enquistado un costumbrismo donde la falta de ética es protagonista. A demasiados habitantes del país no les preocupa —ni les interesa— ordenar el mismo, buscar justicia o actuar con decencia, sino formar parte de algún grupo de privilegiados para hacerse con cualquiera de los botines creados desde antaño. Se trata de asaltar el botín de los medicamentos, el de los fertilizantes, fundar una ONG para que adjudiquen obras o dedicarse al negocio del transporte público para recibir sustanciosas subvenciones, entre otros. Los capitalinos pagan el fertilizante de los campesinos y aquellos subvencionan el transporte de los primeros, mientras entre los dos asumen el elevado costo de los privilegios de los funcionarios ¡Incomprensible absurdo! Millones que estimulan la depredación y fomentan la creación de monopolios y oligopolios que hacen que los concursos se diseñen a medida de los oferentes. Los sindicados, por su parte, negocian con quienes llegan al poder y obtienen una sustancial tajada a través de prerrogativas impensables en otros países. Al final del día la piratería —no la ética— es la protagonista del quehacer de todos esos zopilotes que engullen el festín que el resto pagamos. Lo mismo hacen aquellos “indignados” desde el otro lado del Atlántico, pidiendo no un ajuste para salir de la crisis, sino que haya más dispendio de recursos económicos para ahondarla. No entienden de economía ni de responsabilidad individual. ¡Qué bonito es vivir a costa de los demás! Se escudan en el discurso de que sean los “ricos” o aquellos que “más ganan” quienes asuman esos despilfarros —o robos— y promueven una irracional discusión para que otros paguen lo que ellos quieren disfrutar, sin devolver nada de lo que reciben. La salud, “gratis”; la educación, también, y por supuesto, las carreteras, la conservación del medioambiente, el transporte, etc. Aducen que la democracia —que entienden como el gobierno de la mayoría— debe predominar en todo eso, aceptando que muchos decidan lo que pocos deben hacer, salvo cuando los pocos pueden esgrimir derechos ancestrales, indigenismo, género, situaciones históricas o no importa qué otra excusa para contradecir e invertir el primer discurso. Quieren vivir como aquellos que condenan, pero no se atreven a ser tan directos. No dicen la verdad de lo que persiguen, pero codician lo del vecino, y cuando lo obtienen lo esconden o lo niegan, como el oro robado a barcos que los piratas enterraban para que nadie supiera ni se lo quitaran. No somos un paisito de mierda, como alguien dijo, pero sí de una manifiesta y extendida falta de ética, donde la práctica de las buenas costumbres y el respeto por la norma se reserva para la casa, o cuando se sale al extranjero, fuera de ahí, la ley del más fuerte se hace visible en cualquier colectivo. Promovemos el chispudo, el motorista “pilas” que peligrosamente se atraviesa entre los carros sin respetar, y el “buena onda”, que sin escrúpulos nos cuela en la fila, admirando y reconociendo al pícaro que vulnera las reglas, en lugar de censurarlo por caradura. Vivimos permanentemente un festival de locos donde la estupidez y la hipocresía ocupan lugares destacados. Hemos aprendido a coexistir con ello, lo aceptamos como “patrimonio nacional”, y hasta es simpático, aunque comienza a ser un problema. ¡La vida pirata es la vida mejor!, sin trabajar... Artículo publicado en el diario guatemalteco Prensa Libre, el día martes 05 de junio 2012.