lunes, 14 de junio de 2010

OK


¿Por qué siendo el concepto de justicia tan sencillo y de puro sentido común, es tan difícil de encontrar en sociedades como la nuestra?.

Marta Yolanda Díaz-Durán

Zero kill. Sin duda, no en Guatemala. Esperar cero muertos es una utopía en un país cuyo índice de mayor crecimiento es el de la criminalidad: el número de asesinados, secuestrados, robados. En una palabra: violados. Una sociedad en la cual es casi inexistente el respeto a la vida, la libertad y la propiedad de sus miembros productivos, respetuosos y trabajadores. Una más de tantas ironías, pues las principales violaciones vienen de los obligados a proteger los derechos listados. Por supuesto, me refiero a los gobernantes.

OK le dijo Ban Ki-moon, Secretario General de las Naciones Unidas, a Carlos Castresana al recibir su renuncia al puesto de Comisionado Internacional contra la Impunidad en Guatemala. ¡Qué les parece! Otra ironía. Castresana, un pragmático poco conocedor del Derecho (a pesar de la campaña a su favor que han hecho algunos medios nacionales e internacionales) que actuó impunemente mientras ocupó el cargo mencionado. Más aún, que continúa actuando impunemente persiguiendo a gente inocente y ensañándose con aquellos que lo hemos cuestionado y no asumimos el rol de alfombras para que “pise moreno, pise con garbo, que un relicario me voy hacer…”.

Ayn Rand, en su libro titulado Filosofía: ¿quién la necesita?, en el primer ensayo que lleva el mismo nombre, hace una advertencia que hago mía: “You are attacked, not for any errors or flaws, but for your virtues. You are denounced, not for any weaknesses, but for your stren-gth and your competence”. Y si creen los empleados de la CICIG que me amedrento ante la campaña que impulsan contra algunos periodistas y columnistas están equivocados. Saben dónde encontrarme, dando la cara y defendiendo mi nombre. ¿OK?

¿Por qué siendo el concepto de justicia tan sencillo y de puro sentido común, es tan difícil de encontrar en sociedades como la nuestra? Darle a cada quien lo que le corresponde no es otra cosa que ser justo. Y a cada uno nos corresponde lo propio, lo que es nuestro, y al otro lo que es suyo.

A mí en lo particular me importa poco la renuncia de Castresana. Era de esperarse que un hombre colérico y prepotente como él no soportara que hubiera quienes se atrevieran a enfrentársele y cuestionar sus hipótesis. Eso no significa que no haya quienes sí se alegren del hecho, así como haya otros que lo lamenten. Que haya quienes se perjudiquen con su despedida y quienes se beneficien. Such is life. Sin embargo, para la mayoría poco va a cambiar su vida con su partida.

Considero que da igual cuáles sean los verdaderos motivos por los que renunció Castresana. O si acaso es cierto que lo obligaron a renunciar. Al final lo que parece que hizo en nuestro país fue pactar con los gobernantes, lavarles la cara y no investigarlos. Independientemente de que él se haya llevado las palmas por la captura de Alfonso Portillo. No es más burocracia, nacional o internacional, lo que necesitamos. Necesitamos darle el OK al cambio propuesto por ProReforma.
Artículo publicado en el diario guatemalateco "Siglo XXI", el día lunes 14 de junio 2010.

No hay comentarios:

Publicar un comentario