martes, 6 de diciembre de 2011

¡Las chicas superpoderosas!


PEDRO TRUJILLO

Hace meses cayó en desgracia. Ahora, además, es prófuga de la justicia y está buscada por delitos relacionados con el lavado de dinero. No más monopolio neoyorkino en el uso de la “caída de las Torres”, los chapines tienen derecho a emplear tan singular frase, aunque por otros motivos. Se acabó aquella desfachatez y manifiesto descaro con que doña Gloria se pavoneaba entre los alcaldes e impartía órdenes a gobernadores mediocres que cedían a presiones cuyo alto costo aún está por determinar. De nada le sirvió su mágica capa verde uneísta.


El amor fraternal entre ella y Sandra pasó a mejor vida cuando los entresijos de la política y la captura del poder ocuparon lugares preeminentes. Era una relación de uña y mugre, pero únicamente prevaleció la roña. Cegadas por el poder —autoritaria y despóticamente— actuaron de forma irregular y frecuentemente de manera delictiva, sin percibir que el gobierno es efímero y tiene fin. Creyeron tener eternamente la sartén por el mango, sin darse cuenta de que alrededor les movían la silla.

El propio presidente sufrió las secuelas de esa actuación predadora e inescrupulosa capaz de pasar por encima de la familia, del marido y de cualquiera que se ponga por delante. ¿Era necesario, sin embargo, ese lujo de fuerza para detener a doña Gloria e hija?, me parece que no. A fin de cuentas iban a buscar a dos mujeres que no han hecho uso visible de fuerza. Más parecía un interesado montaje mediático de esos que el MP hace últimamente que una búsqueda eficiente, que fue lo que no sucedió.

Cabe también preguntarse por qué se ejecuta ahora con esa fuerza visible un caso denunciado hace varios años. Puede que sea por la eficacia del MP, por el interés político del mismo o, simplemente, producto de la causalidad. En cualquier no aclaran si enjuiciarán por incompetentes o cómplices a quienes en la fiscalía no fueron capaces de resolver un asunto que, en palabras de un funcionario del MP, había dejado rastros muy visibles.

La llegada del nuevo gobierno acongoja y acojona a muchos (as) que sienten próximo el peso de la ley y se visualizan juzgados con el rasero de la justicia, que suele ser el más duro de todos. Esto es el principio de sucesos similares que continuarán.

Me alegra sustancialmente que los culpables de cualquier delito enfrenten la justicia, pero no me gusta ni la manifestación estridente del poder coercitivo —últimamente apreciada en demasía junto con la proyección mediática— ni la ex temporalidad de ciertas actuaciones. La Cicig debería tomar las riendas —a ver si así resuelve algún caso— porque esos son los auténticos poderes paralelos al Estado que desangran este país, pero la noto ausente, quizá por el recorte de personal que anunciaron, por ser asunto espinoso y mejor evitarlo, o porque buscan otros temas que catapulten a sus integrantes a formar parte de la planilla de la burocracia internacional y seguir viviendo del cuento —y de los impuestos— por muchos más años.

En cualquier caso, las supernenas han caído en desgracia y es posible que terminen por limar asperezas y reconciliarse nuevamente, para pasarse el chivo de los escondites donde compartir los momentos difíciles que se avecinan. Aquello de “mi familia progresa”, que por un momento estuvo a punto de convertirse en “mi familia regresa”, ha caído definitivamente en desgracia. Ahora “mi familia se estresa o va presa” parece la consigna de moda. Se acabaron los ultrasuperpoderes. Ah y Superman fuera de juego, con kriptonita disuelta en whisky.

Artículo publicado en el diario guatemalteco "Prensa Libre", el día martes 06 de diciembre 2011.

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