jueves, 15 de diciembre de 2011

Dejamos atrás


JORGE JACOBS A.

Este año fue uno extraordinario. Nos trajo muchos retos, muchos desafíos, muchas victorias, algunas derrotas, muchas bendiciones pero sobre todo muchos cambios, aquí y en todas partes. Creo que va a ser uno de esos años dignos de recordar. Uno de los cambios para mí más memorables es la transformación de varios países del norte de África. Nadie podría haber previsto hace un año que la inmolación de un tunecino iba a ser la chispa que encendiera el fuego que consumió a varios dictadores.

Mucho menos que un año después ya no quedarían ni las huellas de Muamar el Gadafi.

Ciertamente, no podemos decir que la “primavera árabe” ya haya terminado ni mucho menos que haya acabado con los vicios que la generaron, pero creo que es el inicio de más cambios en esa región. Mucha gente cree que esta será la puerta para que se radicalicen esos países; sin embargo, yo estoy convencido de que los orígenes de estos cambios tienen su raíz en deseos de la gente de más libertad, por lo que creo que, aunque haya tropiezos y reveses, poco a poco se irán consolidando sociedades más abiertas.

Otro de los cambios que más atención me han merecido es el que también creo que es el inicio del fin del Estado benefactor-mercantilista en su encarnación actual —digo esto porque no descarto la increíble capacidad que tienen para reinventarse quienes gustan de vivir a expensas de los demás—. Este proceso lo podemos ver palpablemente en varios países de Europa, los cuales están llegando a niveles insostenibles de déficit y deuda.

A este respecto, siempre recuerdo una de las frases célebres de Margaret Thatcher: “El socialismo funciona hasta que se les acaba el dinero de las demás personas”. Y esto es precisamente lo que podemos ver actualmente en varios países de Europa. Se dedicaron a vivir de “prestado” durante mucho tiempo, creyendo que nunca se les acabaría el dinero de “alguien más”, pero la fuente no podía ser eterna y son varios los gobiernos que ya llegaron al punto donde no pueden conseguir más dinero prestado.

Como suele suceder en estos sistemas llenos de incentivos perversos, quienes siempre terminan pagando el pato son los más trabajadores y responsables, en este caso los ciudadanos alemanes, pero no nos debería extrañar que, tarde o temprano, hasta ellos le zafen bulto a sus gobernantes y se nieguen a pagar lo que los demás se comieron.

Es interesantísimo notar, a pesar de las acusaciones en contra del “capitalismo”, que la crisis, el déficit y la deuda es de los gobiernos, y no de las empresas y personas trabajadoras. Así que, que no lo engañen, esta no es una crisis del capitalismo, es una crisis del Estado benefactor-mercantilista.

¿Y en Guatemala? Dejamos atrás, finalmente, a esta administración llena de corrupción e ineficiencia como la que más. Lo que no es garantía de que la siguiente no sea igual, por lo que tenemos todos los ciudadanos la obligación de seguir atentos a fiscalizar a los gobernantes para que no abusen del poder.

Artículo publicado en el diario guatemalteco "Prensa Libre", el día jueves 15 de diciembre 2011.

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