viernes, 14 de octubre de 2011

¿Y si tuviéramos qué celebrar?


Luis Figueroa



El subsuelo para los dueños de la tierra.

Mientras que los anacrónicos celebraban el Día de la Raza, unos celebraban el de la hispanidad y otros el de la resistencia étnica. Y, ¿cuál era el eje de los que festejaban la tercera conmemoración? La consabida caminata que estorba el tránsito en la ciudad de Guatemala y las cantaletas de siempre: “No al neoliberalismo y no a la explotación minera, entre otras”.


Cantaletas y todo, comparto dos de aquellas con la dirigencia indígena. Como libertario, comparto sus objeciones contra el neoliberalismo. Un neoliberal favorece los tratados de comercio como el DR-CAFTA; pero un libertario prefiere la eliminación unilateral de aduanas. Un neoliberal favorece la dolarización; pero un libertario prefiere la libre elección de monedas. Un neoliberal favorece las privatizaciones monopólicas de empresas estatales; pero un libertario prefiere la desmonopolización y la liberalización del mercado. Al neoliberal le entusiasma el flat tax; pero el libertario prefiere el poll tax. Un neoliberal propondría eliminar las exenciones del ISR; pero un libertario eliminaría ese impuesto a los rendimientos del capital. Un neoliberal sigue las directrices del FMI; mientras que un libertario cerraría aquella organización.


Con respecto de la minería, estoy de acuerdo con la consigna; pero con un caveat: Yo diría que “No a la minería estatizada”. Lo ideal, diría yo, es que en lugar de que el Estado fuera dueño del subsuelo y de sus productos, los propietarios del suelo fueran propietarios de lo que hay debajo de él.


Para desgracia de los más pobres, la legislación guatemalteca refleja la tradición colectivista y estatista de las leyes coloniales y privó de la propiedad del subsuelo y de sus productos, a los dueños del suelo. Como consecuencia de ello hay un divorcio y un abismo profundo entre los intereses de los políticos socialistas y sus funcionarios, y los de quienes deberían enriquecerse con el oro, el petróleo, la plata y otras maravillas que hay bajo sus propiedades.

Muchos de los problemas de la pobreza, y ciertamente que los problemas de conflictividad, se resolverían si, por medio de títulos de usufructo, a la gente se le pudiera garantizar su derecho a lo que hay en el subsuelo. Así, el oro y el petróleo, por ejemplo, no serían de quienes controlan el Estado, ni de las transnacionales, sino de la gente. Y la gente decidiría si vende su derecho, o cede su control, o no.


Así, sí tendríamos qué celebrar. www.luisfi61.com


Artículo publicado en el diario guatemalteco "El Periódico", el día viernes 14 de octubre 2011.

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