martes, 25 de octubre de 2011

Negociar con terroristas


PEDRO TRUJILLO

Los casos de negociaciónpolítica ocurridos en España e Israel invitan a reflexionar sobre cómo tratar a los fanáticos. ETA anunció el cese definitivo de la violencia e impuso condiciones para promover el diálogo, mientras el Gobierno de Israel se avino a intercambiar a un soldado por más de mil detenidos y presos palestinos. La lección aprendida —sin mucho esfuerzo— es simple y contundente: desde el terrorismo y la violencia extrema es posible pactar. Las leyes “generales” aplicadas a otros que asesinan, secuestran o torturan no lo son para esos colectivos


que, una vez adquieren fuerza, las evaden con la connivencia de políticos inescrupulosos que desean posicionarse o ante demandas internacionales —como los casos citados— para así contar con algo que ofrecer a sus votantes.

La justicia, la paz, la libertad y la democracia que pregonan solo sirve para tejer un velo que cubre la podredumbre de intereses de gobiernos frente a un inexistente estado de Derecho o preeminencia de las leyes, que debería ser lo ideal. El aprendizaje de la experiencia se olvida pronto en este ámbito. La piratería aérea, frecuente en las décadas de 1970 y 1980, dejó de utilizarse cuando ningún país negoció con los secuestradores aéreos y, por tanto, el secuestro no tenía sentido porque inevitablemente la detención o el asalto policial se producía independientemente del lugar en que aterrizaran.

Si se permite la negociación o el intercambio con delincuentes profesionales la próxima vez ya saben esos asesinos cómo actuar y qué hacer, es decir, matar o secuestrar y poner en el lado de su balanza ese “trofeo” en un momento político oportuno y adecuado para que el gobernante de turno acceda a las peticiones de aquellos y lo presente como un éxito de su gestión. ¿Puede haber más hipocresía y desprecio a las víctimas de aquellos?

Esto que ahora sucede nos permite recordar otros hechos históricos como la firma de la “paz firme y duradera” o la venganza que llevan a cabo montoneros y otros terroristas asentados en el poder, enmarcando sus acciones dentro de la aplicación de “la ley” a su forma interesada y descarada, ¡por supuesto! Mientras, a determinados organismos internacionales y ONG —algunos cooptados por grupos mafiosos— les falta tiempo para pedir que se esclarezcan las violaciones a los derechos humanos en la lucha contraterrorista por parte de las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado. Esas oscuras organizaciones mantenidas con capital desconocido o aquellas otras afines a grupos violentos de antaño, se olvidan, sobre todo, de las víctimas que callan y no votan —y por eso no son tenidas en cuenta— y de que el cumplimiento de la ley debe ser igual para todos.

Muchos vivos, como borregos descerebrados o indignados sin causa, aplauden todo esto, lo consienten y alientan. ¡Viva el despelote judicial! “La masa”, ufanada de ser “demócrata”, se caga en el estado de Derecho a la primera oportunidad y da paso placentero a la venganza o al oportunismo, dejando que el concepto de igualdad ante la ley lo apliquen a su interesada e ideologizada manera los de siempre. Ejemplo doméstico la detención de la exjueza Barreda: “Tras considerar la situación de edad, género y cargo que la sindicada desempeñó en un Organismo del Estado”, debiendo cuidar su estado de salud, “porque su edad es avanzada y el encierro le puede ocasionar algún mal” —67 años—, explicó el juzgador.

El general López Fuentes, octogenario, con cáncer de próstata y mieloma múltiple, cumple prisión sin miramiento ni compasión. ¡Qué asco de tiempos!

Artículo publicado en el diario guatemalteco "Prensa Libre", el día martes 25 de octubre 2011.

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